viernes, 31 de julio de 2020

El arte de perderse, de Rebecca Solnit


Rebecca Solnit (San Francisco, 1961)
UNA GUÍA SOBRE
EL ARTE DE PERDERSE
[A Field Guide to Getting Lost, 2005]
Trad. Clara Ministral
Corr. ortotipográfica. Victoria Parra Ortiz
Capitán Swing, 2020 - 176 págs. - inicio

-Las formas de perderse de RS, El Cultural
- Divagar es una forma de rebelarse, ABC
- La pandemia enseña otras maneras de vivir, El País
[me encantaron la mayoría de los ensayos]

El azul de la distancia
«El mundo es azul en sus extremos y en sus profundidades. Ese azul es la luz que se ha perdido. La luz del extremo azul del espectro no recorre toda la distancia entre el sol y nosotros. Se disipa entre las moléculas del aire, se dispersa en el agua. El agua es incolora, y cuando es poco profunda parece del color de aquello que tiene debajo. Cuando es profunda, en cambio, está llena de esa luz dispersa; cuanto más limpia está el agua, más intenso es el azul. El cielo es azul por la misma razón, pero el azul del horizonte, el azul del lugar donde la tierra parece fundirse con el cielo, es un azul más intenso, Rebecca Solnit más etéreo, un azul melancólico, el azul del punto más lejano que alcanzas a ver en los lugares donde puedes abarcar grandes extensiones de terreno con la mirada, el azul de la distancia. Esa luz que no llega a tocarnos, que no recorre toda la distancia hasta nosotros, esa luz que se pierde, nos regala la belleza del mundo, gran parte de la cual está en el color azul.» (pág. 27)

lunes, 27 de julio de 2020

Contagio, de David Quammen


David Quammen (Cincinatti, 1948)
CONTAGIO. LA EVOLUCIÓN DE LAS PANDEMIAS
[Spillover: Animal Infections and the Next Human Pandemic, 2012]
Trad. Pablo Hermida, JE Latapi, Jesús Negro, Francesc Pedrosa, Inga Pellisa, Marcos Pérez, Francisco Ramos
Debate, 2020 - 624 págs. - inicio

- “Somos más abundantes que cualquier otro gran animal. En algún momento habrá una corrección
- ¿Por qué no estábamos preparados para el covid?
- Coronalibros, lecturas para una pandemia
- Lecturas científicas imprescindibles para este verano

«Los virus son los más problemáticos. Evolucionan rápidamente, son inmunes a los antibióticos, pueden ser esquivos, pueden ser versátiles, pueden provocar un elevadísimo número de muertes y son endiabladamente simples, al menos en comparación con otras criaturas vivientes o cuasivivientes. El del Ébola, el del Nilo occidental, el de Marburgo, el patógeno del SARS, el de la viruela símica, el de la rabia, el Machupo, el dengue, el agente de la fiebre amarilla, el Nipah, el Hendra, el Hantaan (otro nombre para los hantavirus, identificados por primera vez en Corea), el chikunguña, el Junín, el Borna, las gripes y los VIH (el VIH-1, principal responsable de la pandemia del sida, y el VIH-2, menos extendido) son todos virus. La lista completa es mucho más larga. Hay otro que se conoce por el evocador nombre de "espumavirus del simio" (SFV, por sus siglas en ingés) y que infecta tanto a monos como a humanos en Asia, saltando entre unos y otros en aquellos lugares (como los templos budistas e hinduistas) donde humanos y macacos semidomésticados tienen contacto directo. Entre las personas que visitan esos templos David Quammen y que dan de comer a los macacos, exponiéndose al SFV, hay turistas internacionales. Algunos se llevan consigo algo más que fotos y recuerdos. "Los virus no tienen capacidad motora —explica el eminente virólogo Stephen S. Morse—, pero a pesar de ello muchos han recorrido el mundo entero." No pueden correr, no pueden caminar, no pueden nadar, no pueden reptar. Pero pueden desplazarse a lomos de otros.» (págs. 27-28)

[coincido con "absorbente, apasionante, (y casi) imprescindible"]

martes, 21 de julio de 2020

En el corazón del bosque, de Jean Hegland


Jean Hegland (Washington, 1956)
EN EL CORAZÓN DEL BOSQUE
[Into the Forest, 1996]
Trad. R. M. Bassols
Errata Naturae, 2020 - 392 págs. - inicio

- Cuán precaria es nuestra forma de vida, Laura Fernández
- Un aislamiento forzado, Núria Escur
[blandico]

