domingo, 17 de enero de 2021
sábado, 16 de enero de 2021
Centroeuropa, de Vicente Luis Mora
Vicente Luis Mora
CENTROEUROPA
Galaxia Gutenberg, 2020 - 184 págs. - inicio
«Centroeuropa está escrita como un poema. Está ten- sionada hasta el límite de su elasticidad arquitectónica. Por eso no puede ser más extensa, ni más breve, de lo que es», de Cómo está escrita Centroeuropa.
- Lebem im Oderbruch (Vivir en Oderbruch)- Entre lo mejor del año, Carlos Zanón
- Un juego de niveles narrativos, Basilio Pujante
- A Tes Nehuén le ha gustado
[y a mí también]
«Lo contaré todo, sin duda, pero tened paciencia, pues antes de arrancar mi relato aún me permitiréis recordar la estupefacción que me invadió en aquel instante, cuando en mi flamante pedazo de suelo – unos acres cultivables frente al río, que fluía sin remordimientos a un tiro de fusil–, al excavar mi nueva tierra me topé con el rostro helado y sorprendido de aquel soldado de Prusia, joven aún, casi un niño, con un botón suplementario en su casaca sobre el lugar del corazón, festoneado de sangre; imaginad mi sorpresa, pareja a la suya, al toparme con él, frente a frente, mientras sus ojos abiertos se espejeaban en los míos, al ahondar en la dura superficie los seis pies de tierra prusiana que iba a regalarle a mi hermosa mujer como primer y último obsequio de boda, en tanto que su macabra dote iba a consistir en carretadas de melancolía, para disponer libremente por mi parte durante todos estos años hasta hoy mismo, cuando me he decidido a dar principio a estos recuerdos, para poner orden en ellos; y por esa razón debo desenterrar todas estas memorias, por si a alguien le fueran de provecho, quizá a un historiador como mi fiel Jakob Moltke, mi querido maestro primero y amigo después, a quien tanto debo, y a quien me gustaría dedicar este escrito, por razones que pronto se entenderán. Vuelvo a perderme, pero quiero exponer al improbable lector de este escrito la perplejidad que yo, Redo Hauptshammer, nacido en un burdel de Viena en algún momento de la agonía del siglo xviii, sentí al ir a dar sepultura a mi mujer una mañana gélida cuando me encontré, en mi nuevo y no muy grande terreno de labranza, el cadáver de ese soldado congelado, mirándome impertérrito como si su fallecimiento en la batalla hubiese acaecido en ese instante, como si estuviera recién muerto, huésped inesperado en el reino de las sombras, como yo estaba recién llegado al reino de Federico Guillermo III de Prusia; y pala en mano recordé las palabras del alcalde Altmayer, «Tendrá usted problemas allí, junto al Oder, pues al cavar hondo se topará de seguro con el agua», y me di cuenta, ya en mi segundo día en el Oderbruch, que en estas tierras azotadas por la historia, lo que encuentras nada más abrir el suelo son anchos ríos de sangre.» (págs. 12-13)
jueves, 14 de enero de 2021
martes, 12 de enero de 2021
Una vocación de editor, de Ignacio Echevarría
Ignacio Echevarría
UNA VOCACIÓN DE EDITOR
Un acercamiento personal a la figura y la labor editorial de Claudio López Lamadrid,
lector y prescriptor entre dos siglos
Prólogo de Emiliano Monge
Gris Tormenta, 2020 - 136 págs. - inicio - fragmentos
- El Claudio de cada uno
- Mínima molestia, IE en El Cultural
- Ignacio recuerda a Claudio en El ojo crítico
- CLL: el lector, el editor, el prescriptor, Ana M. Iglesia
[interesante]
«Claudio no dejó de aprovechar el mayor margen de actuación —y de riesgo— que tenía al frente de un sello poderoso, no solo para ampliar y diversificar la nómina de autores por los que apostaba, sino, además, para ensayar líneas editoriales susceptibles de detectar y, dado el caso, articular nuevas voces, nuevas propuestas, nuevos formatos. Pues uno de los problemas a que se enfrenta todo editos, en la medida en que goza de crecientes visibilidad y hegemonía, es la progresiva pérdida de capilaridad en su sistema receptivo, entendiendo por tal cosa su capacidad de mantener abiertos y activos los circuitos que lo conectan con lo más radicalmente nuevo y emergente, aquello que, por no hallarse todavía convenientemente codificado, no participa aún en el tráfico de expectativas y de convenciones que determinan los prestigios ya consolidados y las modas, y conforme a los que se rigen las leyes de la oferta y la demanda.
