“Coelum non animum mutant qui trans mare currunt”
Horacio (Cartas I, XI, 27)
Hoy, comentando el libro “El viatjar infinit” (“El infinito viajar”) de Claudio Magris, Jordi Llovet habla de turistas y viajeros en el suplemento Quadern de la versión catalana de El País. Sus reflexiones sobre el hecho de viajar me han parecido tan pertinentes, que reproduzco los dos últimos párrafos del artículo tal y como han sido escritos. Aunque considero que el catalán y el castellano son lenguas muy parecidas, para facilitar su lectura allende los mares, he añadido la versión en castellano hecha con el traductor automático Translendium.
Horacio (Cartas I, XI, 27)
Hoy, comentando el libro “El viatjar infinit” (“El infinito viajar”) de Claudio Magris, Jordi Llovet habla de turistas y viajeros en el suplemento Quadern de la versión catalana de El País. Sus reflexiones sobre el hecho de viajar me han parecido tan pertinentes, que reproduzco los dos últimos párrafos del artículo tal y como han sido escritos. Aunque considero que el catalán y el castellano son lenguas muy parecidas, para facilitar su lectura allende los mares, he añadido la versión en castellano hecha con el traductor automático Translendium.
- “En el cas de Magris, com no podia ser d’altra manera, el viatger no corre món per comprovar que les coses són iguals com les havia llegides o les havia vistes a la televisió, al cinema o en un prospecte turístic –habitualment, això comporta moltes decepcions, perquè tant la fotografia com el cine fan les coses més grans que no són en realitat; i llavors les piràmides d’Egipte resulten molt baixetes, la plaça romana de Sant Pere molt petita i la Sagrada Família un nyap-, sinó per descobrir allò que la realitat pot oferir sempre d’inèdit i de sorprenent, i, sobretot, tot allò que homes i dones de cada lloc expliquen, de manera que fan més gran, amb eloqüència, el coneixement de la vida i la callada existència del qui ha viatjat. Amb sensatesa, Magris viatja en aquest llibre sobretot per terres de la Mediterrània i de Centroeuropa; només per excepció s’aventura a visitar la Xina i el Vietnam, que són llocs on no hi ha manera d’entendre-hi res de res, com molt bé va explicar Roland Barthes en un assaig famós: Alors, la Xine?
Això sí: de la lectura global d’aquest llibre un hom arriba a la conclusió que el temps dels viatgers a la recerca d’allò que explicava Cavafis en el seu poema -que vol dir sortir d’un mateix per tornar més ric a si mateix al final de la vida, tot omplint-la de sentit- és un temps acabat. Avui, viatjar només serveix per distreure’s de sí mateix i de la mort que ens ronda. Tornem a Horaci, doncs, quedem-nos a casa i viatgem, com a molt, al voltant de la cambra (Xavier de Maistre) o -espai encara més petit- al voltant del nostre crani (Frigyes Karinthy).”
- “En el caso de Magris, como no podía ser de otra manera, el viajero no recorre el mundo para comprobar que las cosas son como las había leído o las había visto en la televisión, en el cine o en un prospecto turístico -habitualmente, eso comporta muchas decepciones, porque tanto la fotografía como el cine hacen las cosas mayores de lo que son en realidad; y entonces las pirámides de Egipto resultas muy bajas, la plaza romana de San Pedro muy pequeña y la Sagrada Familia una chapuza-, sino para descubrir lo que la realidad puede ofrecer siempre de inédito y de sorprendente, y, sobre todo, todo aquello que hombres y mujeres de cada lugar explican, y que contribuye a aumentar, con elocuencia, el conocimiento de la vida y la callada existencia del que ha viajado. Con sensatez, Magris viaja en este libro sobre todo por tierras del Mediterráneo y de Centroeuropa; sólo por excepción se aventura a visitar China y Vietnam, que son sitios donde no hay manera de entender nada de nada, cómo muy bien explicó Roland Barthes en un ensayo famoso: Alors, la Xine?
Eso sí: de la lectura global de este libro uno uno llega a la conclusión que el tiempo de los viajeros en busca de aquello que explicaba Cavafis en su poema -que quiere decir salir de uno mismo para volver más rico a sí mismo al final de la vida, llenándola de sentido- es un tiempo acabado. Hoy, viajar sólo sirve para distraerse de sí mismo y de la muerte que nos ronda. Volvamos a Horacio, pues, quedémonos en casa y viajemos, como mucho, en torno a la habitación (Xavier de Maistre) o -espacio todavía más pequeño- en torno a nuestro cráneo (Frigyes Karinthy).”
5 comentarios:
Hm,
buenos días Elena; es curioso este texto que reseñas, pues parece totalmente contradictoria la primera parte respecto a la segunda.
Entiendo que es Magris quien reivindica el viaje para "descubrir lo que la realidad pueda ofrecer siempre de inédito y sorprendente" (no queda claro)pero... no es muy congruente que Llovet reivindique esto (estoy de acuerdo: el gran aliciente del viaje es ése), para luego animar a quedarse en casa y viajar a lo sumo por la propia casa o cráneo.
Lo siento, pero no puedo estar más en desacuerdo: si se ha pervertido el sentido primigéneo de viajar (que es cierto, con la masificación), hay que...
. ¿dejar de viajar? (Llovet)
. ¿Viajar a los pocos sitios elitistas que quedan? (Los pijos)
. o... en cambio.... ¿Viajar en otras temporadas, con otro timing, y con otra mentalidad.
Esto último, defiendo yo, es lo que hay que hacer; como un poco todo en este tiempo, la propuesta arriesgada de verdad (quién lo iba a decir) está en redefinir nuestros propios hábitos más elementales.
¡Abrazos! Am
Lo importante no es viajar. Es haber viajado.
Me gusta mucho viajar, compa Elena, y ahora viajo poco. Pero yo siempre he viajado cerquita y cortito (o no muy lejos ni muy largo), y en viajes turísticos, que creo que no tienen nada que ver con ese viaje del que se habla como experiencia intensa, catártica o algo parecido. Así que poco puedo opinar sobre viajes, me temo. Pero como me cuesta tanto "aguantarme la tecla", ya ves, aquí ando...
Un abrazo.
Gracias a todos por vuestras opiniones y/o análisis.
Andrés, cómo tú dices, el artículo presenta puntos de vista que pueden parecer contradictorios, y quizás eso es lo bueno. Son interrogantes a los que cada uno puede aportar sus puntos de vista. Y sí, yo creo que hay que viajar para conocer el mundo en el sentido más amplio de la palabra, para conocer a los demás y para conocernos a nosotros mismos. Pero para conseguir todo esto no siempre hace falta ir muy lejos.
Por otra parte, ayer había otro interesante artículo en el suplemento The New York Times de El País relacionado con este tema: “Visitar los barrios pobres del mundo ¿es turismo o voyeurismo? “
Estoy de acuerdo de que para abrir la mente no hay que ir especialmente lejos; visitar pobres, me parece, es más bien voyeurismo. ¡Abrazos! Am
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