lunes, 30 de diciembre de 2013

Libros de 2013

  1. La benévola, de Laird Hunt
  2. A salto de mata, de Paul Auster
  3. Amor y obstáculos, de Aleksandar Hemon
  4. El proyecto Lázaro, de Aleksandar Hemon
  5. Invictus, de W. E. Henley
  6. extraño Informe del interior, de Paul Auster
  7. El perfeccionista en la cocina, de Julian Barnes
  8. Japón en 1923, de Blasco Ibáñez
  9. La caída, de Albert Camus
  10. Una del montón, de Wislawa Szymborska
  11. Los años de peregrinación del chico sin color, de Haruki Murakami
  12. Winesburg, Ohio, de Sherwood Anderson
  13. Fuera de aquí, de Enrique Vila-Matas
  14. Siempre supe que volvería a verte, Aurora Lee, de Eduardo Lago
  15. ¡El autor, el autor!, de David Lodge
  16. Llibre d'absències, de Antoni Marí
  17. Sueños de Bunker Hill, de John Fante
  18. Cançons d’amor i de pluja, de Sergi Pàmies
  19. El octavo día, de Thornton Wilder
  20. El festí de Babette, de Isak Dinesen
  21. La infancia de Jesús, de J.M. Coetzee
  22. Algún día escribiré sobre África, de Binyavanga Wainaina
  23. La Casa de los Encuentros, de Martin Amis
  24. Punto Omega, de Don DeLillo
  25. Quemar los días, de James Salter
  26. El juego serio, de Hjalmar Söderberg
  27. La mujer que vivió un año en la cama, de Sue Townsend
  28. La piedra de moler, de Margaret Drabble
  29. Los escritores de antes, Vila-Matas versus Bolaño
  30. La voluntad, de J. M. Ruiz, Azorín
  31. La trama nupcial, de Jeffrey Eugenides
  32. Mortal y rosa, de Francisco Umbral
  33. Cartas a mi hija, de F. Scott Fitzgerald
  34. Vida de un escritor, de Gay Talese
  35. Pluma, cuchillo y tenedor, de Pura Azorín
  36. Verde agua, de Marisa Madieri
  37. Autobiografía literaria, de Félix de Azúa
  38. Dimonis íntims, de Xavier Rubert de Ventós
  39. La hora violeta, de Sergio del Molino
  40. El crisantemo y la espada, de Ruth Benedict
  41. Ciudad abierta, de Teju Cole
  42. Ni de Eva ni de Adán, de Amélie Nothomb
  43. Naomi (El amor de un tonto), de Junichiro Tanizaki
  44. Lo bello y lo triste, de Yasunari Kawabata
  45. Una vuelta por mi cárcel, de Marguerite Yourcenar
  46. Algunas (buenas) primeras lecturas
  47. La ridícula idea de no volver a verte, de Rosa Montero
  48. El mapa y el territorio, de Michel Houellebecq
  49. Personas como yo, de John Irving
  50. La hija del Este, de Clara Usón
  51. Entonces, de Isabel Núñez
  52. Después del terremoto, de Haruki Murakami
  53. Extraña forma de vida, de Enrique Vila-Matas
  54. Confesiones de una editora poco mentirosa, de Esther Tusquets
  55. Los que sueñan el sueño dorado, de Joan Didion
  56. Memorias líquidas (y telegráficas), de Enric González
  57. Limónov , de Emmanuel Carrère
  58. No soy Sidney Poitier, de Percival Everett
  59. Leyenda de Buda, de Juan Arnau
  60. Tres noches (Tony and Susan), de Austin Wright
  61. Quiero todo esto, de José Agustín Goytisolo
  62. La segunda mujer, de Luisa Castro
  63. El pan (y la escritura) a secas, de Mohammed Chukri
  64. Experiència (i pensaments col·laterals), de Martin Amis
  65. Siempre hemos vivido en el castillo, de Shirley Jackson
  66. No saldré vivo de este mundo, de Steve Earle

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jueves, 26 de diciembre de 2013

El Roto: en resumen


Estamos desmodernizando España.
Disculpen las molestias.
[El Roto en El País, 13/11/2013]
 