De mi experiencia como reseñista, que se prolongó durante más de quince años, recuerdo muy bien como, a medida que fui ganando notoriedad, el horizonte de los libros y autores sobre los que me correspondía ocuparme se fue, paradójicamente estrechando. A mis manos llegaban, de manera cada vez más excluyente, las novedades más destacadas, firmadas en su mayor parte por autores de prestigio más o menos consolidado,cuando no señaladas de antemano por algún premio sonado o cualquier otro reclamo que atraía la atención sobre ellas. Cada vez me fue resultando más difícil escribir sobre autores sin relieve, raros o noveles, tanto más si eran editados por sellos pequeños o escasamente perfilados, ya no digamos periféricos, quiero decir alejados de las capitales de la edición, donde suelen desarrollarse el grueso de las actividades editoriales y culturales, y donde operan los grandes medios de comunicación.» (págs. 88-89)
lunes, 11 de enero de 2021
domingo, 10 de enero de 2021
Tríptic de la terra, de Mercè Ibarz
Mercè Ibarz (Saidí, 1954)
TRÍPTIC DE LA TERRA
La terra retirada, La palmera de blat, Labor inacabada
Anagrama, 2020 - 328 pàgs. - inici
- X. Graset conversa amb Mercè Ibarz
- Llaurar la pàgina, La Lectora
- Inmens tríptic, El País
- Un llibre que quedarà per sempre, La Vanguardia
[el temps recobrat]
«Les transformacions del caràcter de la terra ja estan arribant a Saidí. Conec unes quantes hectàrees de terra retírada. Terra llaurada i preparada, però no sembrada. Esponjosa i tova, del color de les entranyes del blat madur, generosa. I això no obstant, abandonada, improductiva. La terra retirada, quin nom més estrany. Com si la terra estigués a punt de la jubilació. O com si fos passada de moda i l'haguessin tret del catàleg dels grans magatzems del consum. 0 com si fos una persona per a qui no hi ha feina i, si presenta els papers corresponents, té dret a subsidi. La terra retirada cobra per ser-ho. El govern paga per aconseguir que el pagès deixi la terra sense treballar, i com que no pot pagar per les terres ermes —a tot Espanya hauria de pagar massa, sobretot als terratinents del sud—, els polítics s'han inventat aquesta modalitat de la terra retirada. No és terra deixada en saó per recuperar minerals i força per a la nova sembra. És la terra retirada.
Me'n vaig a dormir pensant que, a pesar de portar deu anys llargs com a comerciant i empresari a més de pagès, el petit i mitjà propietari agrícola continua sent un supervivent. No es pot industrialitzar perquè la seva terra està tota dividida en trossos petits i disseminats pel terme municipal. No vol abandonar perquè ha aconseguit una qualitat de vida superior a la de totes les generacions anteriors. Però al cap d'aquests anys d'abundor, la il·lusió de normalitat s'esbandeix.
És també un supervivent perquè no confia en el llegat que pot deixar als més joves, als fills.» (págs. 75-76)
viernes, 8 de enero de 2021
miércoles, 6 de enero de 2021
Una soledad demasiado ruidosa, de Bohumil Hrabal
Bohumil Hrabal (Brno, 1914 - Praga, 1997)
UNA SOLEDAD DEMASIADO RUIDOSA
[Příliš hlučná samota, 1971]
Trad. Monika Zgustova
Galaxia Gutenberg, 2020 - 112 págs. - inicio
"Con la maravillosa prosa que le caracteriza, Bohumil Hrabal construye en Una soledad demasiado ruidosa, escrito cuando su obra estaba prohibida por el régimen comunista, una fábula sobre el sentido de la creación artística y literaria, sobre el amor y la soledad, la creación y la destrucción o la crueldad del tiempo."
