viernes, 14 de septiembre de 2007

No estoy aquí para escribir, sino para enloquecer

¿Casualidad? La semana pasada, el mismo día que leí el formidable diálogo “Subject: Luca y yo hemos hablado“, tropecé con Jakob Von Gunten en la librería Ancora y Delfín. Hacía tiempo, desde que el Doctor Pasavento se me disparó en todas direcciones, que le tenía muchas ganas a Robert Walser y, ahora, mientras disfrutaba leyéndolo, pensaba que me encontraba en algún lugar equidistante entre Vila-Matas y Kafka. El libro empieza así:
  • “Aquí se aprende muy poco, falta personal docente y nosotros, los muchachos del Instituto Benjamenta, jamás llegaremos a nada, es decir que el día de mañana seremos todos gente muy modesta y subordinada. La enseñanza que nos imparten consiste básicamente en inculcarnos paciencia y obediencia, dos cualidades que prometen escaso o ningún éxito. Éxitos interiores, eso sí. Pero ¿qué ventaja se obtiene de ellos? ¿A quién dan de comer las conquistas interiores? A mí me encantaría ser rico, pasear en berlina y malgastar dinero. Una vez comenté esto con mi condiscípulo Kraus, pero él se limitó a encogerse de hombros despectivamente, sin concederme una sola palabra. Kraus tiene principios, va bien sujeto a su silla, montado sobre la satisfacción, y es éste un rocín al que los amantes del galope prefieren no subirse. Desde que estoy aquí, en el Instituto Benjamenta, he conseguido volverme un enigma para mí mismo. También yo me he visto contagiado por un extraño sentimiento de satisfacción, desconocido hasta ahora. Soy bastante obediente; no tanto como Kraus, que es un maestro en ejecutar celosamente y al instante cualquier tipo de órdenes. Hay un punto en el que nosotros, los alumnos (Kraus, Schacht, Schilinski, Fuchs, Peter el Larguirucho, yo, etc.), nos parecemos todos: el de nuestra pobreza y dependencia absoluta. Somos humildes, humildes hasta la indignidad total. Quien recibe un marco de propina pasa por ser un príncipe privilegiado. Quien, como yo, fuma cigarrillos, despierta preocupación por sus hábitos de despilfarro. Vamos uniformados. Pues bien, este hecho de llevar uniforme nos humilla y nos encumbra al mismo tiempo: tenemos aspecto de gente no libre, lo que posiblemente sea una ignominia, pero también nos vemos muy guapos, y eso nos ahorra la profunda vergüenza de quienes se pasean en ropas personalísimas y, sin embargo, sucias y ajadas. A mí, por ejemplo, vestir el uniforme me resulta bastante agradable, pues nunca he sabido muy bien qué ropa ponerme. Pero incluso a este respecto sigo siendo, por ahora, un enigma para mí mismo. Acaso en mi interior resida un ser vulgar, totalmente vulgar. O tal vez por mis venas corra sangre azul. No lo sé. Pero de algo estoy seguro: el día de mañana seré un encantador cero a la izquierda, redondo como una bola. De viejo me veré obligado a servir a jóvenes palurdos jactanciosos y maleducados, o bien pediré limosna, o sucumbiré.”

9 comentarios:

elena dijo...

"No estoy aquí para escribir, sino para enloquecer" es la respuesta que, según EVM, Walser le dio al amigo que lo visitó en la clínica psiquiátrica de Herisau donde pasó los últimos años de su vida. Pero ¿no será esta "frase más desdichadamente bella que conozco" otro recuerdo inventado?

Anónimo dijo...

El amigo era Carl Seelig. Y si Walser dijo esto o no lo dijo, podrá averiguarlo acercándose a "Paseos con Robert Walser", un libro maravilloso, que publicó Siruela.

V. M.

elena dijo...

Gracias por la precisión y el consejo. Me apasionan los libros de memorias y biográficos y, por lo que veo, "las memorias que el suizo Seelig escribió sobre los paseos que daba con Robert Walser por los bosques alrededor del manicomio donde éste último residía, una relacción a pie que duró dos decenios, hasta la muerte de Walser en 1956", este puede ser muy interesante.

Por la tangente dijo...

Ole, ole... El otro día quedé con Luca y justo en frente del Cidob nos encontramos tres pupitres viejos. Los
pusimos en fila en la calle Notariat, como si fuese el aula vacía de un colegio. Y añadimos con cartel: Instituto Benjamenta. Luego nos fuimos al Boadas y nos tomamos dos cócteles. Hablamos de lo mal que estaba educando a su hermano pequeño. Creo que para ser tan joven, lee demasiado.

elena dijo...

¿Uve punto espacio eme punto? Si cambiamos el espacio por un guión el resultado es V.-M.

Camille dijo...

Pero yo he escrito antes un comentario en este post...ande está???

Camille dijo...

Bueno, pues no hay censura...a ver te decía, Elena, que me gusta mucholeerte porque siempre aprendo algo nuevo o descubro a alguien que antes no conocía, como Walser. Me ha llamado muchísimo la atención el detalle que dan de que murió mientras "paseaba" el día de Navidad de 1956, me ha chocado mucho el dato tan preciso...

Elena dijo...

Un pájaro me ha dicho que, efectivamente, EVM ha estado aquííí (bueno, unos centímetros más arriba). Si antes ya me gustaba poco lo que escribo, ahora creo que ya me puedo quedar muda para siempre. Dios, qué nervios.

elena dijo...

Pues resulta que no lo dijo. Ni tampoco "No estoy aquí para enloquecer, sino para estar solo." Aunque cierto es que todo el libro desborda desdichada belleza.

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