jueves, 2 de abril de 2020

La extranjera, de Claudia Durastanti


Claudia Durastanti (Brooklyn, 1984)
LA EXTRANJERA
[La straniera, 2019]
Trad. Pilar González Rodríguez
Anagrama, 2020 - 252 págs. - inicio
- Memoria de extranjería, discapacidad, rareza y clase
[no conecté]

«La historia de una familia se parece más a un mapa topográfico que a una novela, y una biografía es la suma de todas las eras geológicas por las que has pasado. Escribirte tú mismo significa recordar que naciste con ira y fuiste un flujo de lava denso y continuo, antes de que tu corteza se endureciese y se agrietase para permitir que brotase una especie de amor, o que la fuerza inútil del perdón viniera a suavizarte y aplanar tu hondonada. Releerte a ti mismo significa inventar lo que pasaste, identificar cada estrato que te compone: los cristales de alegría o de soledad en el fondo, las consecuencias de una memoria que se ha evaporado, todo lo que se ha desenterrado y luego inundado, solo para darte cuenta de que no es cierto que el tiempo cure: hay una fractura que nunca se rellenará. Lo único que hace el tiempo es arrastrar consigo polvo y maleza, de manera que esa grieta se cubra hasta transformarse en un paisaje diferente, lejano, casi de cuento de hadas, en el que se habla un idioma que ya no conoces, tan creíble como el de los elfos. Paseas sobre las ruinas de tu familia y notas que algunas palabras se han eliminado pero otras se han conservado,  Claudia Durastanti algunas desaparecerán mientras que otras siempre formarán parte de tu reverbero, y después llegas al fin al margen de tu padre y de tu madre, tras años de creer que morir o volverse loco era el único modo de estar a su altura. Y entonces entiendes que todo en tu sangre es una llamada y tú solo eres el eco de una mitología anterior. » (págs. 56-57)

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