«No hay muchas plantas silvestres con apariencia boyante en mitad del verano. Las más primaverales se han vuelto tan duras y amargas que no se pueden comer, y la mayoría de frutas y frutos aún no están maduros. Aún así, hasta ahora he probado berros, verdolaga, llantén, raíz de jabonera, acedera de secuoya, berza de pastor, amaranto, hojas de mostaza silvestre y lechuga de minero.
    Poco a poco estoy empezando a desenmarañar el bosque, a atribuir nombres a las plantas que lo llenan. Las hojas que usamos como papel higiénico son gordolobo. La planta de flores diminutas, parecidas a margarita, que crece al lado del taller es cimarrona, una prima de la manzanilla. El hierbajo del huerto con hojas triangulares es berza de pastor. Aunque yo no lo supiera, durante todos estos años, los arbustos que bordean el camino han sido arbustos de avellano. Y las flores que dejamos en la tumba de nuestro padre eran un tipo de iridáceas, cuya raíz se supone que reduce la fiebre y ayuda si tienes la tripa revuelta.
    El libro [Plantas autóctonas de California del Norte] dice que los arces de estos bosques producen savia azucarada, que las hojas de tusílago pueden proporcionarnos sal, que los indios que antaño vivieron aquí usaban los líquenes como pañales, las adormideras de California como analgésico y la harina de bellota como antibiótico. Hay plantas para bajar la fiebre, plantas para calmar los escalofríos, plantas para aliviar los sarpullidos y otras para los pinchazos menstruales. Hay plantas para provocar las contracciones de Eva y para aliviar su dolor durante el parto, plantas para fortalecer a su bebé, plantas para ayudarla a que le suba la leche.
    Hay tés. Durante meses hemos tomado agua caliente cuando podíamos haber estado bebiendo infusiones de menta silvestre, de escaramujo, de zarzamora, de laurel, de uva silvestre, de mostaza negra, de poleo, de manzanilla, de semilla de hinojo, de berza de pastor, de ortiga, de aguja de pino, de corteza de madroño, de violeta, de frambuesas silvestres...
    Y hay bellotas. El libro dice: "En todo el mundo y a lo largo de la historia las bellotas Jean Hegland han sido un producto fundamental en la dieta de muchos pueblos, como los japoneses y los chinos, las primeras culturas del Mediterraneo y los nativos norteamericanos." [...] He vivido en un robledal toda mi vida y jamás se me había ocurrido que pudiera comerme una bellota.» (págs. 285-286)

jueves, 16 de julio de 2020

Asimetría, de Lisa Halliday


Lisa Halliday (Massachusetts, 1977)
ASIMETRIA
[Asymmetry, 2018]
Trad. Berta Monturiol Prats
Alfaguara, 2018 - 320 págs. - inicio

- "Nunca hubiera publicado algo que disgustara a Philip Roth", Lisa habla con Inés
- Al maestro con (mucho) cariño, R. Fresán
[prefiero Adiós a una casa de muñecas]

«Ezra, moviendo el pie y con pinta de estar un poco aburrido, preguntó si alguien sabía un chiste.
Edwin dejó la BlackBerry.
—¿Qué le dice la nariz al pañuelo?
—¡Me suenas! —le gritó Olivia a Alice en el oído.
—Ese es bueno —dijo Ezra—. ¿Qué más?
Kyle trató de ponerse en pie en la tabla.
[...]
—¿Qué le dice un cable a otro? —preguntó Olivia.
—¿Qué?
—¡Sígueme la corriente!
[...]
—Yo me sé uno —dijo Ezra—. Son dos que van en avión por primera vez a Francia, uno se gira hacia el otro, que se sienta a su lado, y le pregunta: "Dígame, ¿cómo se pronuncia, París o Paguís?". "Paguís", dice el otro. "Gracias", dice el primero, y el otro le contesta: "No se meguecen".» (págs. 120-121)

martes, 14 de julio de 2020

Las estrellas, de Paula Vázquez


Paula Vázquez (Buenos Aires, 1984)
LAS ESTRELLAS
Ed. Tránsito, 2019 - 160 págs. - inicio

- Lata Peinada
- Amor y memoria
[sobre el duelo infinito]

