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miércoles, 30 de agosto de 2023

Unos meses de mi vida, de Michel Houellebecq


Michel Houellebecq (Saint-Pierre, Reunión, 1956)
UNOS MESES DE MI VIDA
OCTUBRE 2022 - MARZO 2023
[Quelques mois dans ma vie, 2023]
Trad. Jaime Zulaika
Anagrama, 2022 - 120 pásgs. - inicio

Era imposible no admirarlo, Ignacio Vidal-Folch
Prosa precisa, ácida y eficaz, Francesc Bon
La amoralidad explicada al siglo XXI, Alberto Olmos
[curioso]

«Houellebecq actor porno? ¿Houellebecq racista, antimusulmán y apologeta del odio? Las dos polémicas que han sacudido al autor.
    Entre 2022 y 2023, el escritor se convirtió en el centro de dos polémicas que, según confiesa, le han pasado factura personal. Por un lado, el filósofo Michel Onfray mantuvo con él una conversación-entrevista en la que Houellebecq opinaba sobre la islamización de Europa y las hipotéticas reacciones violentas que provocaría: por sus palabras podía interpretarse que vinculaba a los musulmanes con la delincuencia. Se armó un escándalo y el rector de la Gran Mezquita de París amenazó con querellarse. El escritor matiza aquí sus polémicas declaraciones.
    La otra controversia está relacionada con su participación en un proyecto del colectivo artístico holandés Kirac, que se anunció como una película pornográfica protagonizada por Houellebecq. El autor cuenta este caso, en el que se sintió engañado y manipulado, por lo que acudió a la vía judicial para tratar de impedir la difusión de la cinta.
    ¿El eterno polemista se convierte en víctima de la sociedad del espectáculo, en la que siempre se ha movido como pez en el agua? Houellebecq, explica en este libro la tensión vivida y habla de la crisis de las sociedades occidentales, las felaciones, su relación con la pornografía, Pablo Picasso, Baudelaire… Una vez más, deslumbrará o irritará, pero no dejará a nadie indiferente.» (CONTRAPORTADA)

jueves, 23 de junio de 2022

Aniquilación, de Michel Houellebecq


Michel Houellebecq (Saint-Pierre, Reunión, 1956)
ANIQUILACIÓN
[Aneantir, 2022]
Trad. Jaime Zulaika
Anagrama, 2022 - 608 pásgs. - inicio - fragmento leído

Un novelón al gusto decimonónico, A. Glez. Pradillo
Engañosa sencillez, Nuria Azancot
No parece Houellebecq, Txema Arinas
La mejor novela de Michel Houellebecq, Koldo CF
Aniquilación es un tostón, Daniel Arjona
No es lo que aparenta, Marc Bassets
[raro (michel se reinventa)]

«Año 2027. Francia se prepara para unas elecciones presidenciales que es muy posible que gane una estrella de la televisión. El hombre fuerte detrás de esa candidatura es el actual ministro de Economía y Finanzas, Bruno Juge, para quien trabaja como asesor Paul Raison, el protagonista de la novela, un hombre taciturno y descreído. De pronto, en internet empiezan a aparecer extraños vídeos amenazantes –en uno de los cuales se guillotina al ministro Juge– con unos enigmáticos símbolos geométricos. Y la violencia pasa del mundo virtual al real: la explosión de un carguero en La Coruña, un atentado contra un banco de semen en Dinamarca y el sangriento ataque a una embarcación de migrantes en las costas de las islas Pitiusas. ¿Quién está detrás de estos hechos? ¿Grupos antiglobalización? ¿Fundamentalistas? ¿Acaso satanistas? Mientras Paul Raison indaga lo que está sucediendo, su relación matrimonial se descompone y su padre, espía jubilado de la DGSI, sufre un infarto cerebral y queda paralizado. El hecho propicia el reencuentro de Paul con sus hermanos: una hermana católica y simpatizante de la ultraderecha casada con un notario en paro, y un hermano restaurador de tapices casado con una periodista de segunda fila amargada y de colmillo retorcido. Y además Paul deberá enfrentar una crisis personal al serle diagnosticada una grave enfermedad...» (CONTRAPORTADA)

lunes, 20 de septiembre de 2021

Serotonina, de Michel Houellebecq


Michel Houellebecq (Isla de La Reunión, 1956)
SEROTONINA
[Sérotonine, 2019]
Trad. Oriol Sánchez Vaqué
Anagrama, 2019 - 288 pàgs. - Bibl. Lesseps