- Hrabal escribe como un conversador, The New Yorker
- El plus ultra de la literatura checa, El Cultural
[exquisito (en línea con Kafka y Bernhard)]
«Y ahora todo eso se repite en mis entrañas, hace treinta y cinco años que pulso los botones verde y rojo de mi prensa, y treinta y cinco años que bebo jarras enteras de cerveza, no para emborracharme, los borrachos me horrorizan, sino para poder reflexionar mejor, para penetrar hasta el corazón mismo de los textos, porque no leo para divertirme, ni para pasar el rato, ni para conciliar el sueño; yo, que vivo en un país donde la gente sabe leer y escribir desde quince generaciones atrás, bebo para que el texto me despierte, para que la lectura me produzca escalofríos [...] Los libros me han enseñado, y de ellos he aprendido que el cielo no es humano en absoluto y que un hombre que piensa tampoco lo es, no porque no quiera sino porque va contra el sentido común. Bajo mis manos y en mi prensa expiran libros preciosos y yo no puedo detener ese flujo. No soy sino un tierno carnicero. Los libros me han enseñado el placer y la voluptuosidad de la devastación, soy feliz cuando diluvia, me encantan los equipos de demolición [...] Me quedo inmerso en una nube de polvo y en la música del crujido y pienso en mi trabajo y en el hondo subsuelo donde se halla mi prensa con la que llevo trabajando treinta y cinco años, a la luz de las bombillas eléctricas y oyendo el pisoteo en el patio por encima de mi cabeza, el ruido de los cuernos de la abundancia que vierten sus tesoros desde el cielo, el contenido de sacos y cajas de madera y de cartón, vaciado a través de un agujero en medio del patio que da a mi subsuelo, papel viejo, flores marchitas de las floristerías, papel de empaquetar de los grandes almacenes, programas viejos y billetes y envoltorios de helados, grandes hojas manchadas de pintura, montones de papel chorreando sangre de las carnicerías, recortes de película de los laboratorios fotográficos, el contenido de las papeleras de los despachos, mezclado con cintas usadas de máquinas de escribir, ramos de flores que celebraron el cumpleaños o la onomástica, a veces una bala de periódicos con un adoquín en el interior que alguien habrá metido allí para que el papel pesara más, o cuchillos y tijeras, martillos y alicates, tajaderas de carnicero y tazas con manchas negras de café seco, mustios ramos de novia y coronas fúnebres de plástico de colorines. Hace treinta y cinco años que aplasto todas esas cosas en una prensa, tres veces por semana los camiones se llevan mis balas a la estación, las meten en los vagones y se las llevan a las fábricas de papel donde los obreros cortan los alambres que las atan y sumergen el resultado de mi trabajo en álcalis y ácidos, suficientemente fuertes para disolver incluso las hojas de afeitar que cada dos por tres me cortan las manos. Pero, al igual que en las aguas sucias y turbias de un río en el desagüe de una fábrica, resplandece de vez en cuando un pez magnífico, en el río de papel viejo también brilla a veces el lomo de un libro precioso; deslumbrado, miro un rato hacia otra parte antes de cogerlo, lo seco con el delantal, lo abro y huelo el texto, y sólo después fijo los ojos en la primera frase y la leo como si fuera una predicción homérica; entonces guardo el libro entre otros bellos hallazgos en una caja tapizada de estampas que alguien volcó en mi sótano por equivocación junto con varios libros de oraciones. Mi misa, mi ritual consiste no sólo en leer estos libros, sino en meter alguno en cada paquete que preparo, y es que tengo la necesidad de embellecer cada paquete, de darle mi carácter, mi firma. Éste es mi calvario: para que cada paquete sea diferente, debo prolongar mi jornada laboral, acabar dos horas más tarde y llegar al trabajo dos horas antes, trabajar a veces incluso los sábados para poder liquidar el inacabable montón de papel viejo. El mes pasado tiraron a mi subterráneo seiscientos kilos de reproducciones de maestros célebres,seiscientos kilos empapados de Rembrandt y Hals, de Monet y Manet, de Klimt y Cézanne, y demás campeones de la pintura europea, de modo que ahora embellezco cada una de mis balas con reproducciones y, al anochecer, mientras mis balas esperan en fila india delante del montacargas, me deleito contemplando aquella belleza [...]» (págs. 9-11)
lunes, 4 de enero de 2021
Dancing Beethoven
El Tokyo Ballet y el Béjart Ballet Lausanne bailan en Japón la coreografía que Maurice Béjart creara para la "Novena sinfonía" de Beethoven.

Dirección musical : Zubin Mehta
Orquesta : Israel Philharmonic Orchestra
Coro : Ritsuyukai Choir
[Disponible del 04/12/2020 al 12/03/2021]
domingo, 3 de enero de 2021
Yo soy el monstruo que os habla, de Paul B. Preciado
Paul B. Preciado (Burgos, 1970)
YO SOY EL MONSTRUO QUE OS HABLA:
INFORME PARA UNA ACADEMIA DE PSICOANALISTAS
[Je suis un monstre qui vous parle. Rapport pour une académie de psychanalystes, 2020]
nuevos cuadernos anagrama, 2020 - 96 págs. - inicio
- Un filósofo mutante, Clara Fernández de Lis
- Como un monstruo en el diván, Edgard Ariel
- Destruyendo los sexos binarios, Molly Erin
[extraordinario]
«Si he de hablar lo más simplemente posible —por más que me guste enredar las cosas con los términos de la filosofía— les diré: todos ustedes, eminentes sabios de la Escuela de la Causa Freudiana de Francia, también podrían llevar a cabo ese "tránsito". Cualquiera de ustedes, cualquiera que quisera mirar en el caleidoscopio que es su propio cuerpo, podría encontrar en sí mismo ese deseo de vivir de otro modo, de experimentar un cambio, de ser otro, de estar, por así decirlo, radicalmente vivo. Sus feminidades o sus masculinidades asumidas y defendidas no son menos artificiales que la mía. Bastaría con que hicieran un repaso a su propia historia de normalización y de sumisión a los códigos sociales y políticos de género dominante para que sintieran la rueca de la fabricación girando aún dentro de ustedes y en algún lado saltara la chispa del deseo de parar esa repetición, de desintificarse. Vivir más alla de la ley del patriarcado colonial, vivir fuera de la diferencia sexual, es un derecho que cualquier cuerpo vivo, incluso un psicoanalista, debería poderse permitir.
