“Dulces sonrisas de mamá tranquilizadora, indulgencias de mamá. Está muerta. Ahora, estoy curado, y me hace, con unas sobras de masa para pasteles, unos muñecos que freirá para mí. Está muerta. Ahora, estamos en la feria. Me da diez céntimos, los meto en la barriga del oso y, ¡viva, sale un petisú de nata de la barriga! «Mamá, mira cómo me lo como, sabe mejor cuando me miras.» Está muerta. Ahora, tengo veinte años, y me espera en la plaza de la Universidad, santa paciencia. Me divisa y su rostro resplandece de tímida felicidad. Está muerta. Ahora, su recibimiento, la noche del sabbat. Sin que hayamos necesitado llamar, la puerta se ha abierto mágicamente, ofrenda de amor. Está muerta. Ahora, su orgullo al haber encontrado mi pluma. «Ves, hijo mío, yo siempre lo encuentro todo.» Está muerta. Ahora, le pido que ponga orden en mi cuarto. Obedece gustosa, pero se burla un poco de mí. «Necesitarías un regimiento para servirte, hijo mío, y lo agotarías.» Qué sonrisa tan dulce. Está muerta. Ahora su deleite cuando acomoda su pesada humanidad en el taxi. Se fatiga tan pronto de caminar mi enferma... Qué súbito orgullo mientras escribo, cuando pienso que yo también estoy enfermo a menudo. Me parezco tanto a ti, soy tan hijo tuyo...”
De El libro de mi madre (p. 136). Albert Cohen
Trad. de Javier Albiñana. Anagrama/quinteto 2007
13 comentarios:
“No tenía el más mínimo sentido del orden y se figuraba que era muy ordenada. Durante una de mis visitas a Marsella, le compré un archivador alfabético, explicándole sus misterios y que las facturas del gas habían de ponerse en la letra G. Me escuchó con sinceridad apasionada y se puso a clasificar con entusiasmo. Unos meses más tarde, en el transcurso de otra visita, me di cuenta de que las facturas del gas estaban en la letra S. «Es que me resulta más cómodo», me explicó, «así me acuerdo mejor». Los recibos del alquiler no estaban ya en la A sino que habían emigrado a la Q. «Hijo mío, bien habrá que poner algo en la Q, y además, ¿no lleva una Q la palabra alquiler?» Poco a poco volvió al antiguo método de clasificación: los impresos de impuestos regresaron a la chimenea, los recibos del alquiler bajo el bicarbonato sódico, las facturas de la luz junto a la colonia, los movimientos de cuentas bancarias a un sobre donde aparecía anotado «Seguro contra incendios», y las recetas del médico al pabellón del viejo gramófono. Cuando aludí a aquella vuelta al desorden, esgrimió una sonrisa de niña culpable. «Con tanto orden», me dijo, bajando la vista, «me armaba un lío. Pero si quieres, lo clasifico todo otra vez». [Madre], te mando un beso en la noche a través de las estrellas.”
Porque él era ella.
The joy of orchard.
Sabía que te gustaría. Lo pensé bastante mientras leía el libro. En cada página pensaba cómo disfrutaría Sister con este libro :)
Que bonito.
Un supersaludo
Cuánto me gustaría volver atrás.
Brother Will
Caminante son tus huellas
El camino nada más;
caminante no hay camino
se hace camino al andar.
Al andar se hace camino
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante, no hay camino
sino estelas sobre el mar.
Sí, pero me gustaría volver atrás.
Brother Will
¿Hasta cuánto de atrás?
Hasta corregir los errores.
Brother Will
Now is the winter of our discontent (Brother)
Made glorious summer by this sun of York;
And all the clouds that lour'd upon our house
In the deep bosom of the ocean buried.
Libiamo ne'lieti calici... pues.
Brother Will
Libiamo, libiamo.
Publicar un comentario