Lamentaciones del macho occidental, Carlos Pardo
La decadencia es el eje de la novela, Mauricio Bernal
Va del mundo que es, Lorena G. Maldonado
[transparent]

«Feia molt de temps que tenia el projecte de llegir La muntanya màgica, de Thomas Mann, intuïa que era un llibre fúnebre, però al capdavall esqueia a la meva situació, segurament era el moment. Així doncs, m'hi vaig endinsar, amb admiració al principi i després amb una reserva creixent. Tot i que la seva extensió i les seves ambicions eren considerablement més grans, el sentit últim de l'obra era en el fons exactament el mateix que el de Mort a Venècia. No més que aquell vell imbècil de Goethe (l'humanista alemany de tendència mediterrània, un dels xarucs més sinistres de la literatura mundial), no més que el seu heroi Aschenbach (molt més simpàtic, però), Thomas Mann, Thomas Mann mateix, i això era extremadament greu, havia sigut incapaç de fugir de la fascinació de la joventut i de la bellesa, que finalment havia col·locat per damunt de tot, per damunt de totes les qualitats intel·lectuals i morals, i a les quals, al cap i a la fi, ell mateix s'havia lliurat d'una manera abjecta sense la més petita contenció. Així, tota la cultura del món no servia de res, tota la cultura del món no aportava cap benefici moral ni cap avantatge, ja que a la mateixa època, exactament als mateixos anys, Marcel Proust concloïa, al final d'El temps retrobat, amb una franquesa remarcable, que no tan sols les relacions mundanes sinó fins i tot les relacions amistoses eren incapaces d'oferir res de substancial, eren senzillament una pèrdua de temps, i que l'escriptor no necessitava en absolut converses intel·lectuals, contràriament al que creia la gent en general, sinó «amors lleugers amb jovenetes en flor» [...]

    Marcel Proust i Thomas Mann, per tornar al meu tema, per més que posseïssin tota la cultura del món, per més que encapçalessin (en aquell impressionant principi de segle XX, que sintetitzava per si sol vuit segles i fins i tot una mica més de cultura europea) tot el saber i tota la intel·ligència del món, per més que representessin, cadascun per la seva banda, el punt culminant de les civilitzacions francesa i alemanya, és a dir, de les civilitzacions més brillants, més profundes i més refinades de la seva època, no n'estaven menys a la mercè, disposats a prostrar-se davant de qualsevol cony humit, o qualsevol cigala valentament alçada, segons les seves preferències personals; Thomas Mann en aquest sentit no s'acabava de decidir, i Proust, en el fons, tampoc no era gaire clar. El final de La muntanya màgica era, doncs, encara més trist del que deixava entreveure'n la primera lectura; no només significava, per l'esclat el 1914 d'una guerra tan absurda com mortal entre les dues principals civilitzacions de l'època, la fallida de qualsevol idea de cultura europea; significava fins i tot, per la victòria final de l'atracció animal, la fi definitiva de tota civilització, de tota cultura. Una noieta hauria pogut fer rodar el cap a Thomas Mann; Rihanna hauria fet flipar Marcel Proust; aquests dos autors, figures culminants de les seves literatures, no eren, per dir-ho en altres paraules, homes notables, hauríem hagut de remuntar-nos molt més enrere, al principi del segle XIX segurament, a l'època del romanticisme naixent, per respirar un aire més salubre i més pur.» (pàgs. 274-275)