Pero salir y vivir fuera de este régimen epistémico y político es todavía hoy terriblemnte difícil: en este proceso de transición, no he logrado lo que me había propuesto. No es fácil inventar una nueva lengua, acuñar todos los términos de una nueva gramática. Se trata de una tarea ingente y colectiva. Pero aunque una vida singular pueda parecer insignificante, nadie se atreverá a decir que el esfuerzo no valía la pena.» (págs. 54-55)
PAUL B. PRECIADO – JE SUIS UN MONSTRE QUI VOUS PARLE
Lecture par l’auteur, Anna Mouglalis, Félix Maritaud & Naëlle Dariya
Maison de la Poésie de París.
viernes, 1 de enero de 2021
jueves, 31 de diciembre de 2020
Libros de 2020

ALTAÏR

BYRON

CALDERS

CASA DEL LLIBRE

CASA USHER

DOCUMENTA

LA CENTRAL

LA MEMÒRIA

LAIE

LATA PEINADA

NOLLEGIU

ON THE ROAD

TAIFA
- Ahora y siempre, de Diane Keaton
- El hijo del Chofer, de Jordi Amat
- Las malas, de Camila Sosa Villada
- Una habitación compartida, de Inés Martín Rodrigo
- Doggerland, de Élisabeth Filhol
- Panza de burro, de Andrea Abreu
- Cuando el Vips era la mejor librería de la ciudad, de Alberto Olmos
- Pasando a limpio, de Oscar Tusquets
- Esto es placer, de Mary Gaitskill
- Ese famoso abismo. Conversaciones con Enrique Vila-Matas, de Anna María Iglesia
- Un amor, de Sara Mesa
- La vida contada por un sapiens a un neandertal, de JJ Millás y JL Arsuaga
- La hija única, de Guadalupe Nettel
- Una vida breve, de Michèle Audin
- Un verdor terrible, de Benjamín Labatut
- El consentimiento, de Vanessa Springora
- Abans de les cinc som a casa, de Albert Forns Canal
- Los amnésicos, de Géraldine Schwarz
- Los combatientes, de Cristina Navarro
- Blanco, de Bret Easton Ellis
- Alegría, de Manuel Vilas
- Una mujer, de Annie Ernaux
- El africano, de JMG Le Clézio
- La nación de las plantas, de Stefano Mancuso
- Tarde en McBurger's, de Ana Galvañ
- El iceberg, de Marion Coutts
- Todo en vano, de Walter Kempowski
- Cómo maté a mí padre, de Sara Jaramillo Klinkert
- Las caídas de Alejandría, de Luis A. de Villena
- ¿Qué estás mirando?, de Will Gompertz
- La familia del Prado, de Juan Eslava Galán
- El pan que como, de Paloma Díaz-Mas
- No te va a querer todo el mundo, de Isabel Coixet
- Diario de Wuhan, de Fang Fang
- Conversaciones sobre la escritura, de Ursula K. LeGuin
- Confesiones de una editora poco mentirosa, Esther Tusquets
- Yo por dentro, de Sam Shepard
- Cambiar de idea, de Aixa de la Cruz
- Derribando muros, de Marina Abramovic
- Ellas hablan, de Miriam Toews
- Introducción a Teresa de Jesús, de Cristina Morales
- Deshabitar, de Lara Moreno
- El año del mono, de Patti Smith
- El arte de perderse, de Rebecca Solnit
- Contagio, de David Quammen
- En el corazón del bosque, de Jean Hegland
- Asimetría, de Lisa Halliday
- Las estrellas, de Paula Vázquez
- Dona al punt zero, de Nawal El Saadawi
- Despojos, de Rachel Cusk
- Simplemente perfecto, de Jostein Gaarder
- Niña, mujer, otras, de Bernardine Evaristo
- Bienvenida a casa, de Lucia Berlin
- El infinito en un junco, de Irene Vallejo
- La piel, de Sergio del Molino
- A propósito de nada, de Woody Allen
- Gente normal, de Sally Rooney
- Nuestra parte de noche, de Mariana Enríquez
- Reina, de Elizabeth Duval
- Noche y océano, de Raquel Taranilla
- Falso espejo, de Jia Tolentino
- Mi año de descanso y relajación, de Ottessa Moshfegh
- Tristeza de la tierra, de Éric Vuillard
- Poeta chileno, de Alejandro Zambra
- [escribir] PARÍS, de Syvia Molloy y Enrique Vila-Matas (1 y 2)
