"El cuento de la piscina" (1977) es lo que más me ha gustado del libro "Delirio de Nueva York" del arquitecto holandés Rem Koolhaas. Empieza así:
Moscú, 1923
“Un día, en la escuela de arquitectura, un estudiante diseñó una piscina flotante. Nadie recordaba quien había sido. La idea se respiraba en el ambiente. Otros estaban diseñando ciudades voladoras, teatros esféricos y planetas artificiales enteros. Alguien tenía que inventar la piscina flotante. La piscina flotante -un enclave de pureza en un entorno contaminado- parecía un primer paso, modesto pero radical, dentro de un programa gradual para mejorar el mundo gracias a la arquitectura.
Para demostrar la fuerza de la idea, los estudiantes de arquitectura decidieron construir un prototipo en su tiempo libre. La piscina era un largo rectángulo de planchas metálicas atornilladas a una estructura de acero. Dos vestuarios lineales, aparentemente interminables, formaban los lados más largos: uno para hombres y el otro para mujeres. En cada uno de los extremos había un vestíbulo acristalado con dos paredes transparentes; una de ellas mostraba las actividades subacuáticas, saludables y a veces excitantes, de la piscina; y la otra, los peces que agonizaban en el agua contaminada. Así pues, se trataba de una sala realmente dialéctica, usada para hacer ejercicio físico, broncearse de manera artificial y mantener contactos sociales con los nadadores casi desnudos. El prototipo se convirtió en la construcción más popular de la historia de la arquitectura moderna. Debido a la escasez crónica de mano de obra soviética, los arquitectos o constructores hacían también de socorristas. Un día descubrieron que si nadaban al unísono -en tandas regulares y sincronizadas de un extremo a otro de la piscina- todo el conjunto empezaba a moverse lentamente en sentido opuesto. Se quedaron atónitos ante esta locomoción involuntaria; en realidad se explicaba por una sencilla ley física: acción = reacción.
A principios de la década de 1930, la situación política –que en su momento había fomentado proyectos como el de la piscina- se vuelve inflexible, incluso amenazadora. Unos cuantos años después, la ideología que representaba la piscina –que por entonces estaba bastante oxidada, pero era un acontecimiento popular- llegó a considerarse sospechosa. Una idea como esta piscina, su carácter furtivo, su presencia física casi invisible, la cualidad como de iceberg de su actividad social sumergida: de repente todo ello se volvió subversivo. En una reunión secreta, los arquitectos o socorristas decidieron usar la piscina como vehículo para su huida hacia la libertad. Gracias al por entonces bien conocido método de la autopropulsión, podían ir a cualquier parte del mundo donde hubiese agua.
Era lógico que quisieran ir a América, en especial a Nueva York. En cierto modo, la piscina era una manzana de Manhattan realizada en Moscú, que así alcanzaría su destino natural. Una mañana temprano, en plena década estalinista de 1930, los arquitectos se alejaron de Moscú, nadando incesantemente por tandas en la dirección de los bulbos dorados del Kremlin.”
[Llegada de la "piscina flotante": tras 40 años de travesía por el Atlántico, los arquitectos-socorristas llegan a su destino. Pero casi no se dan cuenta: debido a la curiosa forma de locomoción de la piscina -por reacción al desplazamiento de los nadadores en el agua-, tienen que nadar en dirección opuesta a dónde quieren ir, es decir, hacia lo que quieren dejar atrás.]
Moscú, 1923
“Un día, en la escuela de arquitectura, un estudiante diseñó una piscina flotante. Nadie recordaba quien había sido. La idea se respiraba en el ambiente. Otros estaban diseñando ciudades voladoras, teatros esféricos y planetas artificiales enteros. Alguien tenía que inventar la piscina flotante. La piscina flotante -un enclave de pureza en un entorno contaminado- parecía un primer paso, modesto pero radical, dentro de un programa gradual para mejorar el mundo gracias a la arquitectura.
Para demostrar la fuerza de la idea, los estudiantes de arquitectura decidieron construir un prototipo en su tiempo libre. La piscina era un largo rectángulo de planchas metálicas atornilladas a una estructura de acero. Dos vestuarios lineales, aparentemente interminables, formaban los lados más largos: uno para hombres y el otro para mujeres. En cada uno de los extremos había un vestíbulo acristalado con dos paredes transparentes; una de ellas mostraba las actividades subacuáticas, saludables y a veces excitantes, de la piscina; y la otra, los peces que agonizaban en el agua contaminada. Así pues, se trataba de una sala realmente dialéctica, usada para hacer ejercicio físico, broncearse de manera artificial y mantener contactos sociales con los nadadores casi desnudos. El prototipo se convirtió en la construcción más popular de la historia de la arquitectura moderna. Debido a la escasez crónica de mano de obra soviética, los arquitectos o constructores hacían también de socorristas. Un día descubrieron que si nadaban al unísono -en tandas regulares y sincronizadas de un extremo a otro de la piscina- todo el conjunto empezaba a moverse lentamente en sentido opuesto. Se quedaron atónitos ante esta locomoción involuntaria; en realidad se explicaba por una sencilla ley física: acción = reacción.