lunes, 4 de mayo de 2015

Michel Houellebecq: Sumisión


Michel Houellebecq
Sumisión
[Soumission, 2014]
Trad. Joan Riambau
Anagrama, 2015
[Andrés Ibáñez: Si Europa cae]
«—Verá -prosiguió- el Bloque Identitario era cualquier cosa menos un bloque. Estaba dividido en múltiples facciones que se entendían mal y se llevaban peor: católicos, solidaristas ligados a la tercera vía, realistas, neopaganos, laicos puros y duros procedentes de la extrema izquierda... Pero todo cambió con la creación de los Indígenas Europeos. Al principio se inspiraban en los Indígenas de la República, predicando justo lo contrario, y lograron transmitir un mensaje claro e integrador: somos los indígenas de Europa, los primeros ocupantes de esta tierra, y rechazamos la colonización musulmana; rechazamos igualmente las empresas norteamericanas y la compra de nuestro patrimonio por los nuevos capitalistas llegados de la India, China, etcétera. Citaban astutamente a Jerónimo, Cochise y Toro Sentado; y, sobre todo, su página en Internet era muy innovadora gráficamente, con unas animaciones cautivadoras y una música marchosa, y eso atrajo a un público nuevo, un público de jóvenes.
—¿Piensa realmente que quieren provocar una guerra civil?
—No cabe la menos duda. Le enseñaré un texto aparecido en Internet. [...]
—Bueno, hay muchos del mismo estilo, pero éste es uno de los más sintéticos, con las estadísticas más fiables. Hay bastantes cifras, porque examinan el caso de veintidós países de la Unión Europea, pero las conclusiones son las mismas en todas partes. Para resumir su tesis, la transcendencia es una ventaja selectiva: las parejas que se reconocen en una de las tres religiones del Libro, las que mantienen los valores patriarcales, tienen más hijos que las parejas ateas o agnósticas; las mujeres tienen menos educación, y el hedonismo y el individualismo tienen menor peso. Además, la transcendencia es en buena medida un carácter genéticamente transmisible y las conversiones

Michel, arregladico
o el rechazo de los valores familiares sólo tienen una importancia marginal: en la inmensa mayoria de los casos, las personas permanecen fieles al sistema metafísico en el que han sido educadas. El humanismo ateo, sobre el que reposa el "vivir juntos" laico está por lo tanto condenado a corto plazo, pues el porcentaje de la población monoteísta está destinado a aumentar rápidamente y tal es el caso en particular de la población musulmana, sin tener siquiera en cuenta la inmigración, lo que acentuará aún más el fenómeno. Para los identitarios europeos está claro que, tarde o temprano, estallará necesariamente una guerra civil entre los musulmanes y el resto de la población. Concluyen que si quieren tener alguna posibilidad de ganar esa guerra es mejor que estalle cuanto antes, en cualquier caso antes de 2050 y, preferentemente, mucho antes.» (págs. 65-67)