- La vida secreta, de Andrew O'Hagan
- Calypso, de David Sedaris
- Si puede, no vaya al médico, de Antonio Sitges-Serra
- Baba Yagá puso un huevo, de Dubravka Ugresic
- El asedio de Troya, de Theodor Kalifatides
- Todo esto existe, de Íñigo Redondo
- Estoy contigo, de Melania G. Mazzucco
- Boulder, de Eva Baltasar
- Las viejas sendas, de Robert MacFarlane
- A corazón abierto, de Elvira Lindo
- Entre ellos, de Richard Ford
- La poeta y el asesino, de Simon Worrall
- La extranjera, de Claudia Durastanti
- Búnker, de Toteking
- La penumbra que hemos atravesado, Lalla Romano
- Todo lo que no puedo decir, de Emilie Pine
- En la Tierra somos fugazmente grandiosos, de Ocean Vuong
- La historia de mis dientes, de Valeria Luiselli
- El trabajo de los ojos, de Mercedes Halfon
- La ley del Menor, de Ian McEwan
- Demasiado tarde para volver, de MA Hernández Navarrro
- Cartas de la monja portuguesa, de Mariana Alcoforado
- Tsunami, Marta Sanz (et alii)
- Mi historia, de Michelle Obama
- Susanna, de Gertrud Kolmar
- Memorias de Abajo, de Leonora Carrington
- Ca la Wenling, de Gemma Ruiz Palà
- Zorro, de Dubravka Ugrešić
- Ignot, de Manuel Baixauli
- No entres dócilmente en esa noche quieta, de Ricardo Menéndez Salmón
- Retrats paral·lels, de Montserrat Roig
- Los errantes, de Olga Tokarczuk
- Del desig, de Joan Ferraté
- El hombre jazmín, de Unica Zürn
- Maelstrom, de Sigrid Rausing
- Testimonios tangibles, de Nora Catelli
- Lo esencial, de Miguel Milá
- Chroma, Derek Jarman
- La enfermedad y sus metáforas, de Susan Sontag
- Querido Waldo, correspondencia entre Emerson y Thoreau
miércoles, 30 de diciembre de 2020
lunes, 28 de diciembre de 2020
Ahora y siempre, de Diane Keaton
Diane Keaton (Los Angeles, 1946)
AHORA Y SIEMPRE
MEMORIAS
[Then Again, 2011]
Trad. Fernando Garí Puig / Esther Roig Giménez
Lumen, 2011 - 284 págs - inicio
- Buen y legible autorretrato para Manuel Hidalgo
- Para Ana Blasfuemia este libro es impagable
[conociendo a Dorothy y Diane (madre e hija)]
Pensar«A mi madre le encantaban los dichos, las citas y los refranes. Siempre había papelitos con advertencias pegados en la pared de la cocina. Por ejemplo, la palabra PENSAR. La encontré pinchada con una chincheta en el tablón de corcho de su cuarto oscuro. La vi pegada con cinta adhesiva en un plumier que había decorado con un collage. Incluso me topé con un panfleto titulado PENSAR en su mesilla de noche. A mi madre le gustaba PENSAR. En una libreta escribió: Estoy leyendo el libro de Tom Robbins También las vaqueras sienten melancolía, y el pasaje de la boda está relacionado con los esfuerzos de las mujeres por realizarse. Escribo esto para pensar en ello más adelante… Y seguía con una cita del propio Robbins: Para la mayoría de las mujeres aleladas a las que han lavado el cerebro, el matrimonio representa la experiencia culminante de su vida; en cambio, para los hombres es una cuestión de eficacia logística: el varón consigue cama, comida, lavandería, televisión, descendencia y demás servicios, todos bajo un mismo techo… En cambio para la mujer el matrimonio supone la rendición. La mujer renuncia a la lucha y, a partir de ese momento, cede toda acción decisiva e interesante a su marido, que ha prometido cuidar de ella. Las mujeres viven más tiempo que los hombres porque en realidad nunca han vivido de verdad. A mi madre le gustaba PENSAR acerca de la vida, especialmente sobre la experiencia de ser mujer. Y también le gustaba escribir a propósito de este tema.
