Recien inyectada en vena la última dosis posible de Los Soprano quiero rendir homenaje a esta inmensa serie con estas palabras de Carlos Boyero:
“En el maravilloso arranque de Si una noche de invierno un viajero Italo Calvino describía el opiáceo proceso desde que sales a buscar un libro anhelado hasta que te instalas en tu sillón favorito y abres sus páginas. Yo cometí el error de descubrir los primeros capítulos de una serie de televisión que olía a gran cine en la siempre temible versión doblada, esperando una vez a la semana que me siguieran contando la cotidianidad familiar y la salvaje metodología profesional del emperador de los malos, un mafioso gordo, follador, glotón y maquiavélico que una mañana descubrió alucinado y sufriente que la depresión y el llanto también podía cebarse con él por la dadaísta e impronunciable razón de que los vagabundos patos que visitaban su piscina se habían largado hacia otro refugio y que una sensual psiquiatra podía remover sus recuerdos, sus relaciones familiares y jerárquicas, aclarar su torturada cabeza y calmar su dolor.
El nombre de esta droga con inmediato poder de adicción era Los Soprano. Dejé de verla en la tele y espere con paciencia heroica, aunque también compensatoria, a que saliera puntualmente en DVD cada ansiada temporada. Mareaba a los empleados de las tiendas preguntando por la fecha de mi cita de amor, metiéndome el incomparable colocón desde el crepúsculo hasta el amanecer de devorar capítulo tras capítulo, mecido por la voz nasal y la pinta de oso alternativamente canalla y tierno del extraordinario James Gandolfini. Cuando pensaba que lo que estaba viendo y escuchando era una costumbrista y deliciosa comedia, cuando notaba que me estaba colgando con esos personajes tan humanos y simpáticos, el genial capitán del barco David Chase y su admirable ejército de guionistas te recordaban con violencia seca, transparente, subterránea o espeluznante el reverso tenebroso de tus iconos, la naturaleza, los mecanismos y la metodología de su abominable profesión. [...] Tengo claro que entre las 10 mejores películas de la historia del cine figura Los Soprano. Ya sé que es atípica porque dura 4.300 minutos y nunca se ha exhibido en la sala oscura, pero sólo un necio o un ignorante se atrevería a negarle su esencia de gran cine.”
“En el maravilloso arranque de Si una noche de invierno un viajero Italo Calvino describía el opiáceo proceso desde que sales a buscar un libro anhelado hasta que te instalas en tu sillón favorito y abres sus páginas. Yo cometí el error de descubrir los primeros capítulos de una serie de televisión que olía a gran cine en la siempre temible versión doblada, esperando una vez a la semana que me siguieran contando la cotidianidad familiar y la salvaje metodología profesional del emperador de los malos, un mafioso gordo, follador, glotón y maquiavélico que una mañana descubrió alucinado y sufriente que la depresión y el llanto también podía cebarse con él por la dadaísta e impronunciable razón de que los vagabundos patos que visitaban su piscina se habían largado hacia otro refugio y que una sensual psiquiatra podía remover sus recuerdos, sus relaciones familiares y jerárquicas, aclarar su torturada cabeza y calmar su dolor.
El nombre de esta droga con inmediato poder de adicción era Los Soprano. Dejé de verla en la tele y espere con paciencia heroica, aunque también compensatoria, a que saliera puntualmente en DVD cada ansiada temporada. Mareaba a los empleados de las tiendas preguntando por la fecha de mi cita de amor, metiéndome el incomparable colocón desde el crepúsculo hasta el amanecer de devorar capítulo tras capítulo, mecido por la voz nasal y la pinta de oso alternativamente canalla y tierno del extraordinario James Gandolfini. Cuando pensaba que lo que estaba viendo y escuchando era una costumbrista y deliciosa comedia, cuando notaba que me estaba colgando con esos personajes tan humanos y simpáticos, el genial capitán del barco David Chase y su admirable ejército de guionistas te recordaban con violencia seca, transparente, subterránea o espeluznante el reverso tenebroso de tus iconos, la naturaleza, los mecanismos y la metodología de su abominable profesión. [...] Tengo claro que entre las 10 mejores películas de la historia del cine figura Los Soprano. Ya sé que es atípica porque dura 4.300 minutos y nunca se ha exhibido en la sala oscura, pero sólo un necio o un ignorante se atrevería a negarle su esencia de gran cine.”
"Bueno, ya sabes lo que somos, así que si tienes alguna duda éste es el momento de decirlo, porque cuando entras en la Familia ya no puedes salir, la Familia esta antes que cualquier cosa... cualquier cosa, antes que tu mujer, tus hijos, tu madre, tu padre... Es una cuestión de honor. Y, Dios no lo quiera, pero si algo te pasara y no pudieras trabajar nosotros cuidaríamos de ti porque... de eso se trata... siempre serás parte de la Familia"
4 comentarios:
Desconocía, compa Elena, aunque no me sorprende, que Boyero profesara tan brutal devoción por esta magna obra de la televisión. Eso sí, no estoy de acuerdo con él en su apreciación de que se trata de cine; no, cine no es, aunque comparta con él una buena parte de sus atributos formales. Es tele, pura y dura tele, aunque, eso sí, excepcional e inusualmente buena.
Me alegro de lo que has disfrutado, y felicidades por lo que te queda por disfrutar.
Un abrazo.
Lo malo, Manuel, es que ya no nos queda nada por disfrutar, excepto algunos de los extras que vienen en el pack que contiene toda la serie. Ahora toca pensar con que nos chutaremos a partir de septiembre. De momento, a falta de otras sugerencias, la duda está entre Dexter y Lost.
Y, recien salida de la experiencia Sopranos, me sigo preguntando qué es lo que hace que enganchen tanto algunas series, series cuya temática a priori nunca pensarías que te pudieran interesar.
Siento que se te haya acabado el "suministro de combustible", compa Elena (unos, tanto, y otros, tan poco; yo aún voy por el tercer episodio de la primera temporada...). Sobre los "enganchones a las series", me consta que es un tema ampliamente estudiado y documentado por los entendidos en la materia; una cuestión muy técnica, de estructuras narrativas, diseño de situaciones y personajes y cosas de ese jaez. Para los que somos legos, pues nada, cuestión más de química, supongo, o, al menos, eso es lo único que somos capaces de rascar...
Un abrazo.
Pues habrá que probarla, ¿no?
Aparte creo que me va a costar ponerme al día con vosotros más de lo que pensé. Caray y parece que apenas escribimos...
Un supersaludo
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