“Un ejemplo de porqué se construyen rascacielos es el Flatiron, en la Quinta con la 23, uno de los primeros (1902) y más célebres. Flatiron, «plancha», es el nombre popular que ha acabado adoptando; al principio se llamaba Fuller Building y alojaba en los primeros pisos la compañía constructora George A. Fuller. Uno lo mira y piensa: pobre arquitecto, tener que aprovechar ese solar tan raro. En realidad, la parcela fue lo que le interesó a los Fuller y al arquitecto, Daniel Burnham. Porque estaba en muy buen sitio, justo enfrente del Madison Square Garden original (un nudo de bares y teatros), y sobre todo, porque era triangular. La constructora quería atraer como inquilinos a los financieros de Wall Street, pero era difícil sacarlos de su barrio. Hacía falta algo especial, un edificio tan singular que constituyera un reclamo. El resultado, de 87 metros de altura, fue magnífico: un frontal afilado, una parte trasera inspirada en la arquitectura renacentista y adornada con perfiles barrocos (como las catedrales, los rascacielos sin gárgolas y esculturas simbólicas no son nada), un revestimiento de terracota que envejeció bien y unos interiores menos insensatos de lo que sugiere el exterior.
Aunque los tipos de Wall Street se quedaron donde estaban, los desocupados de Manhattan ganaron un lugar de encuentro: en la base de la afilada «proa» del Flatiron confluyen varias corrientes de aire, y muy pronto corrió la voz de que el viento levantaba las faldas de las damas cuando pasaban por delante de la «quilla», en la Calle 23. Durante años hubo policias apostados en el lugar para ahuyentar a los mirones, al grito de «23 skidoo», «23» por la calle y “skidoo” porque era una expresión de la época que venía a significar «lárgate». La frase se hizo popular, y sigue utilizándose.”
Aunque los tipos de Wall Street se quedaron donde estaban, los desocupados de Manhattan ganaron un lugar de encuentro: en la base de la afilada «proa» del Flatiron confluyen varias corrientes de aire, y muy pronto corrió la voz de que el viento levantaba las faldas de las damas cuando pasaban por delante de la «quilla», en la Calle 23. Durante años hubo policias apostados en el lugar para ahuyentar a los mirones, al grito de «23 skidoo», «23» por la calle y “skidoo” porque era una expresión de la época que venía a significar «lárgate». La frase se hizo popular, y sigue utilizándose.”
Enric González. Historias de Nueva York (RBA, 2006)
2 comentarios:
Conocía esa expresión, y es cierto lo del viento en esa esquina. ¡Ayyy! ¡Otra vez me llevas a Nueva York!
Me está encantando esta serie... :o)
OLI I7O
Pues cuando quieras repetimos. Together, of course ;o)
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