A mediados de los años setenta, durante una vista que hice a casa, estaba en el cuarto oscuro de mi madre revelando unas fotos que había hecho en Atlantic City y encontré algo que no había visto nunca. Era una especie de, no sé…, cuaderno de dibujo. [...] Lo cogí y lo hojeé. Aunque contenía varios collages más hechos con instantáneas, sus páginas estaban llenas de anotaciones.
He tenido un día productivo en la librería Hunter’s. Reordenamos la sección de arte y descubrí muchos libros interesantes que estaban escondidos allí. Han pasado dos semanas desde que me contrataron. Gano tres dólares y treinta y cinco centavos la hora. Hoy me han pagado ochenta y nueve dólares en total.
Aquel no era uno de los habituales álbumes de mi madre, con las acostumbradas servilletas de la cafetería Clifton, fotos en blanco y negro y mis poco emocionantes boletines de notas. Aquello era un diario de verdad. Una entrada fechada el 2 de agosto de 1976 decía:
CUIDADO EN ESTA PÁGINA. Para ti, posible lector del futuro, esto requiere valor. Me refiero a lo que me ronda por la cabeza. Estoy enfadada. El objeto: Jack y las cosas feas que me ha dicho y que no he olvidado. Ese es indudablemente el problema. «Cabrona del demonio.» Dicho con todo el sentimiento. ¡Por Dios! ¿Quién se ha creído que es?
Ya tenía bastante. Aquello era demasiado para mí. No quería saber nada de un aspecto de la vida de mis padres que pusiera en duda mi percepción de su amor. Dejé el cuaderno, salí del cuarto oscuro y no volví a abrir ninguno de sus ochenta y cinco diarios hasta que ella murió, unos treinta años más tarde. [...] No obstante, me impresionó la tenacidad de mi madre. ¿Cómo era capaz de seguir escribiendo sin tener un público, ni siquiera entre los miembros de su familia? Pues lo hacía.
Escribía acerca de la posibilidad de volver a estudiar a la edad de cuarenta años. Escribía contando historias de todos los gatos abandonados que recogía. [...] Escribía acerca de la frustración que le producía envejecer.» (págs. 11-12)
viernes, 25 de diciembre de 2020
jueves, 24 de diciembre de 2020
El hijo del chofer, de Jordi Amat
Jordi Amat (Barcelona, 1978)
EL HIJO DEL CHÓFER
Tusquets, 2020 - 256 págs. - inicio
- La gran promiscuidad, I. Sánchez-Cuenca en ctxt
- El monstruo era él, Jordi Amat en LV 2017
[interesante y frustrante]
«Josep Pla tiene poder. Su poder es poder decir la verdad. No es poder político ni económico. Tampoco institucional. No es el poder del cuarto poder porque ése es un poder menguado cuando no hay libertad de expresión para poder decir la verdad. El poder de Pla es intelectual. Blando e informal. Lo atesora y lo desprende. Lo nutre su experiencia, sus lecturas y su sagacidad. Y ese poder llama a los otros, porque las ideas, en última instancia, actúan como el fundamento donde el poder no se transmite pero sí se regenera. Durante medio siglo Pla ha seducido a elites sucesivas con ese poder. A catalanas y no pocas españolas. Elites políticas, económicas, culturales o periodísticas. El lugar donde Pla despliega su seducción es una mesa donde se come y se bebe y el eje son sus palabras. Con su mirada, incapaz de esconder sus emociones, y su discurso, que podía partir de una anécdota y tras un chascarrillo, Pla tenía la capacidad de hacer viajar en el tiempo a su interlocutor y trasladarlo a la memoria del siglo o al corazón del mundo. El poder intelectual es el de la influencia de las ideas.