«El tratamiento es experimental y no se cobra. Piden una donación que hay que dejar al momento de recibir la dosis para los primeros tres meses. Cuando llené los formularios y envié los estudios puse un número que me parecía adecuado para donar a un laboratorio cubano que ofrecía un tratamiento contra el cáncer de modo experimental. Me dijeron que el monto era excesivo. Pusieron un tope para mi donación.
    [...] La sala de espera era la reunión de tres o cuatro sillas de plástico en lo que había sido la cochera de la casa. Había dos hombres y una mujer, todos cubanos, todos esperando con sus botellas de agua destilada entre las manos. A los pacientes que pueden ir más seguido les dan la preparación diluida. A quienes, como yo, deben cargar el medicamento a otro país, les entregan dos botellas con un concentrado del veneno y las instrucciones para diluirlo.
    Abro Noches azules, leo apenas unos párrafos cuando la única mujer en el lugar empieza a hablarme. Se llama Kari y está ahí para buscar la dosis de su cuñado, enfermo de cáncer de pulmón hace ya un año y medio. Me cuenta de los buenos resultados del tratamiento. Nada funcionaba hasta que empezó a tomar el Escozul. Como ese hay muchos testimonios: en la página web del laboratorio, entre los cubanos, en pacientes argentinos a través de los que conocí el tratamiento.
Paula Vázquez     [...] Llega su turno y antes de perderse por el pasillo me anota en un papel su e-mail. Debajo de la dirección de correo electrónico, compuesta por una palabra y unos números que adivino el año de su nacimiento, leo "Caridad". Me desea suerte y a modo de saludo dice "En Cuba todo el mundo ayuda".» (págs. 90-91)
«El duelo suele ser más largo que su relato: Carta a mi madre de George Simenon, Una muerte muy dulce de Simone de Beauvoir y Desgracia indeseada de Peter Handke son nouvelles, como si el relato de la muerte materna exigiera cierta síntesis ascética en el estilo, cierto laconismo en la pena. Las estrellas se merece formar parte de esa serie entrañable». María Moreno.

viernes, 10 de julio de 2020

Dona al punt zero, de Nawal El Saadawi


Nawal El Saadawi (Egipte, 1931)
DONA AL PUNT ZERO
[Woman at Point Zero, 1975]
Trad. Anna Turró Armengol
Angle editorial, 2017 - 160 págs. - inici

- Nawal parla amb Patricia
- Totes les religions oprimeixen les dones, Nawal en Ara
[es lo que hay]

«A la protagonista de la novel·la vaig anomenar-la Firdaus. Encara que no en recordo el nom real, la fesomia i tots els trets del rostre d’aquella dona em van quedar gravats a la memòria, sobretot els ulls; tanmateix, amb el pas del temps, han perdut una mica de la seva lluïssor. No és estrany, ha passat gairebé mig segle des que la vaig anar a veure a la presó, a la seva cel·la, en l’època en què investigava els factors causants de malalties nervioses en les dones. A mesura que la recerca avançava, cada cop tenia més clar que en la majoria de casos és el grau d’intel·ligència, o de major consciència, el causant de les neurosis. Vaig arribar a la conclusió que la dona emprenedora i creativa, en adonar-se de la violència i la repressió a què està sent sotmesa, és més propensa a la irritació, l’angoixa i els nervis que no pas la dona normal. En fi, la que es considera normal o natural, a criteri de la societat i dels psicòlegs; és a dir, la que accepta la violència exercida en contra seva, Nawal El Saadawi convençuda que ho és per designi de Déu, que va crear el mascle i la femella, i a cadascú li va assignar una tasca específica en l’àmbit de la família i a la vida, com per exemple que la dona cuina o renta, mentre que l’home pensa o escriu.» (págs. 11-12, NOVA INTRODUCCIÓ, 2017, Trad. de l'àrab per Margarida Castells Criballés)

jueves, 9 de julio de 2020

Despojos, de Rachel Cusk


Rachel Cusk (Canadá, 1967)
DESPOJOS
Sobre el matrimonio y la separación

[Aftermath: On Marriage and Separation, 2012]
Trad. Catalina Martínez Muñoz
Libros del Asteroide, 2020 - 176 págs. - inicio
[le ha gustado a todos menos a mí]

