"Así por esta nuestra sentencia, la pronunciamos, mandamos y firmamos." Javier Gómez Bermúdez, Alfonso Guevara y Fernando García Nicolás, 31 de octubre de 2007.
Arcadi Espada dice hoy: “Escribir feliz supone un problema. Ya lo dijo Hemingway: cuando uno es feliz debe dedicarse a serlo. Pero hablaba de la vida íntima. Si las razones de la felicidad pueden presentarse en público, la escritura es una forma de celebración. Que el Estado le haga a uno feliz en España es una rareza que roza la perversión. Siempre que en España ha despuntado la mera posibilidad del Estado rápidamente se le ha sometido a la estrangulación. La última, por cierto, ha sido obra del presidente Zapatero y de una legislatura cuya enjundia y propósito define aquella afirmación presidencial de que las palabras han de estar al servicio de la política y no viceversa. El atropello y la subasta del sentido han afectado a zonas muy delicadas del Estado de Derecho, y valga como imagen sintética la actual situación del Tribunal Constitucional. Por fortuna la sentencia de la matanza de Madrid devuelve a los españoles una confianza sometida a la tumefacción histórica. No es la menor la confianza sintáctica: ahí tienen los educandos un texto para aprender a escribir la verdad en español. La sentencia es también una muestra de coraje fáctico frente a la opinión. Se niega que exista un solo indicio que vincule a los terroristas etarras con la matanza y tampoco da noticia de que la invasión de Irak fuera un elemento desencadenante de la voluntad de los asesinos.”
Arcadi Espada dice hoy: “Escribir feliz supone un problema. Ya lo dijo Hemingway: cuando uno es feliz debe dedicarse a serlo. Pero hablaba de la vida íntima. Si las razones de la felicidad pueden presentarse en público, la escritura es una forma de celebración. Que el Estado le haga a uno feliz en España es una rareza que roza la perversión. Siempre que en España ha despuntado la mera posibilidad del Estado rápidamente se le ha sometido a la estrangulación. La última, por cierto, ha sido obra del presidente Zapatero y de una legislatura cuya enjundia y propósito define aquella afirmación presidencial de que las palabras han de estar al servicio de la política y no viceversa. El atropello y la subasta del sentido han afectado a zonas muy delicadas del Estado de Derecho, y valga como imagen sintética la actual situación del Tribunal Constitucional. Por fortuna la sentencia de la matanza de Madrid devuelve a los españoles una confianza sometida a la tumefacción histórica. No es la menor la confianza sintáctica: ahí tienen los educandos un texto para aprender a escribir la verdad en español. La sentencia es también una muestra de coraje fáctico frente a la opinión. Se niega que exista un solo indicio que vincule a los terroristas etarras con la matanza y tampoco da noticia de que la invasión de Irak fuera un elemento desencadenante de la voluntad de los asesinos.”
1 comentario:
"Que interrumpa a los letrados, vale, pero a mí ni se le ocurra."
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