En el ejercicio material de esa influencia, Josep Quintà actúa como un instrumento indispensable. A veces en mesas distinguidas de Barcelona, pero casi siempre en restaurantes de comida tradicional del Ampurdán. En especial cuando llega el verano y los hombres del poder duro se instalan en sus segundas residencias. Y es así como Quintà, entre plato y plato, acaba siendo uno más de la red de Josep Pla. Es un círculo que se va ensanchando en torno a Pla. No son solo los amigos de Palafrugell. No es solo Vicens. Serán empresarios, financieros y economistas. Quintà los conoce, los ve y les habla de tú a tú porque él también tiene su poder: el capital social que significa haberse convertido en la mejor vía de entrada para acceder a Josep Pla. Para mantener ese capital, que se ha ganado conduciendo, se necesita dominar algunos códigos. La buena educación, el capital que da la información y una agenda. Así puede asistir al despliegue del poder intelectual de Pla, aprender cuál es la dinámica de la influencia. Cuando ha podido la ha usado en beneficio propio, de los suyos o de sus amigos. ¿Podría pedirle a ese profesor, amigo Vicens, que apruebe a mi hijo? Ése es su poder. Poder es la producción de los efectos deseados. Si no eres influyente —si no puedes descolgar el teléfono o pedir un favor cuchicheando al oído cuando los otros apenas se dan cuenta y al fin conseguir lo que pretendes— no estás dentro. Quintà lo está. Su hijo Alfons, mientras acumula resentimiento, lo ve.» (págs. 23-24)
miércoles, 23 de diciembre de 2020
martes, 22 de diciembre de 2020
Las malas, de Camila Sosa Villada
Camila Sosa Villada (Córdoba, Argentina, 1982)
LAS MALAS
Tusquets, 2020 - 240 págs. - inicio
- Camila habla con Xavi Ayén en LV
- Devastadora crónica, Babelia
- Un texto sin remilgos, El Periódico
- Novela más que necesaria, Cuerpos Periféricos Red
- No al discursito lastimero, Camila en euforia.org.es
- Me hice mujer en el medio del fuego, con todo en contra.
[tierno, salvaje, formidable]
«Escribir de madrugada, cuando volvía de mi ronda prostibularia, escuchando siempre en la radio a La Negra Vernaci como apoyo y compañía en mi solitaria pieza de pensión. Un café, un porro. La visita clandestina de un amante. Los apuntes de la universidad sobre la mesa, que trataba de leer, de entender, pero me era imposible, como me era imposible asistir a todas las clases si quería tener plata suficiente para comer todos los días. La derrota cotidiana del optimismo y los propósitos, una batalla que siempre se perdía, y la obligación de regresar cada tanto a casa de mis padres.
Mis amigas, las travestis con que armaba familia, no entendían cómo soportaba la exposición, la luz diurna, la mirada heterosexual sobre mí, cómo era capaz de ir a cursar y de ir a rendir materias, ante profesores que ignoraban por completo mi existencia nocturna.
Aquella vida donde siempre fui extranjera, donde no era dueña de nada, la visita al mundo de los normales, de los correctos, mis compañeros y compañeras de clase media en la universidad, esa montaña de secretos y mentiras que siempre tuve para con todos ellos. Una mierda de vida, con el deseo perpetuamente reprimido. Pero era lo que hacía posible la otra vida, la de la noche, la del sexo por dinero, la de la desesperación por los hombres.
Así aprendí a mentir, a ocultar mi secreto, a preservarme de los ojos de los demás, de mis padres, de mis amigos, de mis profesores, de los señores de la verdad, los exigentes que pretendían la pureza de la carne y la sumisión del espíritu. Sí, era capaz de decirles: soy tan adaptada como ustedes, soy mejor que ustedes puesto que puedo ser como ustedes y como yo quiero al mismo tiempo. Y ellos aplaudían satisfechos, porque su modelo de mundo les parecía perfecto, y me abrían las puertas de sus casas y me invitaban a pasar, a ver bien de cerca sus hipocresías.
Y yo veía el sillón donde desplomaban sus cuerpos agotados, el cajón donde guardaban los billetes que pagarían los colegios privados de sus hijos y las vacaciones en la playa y las joyas de sus esposas. Pero también los veía llegar al Parque en sus coches último modelo, igual de dispuestos a pagar por una mujer con pene. Nada los desquiciaba más: "Me vuelve loco verte dormir con ese cuchillo entre las piernas".» (págs. 134-136)
Profunda humanidad | Camila Sosa Villada | TEDxCordoba
lunes, 21 de diciembre de 2020
sábado, 19 de diciembre de 2020
Una habitación compartida, de Inés Martín Rodrigo
Inés Martín Rodrigo (Madrid, 1983)
UNA HABITACIÓN COMPARTIDA
CONVERSACIONES CON GRANDES ESCRITORAS
Prólogo de Enrique Vila-Matas
Debate, 2020 - 296 págs.