«Mi idea de la mitad se parecía más a una lombriz: si la partes en dos, las dos mitades siguen siendo una lombriz, se retuercen y se valen por sí mismas. Yo era quien ganaba el dinero en nuestra casa, hacía mi parte de la cocina y la limpieza, pagaba a alguien para que cuidara de mis hijas mientras trabajaba e iba a buscarlas al colegio cuando ya eran mayores. Y mi marido me ayudaba. Yo era la mujer moderna, compartimentada, la mujer que lo tiene todo, y él me ayudaba a serlo, a tenerlo. Pero yo no quería ayuda: yo quería igualdad. De hecho, la idea de la ayuda empezó a sacarme de quicio. ¿Por qué no podíamos ser iguales? ¿Por qué no podía compartimentarse él también? Y ¿por qué, exactamente, era "ayudar" que un hombre cuidara de sus hijas o hiciera la comida que él también iba a tomar? Una persona que ayuda es la que desempeña obligaciones que no entran en su esfera de responsabilidades, por bondad. La ayuda es peligrosa porque existe al margen de la economia humana: lo único que se recibe en pago por la ayuda es gratitud. [...] Ser madre y tener trabajo era vivir dos vidas en vez de una, representaba una mejora formidable en la historia de la experiencia femenina...» (págs. 35-36)

lunes, 6 de julio de 2020

Simplemente perfecto, de Jostein Gaarder


Jostein Gaarder (Oslo, 1952)
SIMPLEMENTE PERFECTO
[Akkurat passe, 2018]
Trad. Kirsti Baggethun, Asunción Lorenzo
Siruela, 2020 - 112 págs. - inicio
- Gaarder, para pedantes y políticos
[infumable]

«Al salir de la consulta de Marianne, sentí una repentina necesidad de estar solo, de aislarme por completo.
    No pienso con claridad, bullo por dentro, estoy horrorizado, consternado, pero hay algo que tengo que solucionar, he de tomar una decisión, lo que significa que tengo que escribir. Esa es ahora la única manera de pensar sistemáticamente. Tendré que procurar que los pensamientos sean concisos antes de llegar al papel. Creo intuir un hilo rojo en medio de todo el caos, pero no veo adónde me llevará.
    Me doy cuenta de que no solo escribo para mí, ni quizá tampoco solo para mis seres más allegados. Puede que llegue a encabezar una especie de razonamiento en nombre de toda la humanidad.
    ¿Qué es un ser humano? La pregunta puede parecer ingenua. Pero se me ocurre que jamás he pensado en ella siguiendo un método.
Jostein Gaarder     No hay nada en mi situación que sea único; todo lo contrario. Solo soy uno de nosotros, y para desempeñar ese papel me quedaré escribiendo toda la noche. Me he dado un plazo de veinticuatro horas.» (págs. 10-11)

jueves, 2 de julio de 2020

Niña, mujer, otras, de Bernardine Evaristo


Bernardine Evaristo (Londres, 1959)
NIÑA, MUJER, OTRAS
[Girl, Woman, Other, 2019]
Trad. Julia Osuna Aguilar
AdN, Alianza de Novelas, 2020 - 496 págs. - inicio

- La diáspora angloafricana en Londres, M. Monmany
- Rompiendo esquemas, Ana Polo Alonso
[novela en verso / fascinante en forma y contenido]
    «Megan respondió que estaba todavía aclarándose las ideas, tomándose su tiempo, no hacía tanto que se había quedado desconcertada al encontrarse con tantos cientos de géneros por internet, lo que era un fastidio porque complicaba la cosa
     se había pasado horas rastreando, valorando, evaluando
    géneros como mujer trans, hombre trans y no binarie obraron sentido, y encontró a personas no binaries de otros países como los hijras de India y los dos espíritus de los nativos americanos, otros eran idas de olla totales como las personas quivergénero (de género fluido con una intensidad que fluctúa); las poligénero (que se identifican con múltiples géneros); o personas de género estático, como la estática borrosa de la televisión, y ¿cómo puede cambiarte el género varías veces al día como aseguran las personas de género sincrónico? Bibi, para cuando terminé de viajar por el extremo reloco del Transgeneroverso estaba agobiada a muerte, yo le llamo el Transmanicomioverso, que los encierren a todos y tiren las llaves XDD
    Bibi respondió al instante cómo te atreves a faltarle al respeto al derecho de las personas trans a autodefinirse, será raro para ti no para ellxs, hablas como una opresora ignorante, no vengas a nuestro mundo a cachondearte de nosotrxs, ¡vete a la mierda!
    Megan respondió al ataque con un vete a la mierda tú
    enviado con el calentón del momento

    siguió un silencio total durante casi cuatro días, Megan temía haberla perdido, no quiso ser la primera en establecer contacto
    lo hizo Bibi
    dos palabras sencillas
    deberíamos quedar.» (págs. 350-351)


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