FIN DE POEMA Alrevés, 2015 [fragmento gf] |
lunes, 28 de marzo de 2016
Juan Tallón: Fin de poema
viernes, 25 de marzo de 2016
lunes, 21 de marzo de 2016
Lluís Pasqual: De la mano de Federico
··· LLUÍS PASQUAL ···
DE LA MANO DE FEDERICO
Arpa y Alfil, 2016
· Hermano gemelo de Federico
· Una vida con Lorca
· El amor oscuro de Federico
· Aquella aventura pública
· La tragedia del amor
imposible
· Joan de Sagarra opina (1984)
· El estreno en ABC (1987)
· Una vida con Lorca
· El amor oscuro de Federico
· Aquella aventura pública
· La tragedia del amor
imposible
· Joan de Sagarra opina (1984)
· El estreno en ABC (1987)
viernes, 18 de marzo de 2016
miércoles, 16 de marzo de 2016
El Roto (resituándonos)
¡No es pobreza, es teoría económica aplicada! |
¡El sol no emite facturas, eso es competencia desleal! |
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Aquellos bombardeos son estos refugiados |
Los inmigrantes ahogados elevaron el nivel del mar, la solidaridad, el altruismo y la compasión quedaron anegados... |
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Todas las redes sociales pertenecen a alguna flota pesquera |
La memoria histórica está bien, pero ¿por qué no probar con la prehistórica? |
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El Roto, El País, 2016 |
domingo, 13 de marzo de 2016
Vila-Matas: Marienbad elécrico [la parte de Enrique]
«No es por justificarme, pero es lógica la atracción por ese tipo de habitación única, de espacio cerrado. Es una clase de cuarto que atrae por lo que básicamente representa, pues es el lugar mítico donde se desarrolla siempre el gran drama humano, no exento, en ocasiones, de luz. A fin de cuentas, una habitación es el espacio central de toda tragedia —el lugar donde Hölderlin alcanzó la locura, donde Juan Carlos Onetti meditó sobre el mundo y decidió que era mejor no salir más de la cama, y donde Emily Dickinson se recluyó con sus mil seiscientos poemas—, pero a la vez es el sitio donde Vermeer conoció "la experiencia de la plenitud y de la independencia del momento presente".
El mundo es un pasaje, y éste es nuestra vida, está en los libros. Sólo vivimos realmente a medida que leemos nuestra historia, transcendiéndola. Porque sólo la literatura es verdaderamente transcendente, nos descubre a los otros y hace que nos preguntemos cómo es posible que los signos sobre una tabla de arcilla, los signos de una pluma o de un lápiz puedan crear una persona (un Quijote, un Gregor Samsa, una Beatrice, un Jakob Von Gunten, un Falstaff, una Ana Karenina) cuya substancia excede en su realidad, en su longevidad personificada, la vida misma.» (pág. 46-48)
Una habitación cerrada es posiblemente, como dice un amigo, el precio que hay que pagar para llegar a ver la luminosidad. Y ha sido mi lugar preferido para encontrar mi vida dentro de los textos que leía. Y así, por ejemplo, hay un escena de Tolstói que he interiorizado y en la que me veo a mí mismo leyendo: es aquella en la que un personaje está en un tren y tiene un libro en sus manos, y una luz en la cabina ilumina su lectura. Para mí, ésta es una imagen de felicidad, y seguramente sólo la literatura puede darla. Pues hay que saber que la literatura permite pensar lo que existe, pero también lo que se anuncia y todavía no es. Y también pensar, por ejemplo, que el mundo es un texto, una gran ficción que DGF lee con pasión todos los días.
MARIENBAD ELÉCTRICO,
ENRIQUE VILA-MATAS
Editorial Caja Negra, Argentina, 2015
Editorial Almadía, México, 2015
Christian Bourgois Éd., Francia, 2015
Editorial Caja Negra, Argentina, 2015
Editorial Almadía, México, 2015
Christian Bourgois Éd., Francia, 2015
viernes, 11 de marzo de 2016
Vila-Matas: Marienbad elécrico [la parte de Dominique]
ENRIQUE VILA-MATAS
Marienbad elécrico
Seix Barral, 2016
[primeras páginas]
Seis habitaciones para EVM,
por DGF
Ella sabe que, como decía Walser, no hace falta ver nada extraordinario, pues ya es mucho lo que se ve. Por eso trabaja con absoluta tranquilidad. Hace croquis y mapas de ideas. Y en ocasiones estudia dibujos de yugos de amor de bisabuelas españolas. A veces de noche, en su estudio, cuando no puede dormir, trabaja mentalmente en silencio y, como ella misma ha contado, muchas veces las ideas aparecen como una aurora boreal.» (págs. 58-59)
DGF: «En realidad no tengo taller y nunca lo he tenido. Mi taller es la noche. Tumbada en la oscuridad los pensamientos se exponen y cobran forma» (pág. 114)
DGF: «En un breve texto grabado en la pared a la entrada de la obra Shortstories, que también se presentó en las colecciones del Centro Pompidou, me definí como prisionera literaria de un triángulo formado por Enrique Vila-Matas, Roberto Bolaño y W.G. Sebald.» (pág. 113)
miércoles, 9 de marzo de 2016
Leviatán o la ballena, de Philip Hoare [3, ballenas productivas]
aceite de ballena
cold cream de grasa de ballena
corsé de ballenas
carne de ballena
lámpara de aceite de ballena
No puedo solicitar inmunidad. Cuando volvía desde el colegio a mi casa pisando las húmedas hojas de otoño, en el camino, mientras mi madre secaba la ropa al lado del fuego, las factorías de Southampton procesaban la mantequilla de ballena que luego encontraba en mi nevera en grandes bloques amarillentos. Limpiaba mis mejillas con grasa de ballena y "a las damas les interesará saber que es un ingrediente habitual en la fabricación de sus cosméticos", como rezaba mi enciclopedia.