Cuando despertó del sueño americano, se
encontró en medio de la plaza de Tiananmen.
[El Roto en El País, 30/11/2013]

El nacionalismo se queda corto, hay que ser más exigentes y avanzar hacia el provin-
cialismo. [El Roto en El País, 3/11/2013]
 
Cuando habla la identidad
enmudece el entendimiento.
[El Roto en El País, 13/12/2013]

Año 50 después de Amazon:
vendedor clandestino de libros en papel.
[El Roto en El País, 29/11/2013]
 
Olvidaron los nombres de las cosas y las llamaban por sus números en los catálogos de venta. (Apocalipsis) [El Roto, 17/12/2013]

Le va a operar un operador de bolsa.
[El Roto en El País, 23/10/2013]
 
Sospechar de mí os convierte en sospechosos.
[El Roto en El País, 29/10/2013]

lunes, 23 de diciembre de 2013

Laird Hunt: La benévola

«Una vez en mis primerísimos días un niño se perdió y cayó en un estanque, y cuando lo encontraron, no era más que una chaqueta azul y unos pantalones rojos flotando bajo un palmo de hielo boca abajo. Mi padre salió con su hacha para ayudar a sacarlo. Todos los hombres, provistos de hachas, formaron una especie de reloj en el hielo y por turnos descargaron golpes de hacha. Las hachas descargaban un golpe tras otro en torno al reloj, y los trozos de hielo saltaban hacia los lados y volaban por el aire, reflejando el sol que iluminaba el cráter que estaban creando. Yo tenía cinco años. El niño había sido mi compañero de juegos. Parecía que estuvieran sacándolo del ojo de una joya. Cuando ya lo tenían fuera y lo envolvían en la orilla, me acerqué a la joya que crujía en torno al agua negra y me arrojé dentro. Fue mi padre quien me sacó. Después de llevarme a casa y secarme y abrazarme, me dio una azotaina hasta que vi las mismas estrellas que había visto alrededor de esa joya en el estanque, y luego me azotó un poco más porque cuando me preguntó si ya había tenido suficiente, sonreí.» (p. 128)
LAIRD HUNT
LA BENÉVOLA
(Kind One, 2012)
Trad. Isabel Ferrer y Carlos Milla
Blackie Books, 2013
188 pp., 18 €

jueves, 19 de diciembre de 2013

Paul Auster: A salto de mata

«Los dos años siguientes fueron una época de intensa actividad. Entre marzo de 1975, cuando dejé de trabajar en Ex Libris, y junio de 1977, cuando nació mi hijo, saqué a la luz otros dos libros de poemas, escribí varias obras en un acto, publiqué quince o veinte artículos de crítica y traduje media docena de libros con mi mujer, Lydia Davis. Las traducciones eran nuestra principal fuente de ingresos, y trabajábamos juntos, en equipo, a tantos dólares por mil palabras y aceptando todos los trabajos que nos ofrecían. Salvo una obra de Sartre (Situaciones 10, una recopilación de ensayos y entrevistas), los libros que nos pasaban los editores eran aburridos, obras triviales cuya calidad oscilaba entre lo regular y lo francamente malo. Los honorarios también dejaban que desear, y aun cuando nuestras tarifas iban aumentando de un libro a otro, si lo calculamos con arreglo a hora trabajada, apenas salíamos a unos céntimos por encima o por debajo del salario mínimo. La clave consistía en trabajar rápido, dar vueltas a la manivela de las traducciones lo más deprisa que podíamos sin parar nunca a tomarnos un respiro. Seguro que hay maneras más alentadoras de ganarse la vida, pero Lydia y yo nos dedicábamos a la tarea con mucha disciplina. Cuando una editorial nos entregaba un libro, lo dividíamos en dos (partiendo literalmente el libro por la mitad si sólo disponíamos de un ejemplar), y nos fijábamos un cupo diario. Nada podía desviarnos de esa cantidad. Había que hacer tantas páginas diarias, todos los días, y estuviéramos o no de humor, nos poníamos a hacerlas y las hacíamos. Hacer hamburguesas habría sido igual de lucrativo, pero al menos éramos libres, o creíamos serlo, y nunca lamenté haber dejado el empleo. Para bien o para mal, así era como había decidido vivir. Entre ganarme la vida traduciendo y escribir para mí, en aquellos años raro fue el momento en que no estaba sentado a la mesa, poniendo palabras en una hoja de papel.» (pp. 134-135)
A SALTO DE MATA
Crónica de un fracaso precoz
(Hand to mouth
A Chronicle of Early Failure
)
PAUL AUSTER (1997)
Trad. Benito Gómez Ibáñez
Booket, 2012
Biblioteca Paul Auster