A principios de la década de 1930, la situación política –que en su momento había fomentado proyectos como el de la piscina- se vuelve inflexible, incluso amenazadora. Unos cuantos años después, la ideología que representaba la piscina –que por entonces estaba bastante oxidada, pero era un acontecimiento popular- llegó a considerarse sospechosa. Una idea como esta piscina, su carácter furtivo, su presencia física casi invisible, la cualidad como de iceberg de su actividad social sumergida: de repente todo ello se volvió subversivo. En una reunión secreta, los arquitectos o socorristas decidieron usar la piscina como vehículo para su huida hacia la libertad. Gracias al por entonces bien conocido método de la autopropulsión, podían ir a cualquier parte del mundo donde hubiese agua.
Era lógico que quisieran ir a América, en especial a Nueva York. En cierto modo, la piscina era una manzana de Manhattan realizada en Moscú, que así alcanzaría su destino natural. Una mañana temprano, en plena década estalinista de 1930, los arquitectos se alejaron de Moscú, nadando incesantemente por tandas en la dirección de los bulbos dorados del Kremlin.”
[Llegada de la "piscina flotante": tras 40 años de travesía por el Atlántico, los arquitectos-socorristas llegan a su destino. Pero casi no se dan cuenta: debido a la curiosa forma de locomoción de la piscina -por reacción al desplazamiento de los nadadores en el agua-, tienen que nadar en dirección opuesta a dónde quieren ir, es decir, hacia lo que quieren dejar atrás.]
6 comentarios:
Buenooo,
¡el mejor libro de arquitectura de la historia de la idem! Es realmente fascinante, como si hubiera una manera de ver las cosas que nos hubieran ocultado durante tiempo, una historia paralela. Enhorabuena por elegirlo (y recomendarlo) Salu2, Am
Eres rápido, Andrés!
Este libro, que acabé de leer ayer, me lo ha dejado otro arquitecto, Oriol (gracias, Uri), porque a final de mes nos vamos a NY y sabe que cada vez que vamos nos gusta descubrir cosas nuevas de la ciudad. El libro es muy interesante, pero para mí lo habría sido mucho más si lo hubiera entendido todo. No sé si es porque tiene un registro de lenguaje muy teórico, o porque simplemente yo no llego, pero creo que me he perdido parte del mensaje. He aquí un ejemplo, página 285:
"Se trata de una doctrina basada en la continua simulación del pragmatismo, en una amnesia voluntaria que permite la recreación continua de los mismos temas subcoscientes en reencarnaciones siempre nuevas, y en una dificultad de expresión sistemáticamente cultivada con el fin de operar con más eficacia, por todo lo cual probablemente resulte inevitable que no pueda durar nunca más de una generación."
(Quizás el libro merece una relectura, pero no ahora :)
Sobre Expiación:
Vila, señora y oíla
pero cuanto más mirela
y cuanto más escuchela
menos, señora, entendila.
A la Pura le encantó.
Shylock
Shylock, acabo de hacer un resumen de la situación en "Más cine, por favor". De momento, todas las opiniones son favorables a Expiación excepto la tuya y la mía. [¿Será genético?] Aún recuerdo que hice un gran esfuerzo por no salir del cine a media película.
Esta entrada tiene muy buena pinta, y sin embargo ni la he podido leer (por ahora, como ya habrás visto últimamente voy un poco con retraso).
Lo que te quería decir, que llevo mucho tiempo queriendo hacerlo y siempre se me olvida, es que si te metes en la web de la cadena SER para escucharla en directo http://www.cadenaser.com/player_radio.html#, más o menos a media mañana, verás que es el programa de María Guerrero y aparece una foto de ella.......... foto que me recuerda muchíssisisisisisimo a ti.
Realmente no es que te parezcas, pero me vienes a la cabeza de manera inevitable (entre otras porque no he intentado en absoluto evitarlo). Busqué en google más fotos de esta periodista y en ninguna te encontré, pero en esta te veo claramnete. ¿Tú te ves?
Hola Kuki. Sí que veo un cierto aire de família en esa foto, y en otra imagen que he encontrado aquí. ¡Qué bien que has vuelto!
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