El persistente olor de la ballena.
Cuando leía cómics americanos prohibidos bajo las sábanas y fantaseaba acerca de un mundo de estilizados superhéroes, una serie de nuevos procesos —sulfurización, saponificación, destilación— se perfeccionaron y racionalizaron el uso de los derivados de la ballena en lubricantes, pintura, barniz, tinta, detergente, cuero y alimentación; la hidrogenación convirtió el aceite de ballena en una substancia apta para el paladar y eliminó su fuerte sabor. La eficiencia se impuso en lugar del despilfarro de los primeros días de la caza de ballenas. El hígado de ballena contiene vitamina A, y los ganglios del animal se empleaban en la elaboración de insulina para los diabéticos y de corticotropina para el tratamiento de la artritis. El combustible de los trenes del siglo XIX era aceite de ballena; más tarde, el líquido de frenos de los coches aerodinámicos, fabricados con elegantes chapas cromadas, también salía de ahí. A los victorianos habitantes de Nueva Inglaterra les gustaban los donuts fritos en aceite de ballena; los niños de pelo corto y camisas a rayas comían helados cuya base era esa substancia. Sus rubicundos y brillantes rostros se limpiaban con jabón de grasa de ballena y llevaban cordones de piel de ballena; luego se iban al colegio tras cruzar campos abonados con fertilizantes de ballena, dibujaban con ceras de ballena, mientras sus madres cosían la ropa con una máquina lubricada con aceite de ballena y alimentaban al gato con carne de ballena. En su despacho, mi hermana mayor transcribía informes con una máquina de escribir cuya cinta estaba cargada con tinta de ballena, y solo se detenía para aplicarse el pintalabios que se fabricaba a partir de grasa de ballena. Más tarde, jugaría un partido de tenis, con una raqueta cuyas cuerdas pertenecían a una ballena. Y , de vuelta a casa, papá sacaba fotografías familiares sobre una película barnizada con gelatina de ballena.
Las ballenas quedaron fijados en la imagen de una época.» (págs. 375-376)
"La caza del cachalote se hizo extensiva para extraer el llamado esperma de ballena o ambar gris. El esperma de ballena nada tiene que ver con el aparato reproductor de los cetáceos, sino que es una mala traducción de la palabra anglosajona cachalote que es sperm whale. Este ámbar gris es una cera blanquecina que se encuentra en una cavidad craneal de estos cetáceos. Su textura y olor lo hacen ideal para el uso cosmético, para los lubricantes y para la industria del cuero."
· De la candela a la lámpara de gas · Cómo el petróleo salvó a las ballenas (o casi) · ¿Puede una ballena atacar a un humano? · Ballenapedia Philip Hoare LEVIATÁN o LA BALLENA [Leviathan, or The Whale, 2009] Trad. Joan Eloi Roca Ático de los libros, 2015 500 págs. | 11,90 € |
lunes, 7 de marzo de 2016
Leviatán o la ballena, de Philip Hoare [2, ballenas literarias]
HERMAN MELVILLE
(Nueva York, 1819 – 1891)
MOBY DICK (1851)
[audiolibro]
Philip Hoare
LEVIATÁN o LA BALLENA
[Leviathan, or The Whale, 2009]
Trad. Joan Eloi Roca
Ático de los libros, 2015
Encontró Nueva York más próspera y bulliciosa que nunca, un rival del poder imperial de Londres. A esta ciudad se canalizaban también los beneficios de las ballenas. Era un lugar de importación y exportación que llegaba a otras tierras a través de sus muelles poblados de mástiles y enviaba desde ellos a sus hijos e hijas nacidos iguales a todo el orbe. Cerca de Wall Street, donde trabajaba su hermano, estaba la calle Nassau, donde se encontraban las oficinas de muchas editoriales y periódicos, el equivalente en Manhattan a Fleet Street y el Strand [...]
Moby Dick, además de ser producto de las aventuras de Melville en el mar, era también hija de esa ciudad; así lo declaran las primeras escenas, ambientadas en el muelle al final de la calle Pearl. De una forma extraña. por alusiones, la propia Nueva York se convirtió en la Ballena Blanca, igual que Joseph Conrad vería Bruselas como un sepulcro blanqueado construido con huesos humanos, y del mismo modo que Gansevoort Melville había visto Londres como una moderna Babilonia. La isla de Manhattan hasta tenía forma de ballena.