En casa de Paul Auster
(B. Celis / RolligStone)
(más vale tarde que nunca)
Otros selfies de Auster:
- Diario de invierno (2012)
- Aquí y ahora (cartas a y de
  Coetzee, 2012)
- Informe del interior (2013)

lunes, 16 de diciembre de 2013

Aleksandar Hemon: Amor y obstáculos



«Un día mi padre volvió del trabajo con una cámara Súper 8 que le había pedido prestada a uno de sus compañeros de trabajo (Bozo A., que era cinturón negro de karate y al que se le estaba formando un pequeño tumor cerebral: murió antes de que mi padre pudiera devolverle la cámara). La cámara era más pequeña de lo que yo había imaginado, poseía una suerte de seriedad tecnológica que sugería que sólo se podían grabar cosas importantes. Mi padre anunció su deseo de hacer una película que no mintiera. Cuando mi madre le preguntó de qué iría la película, él tachó la pregunta de inmadura. "De la verdad -dijo-. Naturalmente".
  No obstante, mi padre escribió el guión de su película en una semana, al final de la cual declaró que sería la historia de su vida. Yo iba a interpretarle a él de joven, y mi hermana interpretaría a su hermana (no dijo a cuál: tenía cinco), y mi madre sería su ayudante. Mi madre de inmediato dimitió de su cargo de ayudante de dirección, pues quería pasar las vacaciones leyendo, pero el rodaje se programó para mediados de junio de 1986, cuando teníamos que ir al campo a visitar a mis abuelos; como suele decirse: rodaríamos en escenarios naturales.
  Mi padre se negó a enseñarnos el guión, ajeno al hecho de que los actores normalmente leen los guiones: quería que la vida misma fuera nuestra inspiración, pues, nos recordó, esa película iba a ser real. No obstante, durante nuestra habitual inspección de su escritorio (mi hermana y yo solíamos revisar los documentos y objetos personales de nuestros padres a fin de estar al tanto de su evolución), encontramos el guión. Soy capaz de reproducirlo con bastante exactitud, pues mi hermana y yo nos lo leímos el uno al otro unas cuantas veces, con una mezcla de sobrecogimiento e hilaridad. Aquí está:
AMOR Y OBSTÁCULOS
(Love and obstacles, 2009)
ALEKSANDAR HEMON
Traducción: Damià Alou
Colección Nefelibata
Duomo Ediciones, 2011
240 pp., 18 €
  Mi vida
  1. Nazco.
  2. Ando.
  3. Vigilo las vacas.
  4. Salgo de casa para ir a la escuela.
  5. Vuelvo a casa. Todos están felices.
  6. Salgo de casa para ir a la universidad.
  7. Estoy en clase. Por la noche estudio.
  8. Salgo a dar un paseo. Veo a una chica guapa.
  9. Mis padres conocen a la chica guapa.
  10. Me caso con la chica guapa.
  11. Trabajo.
  12. Tengo un hijo.
  13. Soy feliz.
  14. Crío abejas.
  15. Tengo una hija.
  16. Soy feliz.
  17. Trabajo.
  18. Estamos en la costa. Luego en las montañas.
  19. Somos felices.
  20. Mis hijos me besan.
  21. Yo los beso.
  22. Mi esposa me besa.
  23. Yo los beso.
  24. Trabajo.
  25. Fin.»


