Enrique Vila-Matas ha sido entrevistado en paper de vidre y no resisto la tentación de reproducir fragmentos de algunas de sus respuestas:
- “Aquí en este país, hasta hace muy poco, si alguien casualmente se enteraba de que, por ejemplo, yo leía a un tal Blanchot, lo consideraban una anomalía más de las mías. En realidad esas anomalías no han consistido más que en ser normal, culturalmente hablando, en un país de anormales. Esas anomalías han consistido siempre en estar interesado por todo y leer cualquier cosa que se ponga a mi alcance, hasta los papeles de periódico que el viento mueve en la calle.”
- “Ahora parece que sea anómalo que me rodee por Internet y lea blogs. Pero yo creo que, conociéndome, es algo normal que suceda. Que a los solemnes escritores españoles famosos se les caigan los anillos por leer blogs no significa que yo no lo haga, no significa que no pueda bajar a la arena de internet y perder anillos que, a fin de cuentas, recupero pronto. Leo blogs literarios como leo periódicos y libros. No le cierro puertas a ninguna lectura ni información. Y sí, me divierte y me instruye y me interesa ver qué se dice y qué se mueve en ciertos blogs que considero honestos e interesantes, y no conducidos por el tontolaba de turno. Pondré ejemplos de blogs muy diversos pero todos francamente estimulantes:
- El lamento de Portnoy
- El dormitorio de Maud
- el de Pierre Assouline en Francia
- Apostillas literarias de la mexicana Magda
- Borra el humo de tu frente
- La segona perifèria
- el Moleskine literario de Iván Thays en Perú
- Paraguas en llamas en el barrio del Clot de Barcelona
- el de la madrileña Cristina Núñez Pereira
- Hasta siempre Elena
- el del Llibreter
- el de Guillermo Urbizu
- el de Miguel SanFeliu
- el de Daniel Link en Argentina (Linkillo.com)
- No ha lugar en Murcia
- el de Enrique Ortiz
- el de Gustavo Faverón en USA
- el de Fadanelli en México...
- “¡Ay, ese texto, «La gloria solitaria»...! En realidad, a mí me gustaría poder escribir siempre como lo le hecho en ese ensayo que cierra Exploradores del abismo. En ese escrito es donde más me reconozco. Ahí precisamente queda claro que el público lector puede ser a veces un gran engorro. Como no estoy actualmente para perder el tiempo, creo que cada vez haré más lo que realmente quiero hacer y que por tanto mi literatura se dirigirá hacia ese tipo de escritura en la que me siento más auténtico y más libre. […] Creo que en realidad con tanto hablar en mi última novela del caso de Pasavento y de su desaparición, lo que ha ocurrido es que con el colapso físico quien realmente ha desaparecido soy yo o, mejor dicho, el «yo» que era yo el año pasado. Ahora quizás me haya convertido en alguien que se esfuerza por cambiar su pasado. Necesitamos todos —tanto si escribimos como si no— vivir otras historias. Estamos constituidos por historias.”
- “No soy solemne y soy autocrítico y si la gente no se inclina a mi paso es porque yo así lo he querido para poder sentirme, entre otras cosas, cómodo. Y es que soy un pendejo. Me he recorrido en otra época todas las barras de todos los bares del mundo y he hecho el ridículo en mil lugares y en otros mil he brillado. Lo he pasado genial y los mediocres han creído encontrar ahí un flanco para hundirme. No saben que mentalmente soy fuerte y puedo destrozarme a mí mismo y salir incólume. Por eso me hace gracia que algún ratón sin obra me considere vulnerable e intente, encima, medrar a mi costa. Estoy más cerca de Montgomery Clift o de Guy Debord que de cualquier monstruo académico de nuestra literatura. Soy barriobajero cuando quiero, detesto todo lo solemne, soy una víbora, soy abyecto, soy una bellísima persona en mis ratos libres. Mi literatura ha ido creciendo en importancia sin que yo haya movido un dedo para ello y en los últimos años el reconocimiento ha ido cayendo por su propio peso.”
- “Dice Rodrigo Fresán, en su nota sobre Exploradores del abismo, que haga yo lo que haga, siempre me ocurrirán cosas vila-matasianas. Es cierto que ficción y realidad se confunden notablemente en mí, pero yo no he inaugurado esto, pues estamos hablando de una pasión por la vida y la literatura de tipo cervantinos. ¿Que me ocurren cosas vila-matasianas? Lo sabe todo el mundo que me conoce. Basta salir un momento conmigo a la calle, ir a algún sitio y armarse de una relativa paciencia y al poco rato verá usted que ocurre siempre algo que parece salido de uno de mis relatos. Toda la realidad se parece a lo que escribo. En esta situación, Vila-Matas es obviamente uno de mis personajes. Y se da, por cierto, la paradoja de que gracias a escribir de forma tan aparentemente autobiográfica, mi verdadera vida personal se ha preservado por completo, pues no ha estado nunca ni remotamente al alcance del público. Me hace gracia cuando a veces alguien pregunta para qué sirve la literatura. Yo lo tengo precisamente muy claro...”
- “¿Ha leído los aforismos de Lichtenberg?: «A lo más que puede llegar un mediocre es a descubrir los errores de quienes lo superan.» ¿Le digo otro aforismo? «En Zezu los profesores enseñan sentido común. Los estudiantes viven abatidos.»”
- “El próximo lunes hemos quedado Quim Monzó y yo para comer. Un mano a mano. Tal vez sorprenda esto, dado que la cultura controlada por la política (véase Frankfurt) ha creado la absurda imagen de que hay un abismo entre los escritores de Barcelona en lengua castellana y los de lengua catalana. Y no es exactamente así. Monzó, al igual que Pàmies, son amigos míos desde hace 30 años y yo conecto mil veces más con lo que escriben ellos que con lo que escribe el cebollo de Trapiello, por ejemplo. He dicho Monzó y Pàmies. Y bien, son dos escritores que considero imprescindibles. Pero también conecto con autores como Carme Riera, como el oulipiano Màrius Serra, como Lluís-Anton Baulenas, Ramon Solsona, Jordi Coca, Francesc Serés (tan distinto de lo que yo hago, pero al que admiro por su inteligente y vigoroso trabajo), como Biel Mesquida (por su constante vanguardismo), como Miquel de Palol (especialmente por El jardí dels set crepuscles), como Lolita Bosch, como Empar Moliner, como Pere Guixà. Y presidiéndolo todo, el profesor Jordi Llovet, uno de los últimos intelectuales sabios que le queda a Cataluña.”
Ahora que ya he compuesto esta lista —que era lo que más pereza me daba hacer—, creo que cualquier día de éstos dedicaré uno de mis dietarios volubles de El País a los blogs literarios.”
2 comentarios:
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Ha sido leer tu nombre y he dejado de leer la entrada, emocionado. ¡Tenía que comentarlo! ¡Enhorabuena!
Cada vez me cae mejor este hombre, jejee...
OLI I7O
PD: Y, casualidades de la vida, me está saliendo que verifique la palabra "mnatas" para publicar.
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