Durante sus años en el mar, Melville había escuchado historias de encuentros letales entre hombre y ballena. Ahora, cuando la caza de ballenas yanqui alcanzaba su máximo esplendor, parecía que aquellos incidentes se hacían cada vez más ominosamente frecuentes. Las ballenas contraatacaban, rompiendo huesos y botes, ahogando hombres y revolviendose contra sus atacantes con vengativa inteligencia. El 15 de agosto de 1841, por ejemplo, poco después de que el Acushnet saliera del puerto, otro buque de New Bedford, el Coral, encontró una escuela de cachalotes a ciento sesenta kilómetros al sur de las Galápagos. El capitán James H. Sherman dejó escrito que una ballena, después de ser arponeada, se volvió contra la ballenera que la perseguía "y la masticó hasta dejarla hecha astillas".» (págs. 187-188)
sábado, 5 de marzo de 2016
Leviatán o la ballena, de Philip Hoare [1, ballenas felices]
«Las ballenas jorobadas acuden al golfo de Maine todos los veranos. Ayunan durante seis meses y se aparean en las cálidas pero estériles aguas del Caribe, donde alimentan a los ballenatos con una leche tan rica que se parece al queso fresco, hasta que llega el momento de hacer el peregrinaje anual al norte. Es la migración más larga que realiza ningún mamífero. Siguiendo las rutas de colonización que establecieron sus antepasados hace millones de años y navegando miles de millas de océano guiándose por ancestrales señales invisibles llegan a la costa noreste de Estados Unidos, donde la cálida corriente del Golfo se encuentra con las gélidas corrientes de Labrador en un proceso conocido como afloramiento.
Aquí, en las aguas verdigrises, se pone en movimiento una vasta cadena alimenticia. Las ballenas se ceban a fuerza de arenques y ammodíticos, engordando a gusto en esta estación de excesos. Y aquí, a menos de dos horas en barco de una de las mayores ciudades de Estados Unidos, estos gigantescos animales —"las más juguetonas y alegres de todas las ballenas"— se divierten "creando más espuma y removiendo más agua por lo general que cualquier otra ballena". Hasta aquellos que las cazaban reconocieron su carácter juguetón con el apodo que les otorgaros: las ballenas felices. Su nombre científico es mucho menos glamuroso: Megaptera novaeangliae, la de grandes alas de Nueva Inglaterra, el ángel con percebes.
Al lanzar sus cincuenta toneladas de grasa, carne y hueso al aire, el leviatán abandona su dominio. Sus aletas de cuatro metros y medio parecen nudosas alas, el borde de su cola, tres veces más ancho que largo es un hombre, apenas toca el agua. Visto con la cámara lenta del recuerdo —la imagen que deja en tu cabeza— una ballena que emerge parece tratar de escapar de su medio, el elemento que, desde el momento mismo que atraviesa la superficie, tira de ella hacia abajo. Nadie sabe por qué saltan las ballenas. Casi todas las especies lo hacen, desde el delfín más pequeño hasta la más grande de las ballenas azules, cada una con su propio estilo: saltos de espalda, saltos en plancha, saltitos sin mucho impulso o auténticas piruetas.» (págs. 34-36)
Aquí, en las aguas verdigrises, se pone en movimiento una vasta cadena alimenticia. Las ballenas se ceban a fuerza de arenques y ammodíticos, engordando a gusto en esta estación de excesos. Y aquí, a menos de dos horas en barco de una de las mayores ciudades de Estados Unidos, estos gigantescos animales —"las más juguetonas y alegres de todas las ballenas"— se divierten "creando más espuma y removiendo más agua por lo general que cualquier otra ballena". Hasta aquellos que las cazaban reconocieron su carácter juguetón con el apodo que les otorgaros: las ballenas felices. Su nombre científico es mucho menos glamuroso: Megaptera novaeangliae, la de grandes alas de Nueva Inglaterra, el ángel con percebes.
Al lanzar sus cincuenta toneladas de grasa, carne y hueso al aire, el leviatán abandona su dominio. Sus aletas de cuatro metros y medio parecen nudosas alas, el borde de su cola, tres veces más ancho que largo es un hombre, apenas toca el agua. Visto con la cámara lenta del recuerdo —la imagen que deja en tu cabeza— una ballena que emerge parece tratar de escapar de su medio, el elemento que, desde el momento mismo que atraviesa la superficie, tira de ella hacia abajo. Nadie sabe por qué saltan las ballenas. Casi todas las especies lo hacen, desde el delfín más pequeño hasta la más grande de las ballenas azules, cada una con su propio estilo: saltos de espalda, saltos en plancha, saltitos sin mucho impulso o auténticas piruetas.» (págs. 34-36)
Philip Hoare LEVIATÁN o LA BALLENA [Leviathan, or The Whale, 2009] Trad. Joan Eloi Roca Ático de los libros, 2015 |
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Sperm Whale Encounter from Howard Hall on Vimeo. |
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