jueves, 12 de diciembre de 2013

Aleksandar Hemon: El proyecto Lázaro

«Nos llevó algún tiempo dar con una salida. El pelo de Rora, empapado de sudor, se le había pegado al cráneo y al cuello, y un óvalo gris de transpiración iba creciendo en su espalda. Cuanto más nos acercábamos a la salida, más grande se hacía. Y otra vez pensé "ése soy yo". Este pensamiento rebotaba en mi mente como un delirio, sin que acabara de asirla, sin que pudiera desentrañar su significado. Iuliana nos seguía, y oía su suave jadeo. Ella era yo, Rora era yo, y entonces nos topamos con el hombre del banco, profundamente dormido, la boca lo bastante abierta para que alcanzáramos a ver un cementerio de dientes, la mano metida en la cinturilla del pantalón; y él también era yo. El único que no era yo era yo mismo. [...]
  -Dime, Iuliana -empecé, imaginando su mano en mi mano-. Dime, ¿de qué va este mundo, de la vida o la muerte
  Rora me miró con una sonrisa cómplice, como si supiera algo, aunque ignoro qué era lo que sabía.
  -Es una pregunta muy extraña -contestó-. ¿Qué quieres decir?
  -Pregunto sí este mundo está hecho para los vivos o para los muertos. ¿Crees que hay más muertos que vivos?
  -¿Por qué piensas en eso?
  Miró a Rora, que meneó la cabeza. Me di cuenta de que se preocupaban por mí; se solidarizaban el uno con el otro en la inquietud por mí cordura. En mi país, la muerte forma parte de la bandera nacional.
  -Si hay más muertos que vivos, el mundo va de la muerte, y la gran pregunta es: ¿qué vamos a hacer con todos los muertos? ¿Quién va a recordar a todos los muertos?   Iuliana meditaba sobre ello, al tiempo que se rascaba la raya del pelo. Se moriría algún día, al igual que Rora, al igual que yo. Ellos eran yo. Vivíamos la misma vida, y nos desvaneceríamos en la misma muerte. Éramos como todos los demás porque nadie era como nosotros.
  -Yo creo que va de la vida. Creo que siempre hay más vida que muerte -dijo Iuliana-. Quienes un día vivieron siempre permanecerán vivos para alguien. Quienes están vivos recuerdan la vida, no la muerte. Y cuando estás muerto no pasa nada. La muerte es la nada.» (pp. 290-291)


EL PROYECTO LÁZARO
(The Lazarus Project, 2008) ALEKSANDAR HEMON
Traducción: Rita Da Costa
Duomo Ediciones, 2009
Colección Nefelibata (*)
368 pp., 18 €
Dosier de prensa




(*) nefelibata: persona soñadora, que anda por las nubes.

domingo, 8 de diciembre de 2013

Dancing Asimbonanga with Mandela


[Johnny Clegg's 1999 performance of Asimbonanga (we have not seen him),
a song he wrote in 1986 about Mandela — when Mandela was still in prison]

jueves, 5 de diciembre de 2013

W. E. Henley: Invictus

Out of the night that covers me,
Black as the Pit from pole to pole,
I thank whatever gods may be
For my unconquerable soul.

In the fell clutch of circumstance
I have not winced nor cried aloud.
Under the bludgeonings of chance
My head is bloody, but unbowed.

Beyond this place of wrath and tears
Looms but the Horror of the shade,
And yet the menace of the years
Finds and shall find me unafraid.

It matters not how strait the gate,
How charged with punishments the scroll
I am the master of my fate:
I am the captain of my soul.
Más allá de la noche que me envuelve,
Negra como el abismo insondable
Agradezco a los dioses quienes quiera que sean,
Por mi alma inquebrantable.

En las garras de la circunstancia
No me he estremecido ni he llorado.
Bajo los golpes del destino
Mi cabeza sangra, pero erguida.

Más allá de este lugar de ira y lágrimas
Yace el horror de la sombra,
Y sin embargo la amenaza de los años
Me encuentra, y me encontrará sin miedo.

No importa cuán estrecha sea la puerta,
Cuan cargada de castigos la sentencia,
Soy el amo de mi destino,
Soy el capitán de mi alma.
William Ernest Henley (1849–1903)
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