lunes, 27 de octubre de 2014

Michel Houellebecq: Plataforma

«Abrí con resignación La tapadera, me salté doscientas páginas, retrocedí otras cincuenta; por casualidad di con una escena guarra. La intriga había avanzado bastante: Tom Cruise estaba ahora en las islas Caimán, poniendo a punto no se qué dispositivo de evasión fiscal; o denunciandólo, no estaba claro. Sea como fuere, conocía a una espléndida mestiza, y la chica no se asustaba de nada. [...] Yo me la estaba machacando con ganas, intentando imaginar mestizas con minúsculos trajes de baño en mitad de la noche. Eyaculé con un suspiro de satisfacción entre dos páginas. Se iban a pegar; bueno, tampoco era un libro de los que se leen dos veces. [...] Lo intenté con mi otro best-seller norteamericano, Control total, de David G. Balducci; pero era todavía peor. Esta vez el héroe no era un abogado, sino un joven informático superdotado que trabajaba ciento diez horas por semana. [...] Hice un agujero en la arena para enterrar los dos libros; el problema es que ahora tenía que encontrar algo que leer. Vivir sin leer es peligroso, obliga a conformarse con la vida, y uno puede sentir la tentación de correr riesgos. A los catorce años, una tarde en que la niebla era especialmente densa, me perdí esquiando; tuve que atravesar zonas de aludes. Recordaba sobre todo las nubes plomizas, muy bajas, y el silencio absoluto de la montaña. Sabía que aquellas masas de nieve podían desprenderse de pronto [... ] Me arrastrarían varios cientos de metros en su caída, hasta el pie de las rocas; entonces moriría, probablemente en el acto. Sin embargo, no sentía el menor miedo. Me fastidiaba que las cosas acabaran así, por mí y por los demás. Habría preferido una muerte mejor preparada, en cierto modo más oficial, con una enfermedad, una ceremonia y lágrimas. Lo que más sentía, en realidad, era no haber conocido el cuerpo femenino. Durante los meses de invierno, mi padre alquilaba el primer piso de su casa; aquel año lo había cogido una pareja de arquitectos. Su hija, Sylvie, también tenía catorce años; parecía sentirse atraída por mí, o por lo menos buscaba mi presencia. Era menuda, graciosa, y tenía el pelo negro y rizado. ¿Tendría también el sexo negro y rizado? Ésas son las ideas que me venían a la cabeza mientras caminaba penosamente por la ladera de la montaña. Desde entonces, me he preguntado a menudo por qué, en presencia del peligro, incluso de una muerte próxima, no siento ninguna emoción especial, ninguna descarga de adrenalina. Yo buscaría en balde esas sensaciones que atraen a los que practican «deportes extremos». No soy nada valiente, y huyo del peligro tanto como puedo; pero llegado el caso, lo recibo con la placidez de un buey. Supongo que no hay que buscarle más explicación, que es sólo un asunto técnico, una cuestión de dosificación hormonal; parece que otros seres humanos, en apariencia semejantes a mí, no sienten la menor emoción en presencia del cuerpo de una mujer, que en aquella época me sumía, y a veces todavía lo hace, en trances imposibles de controlar. En la mayoría de las circunstancias de mi vida, he sido poco más o menos tan libre como un aspirador.» (págs. 84-87)
PLATAFORMA
Michel Houellebecq
(Plateforme, 2001)
Trad. Encarna Castejón
Anagrama, 2002
320 págs. | 10,90 €
[fragmento]


De la editorial: "Michel, parisino, funcionario, cua- rentón, apocado y apático, incapaz de experimentar ninguna emoción, parte de vacaciones a Tailandia para olvidarse de todo y sumer- girse en un paraíso de placer en el oasis del turismo sexual. Allí conoce a Valé- rie, directiva de Nouvelles Frontières y con ella decide crear una red mundial de colonias turísticas en las que el sexo se practique libre- mente, los deseos estén en venta y la prostitución sea legal. [...] Una novela que ha conmocionado a Francia por su provocadora visión del cinismo erótico de la sociedad de consumo.


[mucho menos que los otros]

miércoles, 30 de julio de 2014

Houellebecq: La posibilidad de una isla


Daniel 24, 1

«Mira esas pequeñas criaturas que se mueven a lo lejos. Son hombres.
    A la luz que agoniza, asisto sin lamentos ni arrepentimientos a la desaparición de la especie. Un último rayo de sol roza el llano, pasa por encima de la cadena montañosa que intercepta el horizonte al este, tiñe el paisaje desértico de un halo rojo. El enrejado metálico de la barrera de protección que rodea la residencia resplandece. Fox gruñe suavemente; sin duda percibe la presencia de los salvajes. Por ellos no siento ninguna piedad, ningún sentimiento de comunidad. Los considero simplemente como monos un poco más inteligentes, y por eso mismo más peligrosos. A veces abro la barrera para socorrer a un conejo o a un perro vagabundo; nunca para ayudar a un hombre.
    Tampoco se me ocurriría nunca aparearme con una hembra de su especie. La barrera interespecífica, que suele ser territorial en los invertebrados y las plantas, se vuelve principalmente comportamental en los vertebrados superiores.

