domingo, 23 de diciembre de 2007

Felices compras y prósperas rebajas

Este es un típico artículo navideño. En un doble sentido: es un texto periodístico que habla de la Navidad y es un producto propio de estas fiestas, como lo son el turrón, las luces en las calles o las malas películas familiares. Como una obligación ritual más, se trata de afrontar de forma supuestamente experta cuestiones del tipo: "¿ha perdido la Navidad su sentido original?", o "¿se está corrompiendo el verdadero espíritu navideño?". A estos asuntos de orden general se le pueden añadir matices locales o de actualidad. Entre los primeros, ¿qué justifica una celebración oficial católica en un país oficialmente no confesional?, paradoja parecida a otras del tipo: ¿cómo un Estado aconfesional puede encarnarse en un Jefe descaradamente confesional?, o ¿cómo una Constitución laica puede otorgar un trato preferente a la Iglesia Católica? Entre los segundos, ¿cómo, con una catástrofe ecológica en ciernes, puede darse un derroche como el que practicamos estas fechas?, o, ¿cómo puede una festividad nominalmente cristiana albergar la creciente pluralidad religiosa de nuestras sociedades?”

YeclaManetaNevada2006“En cuanto a la dimensión comercial de la Navidad, el mercado no hace otra cosa que proveer de objetos el intercambio de dones que los humanos realizan entre sí o con entidades sobrenaturales. El capitalismo excita y parasita exigencias sociales que no ha inventado y que un día, sin duda, le sobrevivirán. He ahí el verdadero Espíritu de las Navidades, el de las pasadas, el de las presentes y seguro que el de las futuras, aunque haya sido o vaya a ser bajo otros nombres o con otras formas. Porque las sociedades humanas viven de inercias y repeticiones que le sirven para continuar siendo justamente eso, sociedades, formas que los humanos conciben y organizan con el fin de vivir juntos, puesto que se necesitan. Para ello, el ser humano inventa una y otra vez costumbres nuevas, que son siempre las mismas. Todas tienen, en cualquier caso, idéntica misión: hacer que no se olvide que nadie -le guste o no- acaba nunca en sí mismo, sino que continúa en quienes, visibles o invisibles, le rodean.”


Principio y final del artículo publicado ayer en El País por Manuel Delgado, profesor de antropología religiosa en la Universitat de Barcelona.

2 comentarios:

Manuel Márquez dijo...

Leí anteayer por la tarde, compa Elena, el artículo en cuestión, y me pareció la mar de interesante. Numerosos puntos de reflexión para atemperar la militancia (muy beligerante, en algunos casos; en el mío, sólo relativa, hay aspectos que me gustan, y disfruto, y otros que no...) contra los fastos navideños (que parece haberse convertido en otro hito de la "corrección política" -además, cargado de incongruencia: todos ladramos contra los despilfarros navideños, mientras nos atiborramos de copetines y comidas...-).

Suelo escuchar, cuando puedo, al profesor Delgado en sus intervenciones radiofónicas con Gemma Nierga en La ventana, y me parece un tipo, en general, bastante digno de atención. En este caso, también...

Felices fiestas (o no fiestas, a tu gusto...), y un abrazo.

elena dijo...

O, como decían los amigos de Radio Nicosia esta tarde en La Ventana, Feliz Nadidad.

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