miércoles, 23 de abril de 2014

Felices lecturas (o dejad que los libros me lean a mí)

:: com és que no t’embusses de tant llegir? :: hace mucho tiempo alguien me preguntó, así, por qué me gustaba tanto leer, y qué era lo que se me quedaba de los libros :: y respondí que hay muchas ideas con las que te identificas y que te encanta ver reflejadas en otros :: a veces esas cosas refuerzan o estructuran tu propio pensamiento :: otras veces es al contrario y esas contradicciones te sirven para reflexionar y descubrir nuevas vías :: lo que aún es más interesante :: sí, disfruto mucho leyendo :: quiero decir que, cuando algo que leo me gusta (o me lee a mí), me lo paso pipa y no necesito nada más :: excepto un lápiz :: y aunque cada vez más tengo la sensación de retener menos cosas, supongo que de lo que va al subconsciente no se puede hacer inventario :: y el resto seguramente solo sirve para embozarme más :: finalmente, creo en el misterio de la santísima trinidad literaria (que me acabo de inventar) :: el escritor, las palabras y el lector :: una relación mágica :: pura tele- patía :: y ya lo dijo Wittgenstein: els límits del meu llenguatge són els límits del meu món ::

3 comentarios:

Elena dijo...

Sugerencia de John Waters encontrada en el fb de Blackie Books:

"Tenemos que hacer que los libros molen de nuevo. Si vas a casa de alguien y no tiene libros, no te lo folles." [voilà]

Pterosister dijo...

En "La fragilidad de los cuerpos", novela del argentino Sergio Olguín, uno de los personajes es una periodista que selecciona a sus compañeros de cama de una manera, digamos, literaria.
Por ejemplo, en un viaje en carretera por el sur de España con un colega, ven un cartel en el que pone JAÉN.
Ella dice:
- Andaluces de Jaén.
Él contesta:
- Aceituneros altivos.
Y se lo lleva a la cama, claro.

Hay que tener en cuenta que son argentinos, que tiene más mérito.

Elena dijo...

Guai. Creo que no conocía la obra ni el autor.

Por desgracia, creo que Philip Roth tiene razón cuando dice que «el problema es que el hábito de la lectura se ha esfumado. Como si para leer necesitáramos una antena y la hubieran cortado. No llega la señal. La concentración, la soledad, la imaginación que requiere el hábito de la lectura. Hemos perdido la guerra. En veinte años, la lectura será un culto... Será un hobby minoritario. Unos criarán perros y peces tropicales, otros leerán».

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