    En algún lugar de la Ciudad Central hay un ser modelado a mi imagen y semejanza; al menos tiene mis rasgos y mis órganos internos. Cuando yo muera, la ausencia de señal será captada en cuestión de nanosegundos; se pondrá en marcha la fabricación de mi sucesor. Al día siguiente, o al otro a más tardar, se abrirá la barrera de protección; mi sucesor se instalará entre estas paredes. Será el destinatario de este libro.
  La primera ley de Pierce identifica personalidad y memoria. En la personalidad no existe nada salvo lo memorizable (ya se trate de memoria cognitiva, comportan mental o afectiva). Por ejemplo, gracias a la memoria el sueño no disuelve en absoluto la sensación de identidad.
    Según la segunda ley de Pierce, el soporte adecuado de la memoria cognitiva es el lenguaje.
  La tercera ley de Pierce define las condi- ciones de un lenguaje incapaz de tergiversar.

    Las tres leyes de Pierce acabarían con las azarosas tentativas de descargas mnemónicas a través de un soporte informático, en provecho, por un lado, de la descarga molecular directa y, por otro, de lo que hoy conocemos como relato de vida, inicialmente concebido como mero complemento, una solución provisional pero que, a consecuencia de los trabajos de Pierce, cobraría una importancia considerable. De hecho, este crucial avance lógico llevaría, curiosamente, a la rehabilitación de una forma antigua, en el fondo bastante cercana a lo que antaño llamaban autobiografía.
    No hay reglas precisas respecto al relato de vida. El principio puede tener lugar en cualquier punto de la temporalidad, igual que la primera mirada puede detenerse en cualquier punto del espacio de un cuadro; lo importante es que, poco a poco, asome el conjunto. » (pp. 25-26)

+ El mapa y el territorio
+ Ampliación del campo de batalla


La posibilidad de una isla
Michel Houellebecq
(La Possibilité d'une île, 2005)
Trad: Encarna Castejón
Punto de lectura, 2013
448 pág. 9,99 €


Entrevista de Thierry ARDISSON a propósito de La Possibilité d'une île.

"La Possibilité d'une île", la canción, interpretada por Carla Bruni.

«Mi vida, vida mía, mi antiquísima vida,
mi primer deseo mal curado,
mi primer amor disminuido,
has tenido que volver.

He tenido que conocer
lo mejor que hay en la vida,
dos cuerpos que disfrutan de su felicidad
uniéndose y renaciendo sin fin.

En completa dependencia
comparto el temblor del ser,
la vacilación de desaparecer,
el sol que azota el lindero.

Y el amor, en el que todo es fácil,
donde todo se da al instante:
existe en mitad del tiempo
la posibilidad de una isla.»

"La posibilidad de una isla", poema de Michel Houellebecq contenido en el libro.
[qué libro tan trabajoso]