- Presentación de Una habitación compartida, en EFT
- Las costumbres (literarias) de Inés
- Inés charla con Anna Maria Iglesia en FURther
- Inés en el CULTURAL de ABC
- El feminismo no se inventó ayer, C. Sigüenza
- Armónico retrato colectivo según Estandarte
[que merecía una portada mejor, añado]
EMILIE PINE (en 2020): «En ocasiones no he querido que se me percibiera primero como mujer. Sobre todo y principalmente en el trabajo. He querido ser una profesora seria, y para lograrlo di por hecho que metafóricamente debía llevar pantalones. Solo en los diez últimos años he empezado a trabajar sobre el cuerpo de las mujeres, en las artes escénicas, en las representaciones teatrales. Esa ha sido mi manera de despertar a todas las formas en las que el feminismo es importante y es algo bueno, bueno para los hombres, además de para las mujeres. Mientras crecía, mi madre fue la que me enseñó a ser feminista, y ambas dábamos por hecho que consistía en lograr que "a igual trabajo, igual salario". Pero no nos fijamos en la dimensión emocional. No queríamos que siguiese habiendo maneras segregadas de estar en el mundo. Ahora pienso que el movimiento "trans" es realmente importante para hacer avanzar la discusión política, de forma que hablemos de personas, en vez de hacerlo de hombres o mujeres.» (pág. 67)
JEANETTE WINTERSON (en 2017): «[...] Y es un héroe sólo por una razón: es un hombre. (Ríe.) Todos escribimos sobre nuestra vida y sabemos que los hombres no leen ficción escrita por mujeres. [...] No lo hacen. Sólo un 11 por ciento de los hombres lee ficción escrita por mujeres. O sea que si eres un hombre que escribes ficción, tienes muchas más probabilidades de recibir buenas críticas, aunque no vendas libros. (Ríe.) V.S. Naipaul sigue diciendo que las mujeres no pueden escribir, sigue abriendo su antiquísima boca para decir eso.» (pág. 92)
SVETLANA ALEXIÉVICH (en 2016): «No creo que conozcamos la realidad. La información no es la realidad. ¿En qué se diferencia el periodismo de la literatura? En que el periodismo tiene que ver con la información, mientras que la literatura descubre el misterio de la vida humana. Todo lo que algún día llegamos a imaginar ha quedado reducido a la nada comparado con la realidad. Nunca pudimos imaginar que llegaría el momento en que el hobre tuviera miedo de la tierra, del agua. El problema es que el futuro es tan impredecible, tan inimaginable que le tenemos mucho miedo. Nunca el mundo ha vivido tanto en el presente como ahora, no queremos que ese presente cambie, porque no tenemos fe en un futuro brillante.» (pág. 169)
INÉS: Cuando yo era niña, leía mucho, pero odiaba los cuentos de hadas, porque no quería que me salvara un caballero.
CAMILLE PAGLIA (en 2020): «Yo me identificaba con Napoleón [...] El año anterior me vestí de torero, inspirándome en la ópera Carmen. Y un año antes, tendría unos seis años, me vestí de soldado romano. En aquella época, las chicas no se disfrazaban de hombres. Parte de la grandeza del arte occidental nace de conflictos en torno al género, donde el artista suele tener una mirada andrógina. Vivimos un periodo horrible de conflicto, en el que hay personas conservadoras, religiosas, que aceptan la Biblia y creen que sólo hay dos sexos creados por Dios. Y luego está el extremo opuesto, con gente como Judith Butler, en Berkeley, que ha pasado por alto el estudio de la biología y proclama que no hay diferencia entre los sexos. No se puede negar la biología, es una locura, eso aumenta el poder de los conservadores, que miran a los progresistas —me considero progresista— como si viviésemos en un mundo ilusorio, de fantasía.» (pág. 179)
INÉS: Estos Cuentos escogidos se leen como una sola historia y, a medida que vamos pasando las páginas, vemos cómo hemos devastado nuestro planeta mediante una corrupción buscada, deseada por el propio ser humano. ¿Así ve nuestra sociedad?
JOY WILLIAMS (en 2017): «Me gusta eso que dice: una "corrupción deseada", exactamente. Ya no podemos ser descritos como meramente descuidados, irreflexivos o miopes. Consumimos, desperdiciamos, nos reproducimos y construimos en un delirio esteril. Realmente, a estas alturas sólo puede considerarse una psicopatía.» (pág. 188)
EDNA O'BRIEN (en 2019): «No hemos aprendido nada. Hemos desaprendido. El mundo es más peligroso ahora. Mire a los políticos en el Parlamento británico, son como niños de colegio con un lenguaje que convierten en armas. Es terrible. Es como una enfermedad, como una plaga. Si piensa en el lenguaje de hace cincuenta años, incluso cuarenta, o en el lenguaje de Abraham Lincoln, que es ejemplar... El lenguaje, no hay que equivocarse, es fundamental para la sociedad. La manera en que se usa el lenguaje es la manera en que se comporta la gente. Ahora, el lenguaje no es mejor que la basura. No sólo hablan de noticias falsas y mentiras, la profundidad con la que la gente se acusa es muy dañina y crea un malestar general. Mucha escritura contemporánea no es poética ni musical, porque los lectores lo que esperan ahora es algo más rápido.» (pág. 271)
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