jueves, 27 de febrero de 2014

Houellebecq: Ampliación del campo de batalla

«A continuación, tomo la palabra el jefe de sección de Estudios Informáticos. Resumir en unas pocas frases treinta años de carrera íntegramente dedicada a la informática agrícola era una apuesta temible, una tarea imposible. Louis Lindon, recordó, había conocido los momentos heroicos de la informatización: ¡Las tarjetas perforadas! ¡Los cortes eléctricos! ¡Los cilindros magnéticos! A cada exclamación abría vivamente los brazos, como invitando a la asistencia a dejar volar su imaginación hacia ese periodo caduco.
 »El interesado sonreía con aire malicioso, se mordisqueaba el bigote de manera bien poco apetitosa; pero en conjunto se portaba con corrección. Louis Lindon, concluyo el jefe de sección calurosamente, había dejado su huella en la informática agrícola. Sin el, el sistema informático del Ministerio de Agricultura no seria lo que es. Y eso no podría olvidarlo (su voz se hizo un poco mas vibrante) ninguno de sus colegas presentes o futuros.
  »Hubo unos treinta segundos de nutridos aplausos. Una muchacha elegida entre las más puras le entrego al futuro jubilado su caña de pescar. El extendió el brazo y la blandió con timidez. Fue la señal de dispersarse hacia el buffet. El jefe de sección se acercó a Louis Lindon y le obligo a un paso lento, pasándole el brazo por los hombros, para intercambiar con él algunas palabras más tiernas y personales.
  »Ese fue el momento que eligió el teórico para susurrarme que Lindon pertenecía a otra generación de la informática. Programaba sin verdadero método, de manera un poco intuitiva; siempre le había costado trabajo adaptarse a los principios del análisis funcional, los conceptos del método Cereza del bosque seguían siendo para el, en su mayor parte, letra muerta. De hecho, habían tenido que reescribir todos sus programas; desde hacia dos años ya no le daban gran cosa que hacer, ya estaba mas o menos en la reserva. Nadie ponía en duda, añadió con calor, sus cualidades personales. Solo que las cosas evolucionan, es normal.
  »Tras enterrar a Louis Lindon en las brumas del pasado, el teórico pudo emprenderla otra vez con su tema predilecto: según el, la producción y la circulación de la información iban a verse afectadas por la misma mutación que habían conocido la producción y la circulación de mercancías: el paso del estadio artesanal al estadio industrial. En materia de producción de la información, constataba con amargura, estábamos todavía lejos del cero defectos; a menudo seguían imperando la redundancia y la imprecisión. Las redes de distribución de la información, insuficientemente desarrolladas, seguían llevando la impronta de la aproximación y el anacronismo (¡la compañía telefónica sigue repartiendo guías de papel!, subrayaba, colérico). A Dios gracias, los jóvenes reclamaban informaciones cada vez mas numerosas y cada vez mas fiables; a Dios gracias, se mostraban cada vez mas exigentes con los tiempos de respuesta; pero el camino que llevaría a una sociedad perfectamente informada, transparente y comunicante era todavía largo.» (pp. 50-53)

MICHEL HOUELLEBECQ
Ampliación del campo de batalla
(Extension du domaine de la lutte, M. Nadeau 1994)
Trad. Encarna Castejón
Anagrama, 1999


Extension du domaine de la lutte, Maurice Nadeau, 1994
Autour de lui, les personnages luttent pour un peu d'amour, de plaisir sexuel ou d'argent. Il est technicien en informatique; il n'a plus d'ambition. Sa vie est une succession de déceptions banales; les repères sociaux s'effritent. Il va perdre son emploi, il ne trouvera pas de femme. L'enfance est finie: au-dessus de lui, il sent grandir l'aile sombre de la dépression. Un roman d'apprentissage: l'apprentissage du dégoût.

lunes, 15 de abril de 2013

Houellebecq: El mapa y el territorio

Michel Houellebecq: El mapa y el territorio (portada compactos)
  Michel Houellebecq
  El mapa y el territorio
  (La carte et le territoire, 2010)
  Trad. Jaime Zulaika
  Compactos Anagrama
  Barcelona, 2013

 about
  - Jorge Carrión: La autobiografía como destrucción
  - Andrés Ibáñez en ABC
  - Jordi Corominas en Revista de Letras
  - Santiago Gamboa (Babelia): Un mundo sin maquillaje
  - Nadal Suau en El Cultural

Michel Houellebecq: El mapa y el territorio (pp.222-223)
Página 2 - Entrevista: Michael Houellebecq
HOMENAJE AL TRABAJO HUMANO (cuadros de Jed Martin)
El arquitecto Jean-Pierre Martin abandonando la dirección de su empresa
Damien Hirst y Jeff Koons repartiéndose el mercado del arte
Bill Gates y Steve Jobs conversando sobre el futuro de la informática
Ferdinand Desroches, carnicero caballar
Claude Vorilhon, gerente de un bar-estanco
Maya Dubois, asistente de telemantenimiento
Aimée, escort-girl
Michel Houellebecq, escritor
El periodista Jean-Pierre Pernaut animando una conferencia de redacción
El ingeniero Ferdinand Piëch visitando los talleres de producción de Molsheim
[El mapa es más interesante que el territorio]
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