“Quería fijar definitivamente la vida estadounidense en una sola edición, lo que él llamaba el periódico sin fecha eternamente actual de Collyer, el único periódico necesario para cualquier persona.
Por cinco centavos, decía Langley, el lector dispondrá de un retrato en letra impresa de nuestra vida en el planeta. Los artículos no incluirán detalles concretos como los que se encuentran en los diarios normales, porque aquí la verdadera noticia es la Forma Universal de la que cualquier detalle concreto sería sólo un ejemplo. El lector estará siempre al día y al corriente de lo que sucede. Tendrá la certeza de que lee las verdades indiscutibles del momento, incluso la de su propia muerte inminente, que, como corresponde, constará en forma de número en la casilla en blanco de la última página bajo el encabezamiento «Necrológicas».
Naturalmente a mi todo esto me despertaba ciertas dudas. ¿Quién iba a comprar semejante periódico? Me imaginaba una crónica que te asegurase que ocurría algo pero no te informase de dónde, ni cuándo ni a quién le ocurría.
Mi hermano se rio, Pero Homer, dijo, ¿no gastarías cinco centavos por un periódico así si no tuvieras que volver a comprar otro nunca más? Reconozco que sería malo para las pescaderías, pero hay que pensar siempre en el bien de la mayoría.
¿Y los deportes?, pregunté.
Sea cual sea el deporte, dijo Langley, alguien gana y alguien pierde.
¿Y el arte?
Si es arte, ofenderá antes de ser venerado. Se exige su destrucción y luego empieza la puja.
¿Y si ocurre algo sin precedentes?, pregunté. ¿En qué situación quedará entonces tu periódico?
¿Como qué?
Como la teoría de la evolución de Darwin. O la teoría de la relatividad de ese tal Einstein.
Bueno, podría decirse que esas teorías reemplazan a las antiguas. Albert Einstein reemplaza a Newton, y Darwin reemplaza el Génesis. Tampoco es que hayan aclarado nada. Pero tienes razón en que son dos teorías sin precedentes. ¿Y qué? ¿Qué sabemos en realidad? Si se encuentra respuesta a todas las preguntas de modo que al final sepamos todo lo que hay que saber sobre la vida y el universo, ¿qué vendrá después? ¿Qué será distinto? Será como conocer el funcionamiento de un motor de combustión. Así de simple. La oscuridad seguirá allí.
¿Qué oscuridad?, pregunté.
La oscuridad más profunda. Ya sabes: la oscuridad más profunda que cualquier fosa abisal.
Langley nunca concluiría su proyecto periodístico. Yo lo sabía y seguro que él también lo sabía. Era un plan absurdo y descabellado, que le generaba grandes expectativas y le mantenía el ánimo en el punto que a él le gustaba. Parecía darle el impulso mental que requería para seguir adelante: un trabajo sin más finalidad que sistematizar su propia versión lúgubre de la vida. A veces su energía me parecía antinatural. Como si hiciera todo lo que hacía para permanecer entre los vivos. Aún así, caía durante días y días en un estado de apatía desalentador. Desalentador para mí, quiero decir. A veces me contagiaba. Parecía que no valía la pena hacer nada y la casa era como una tumba.”
Por cinco centavos, decía Langley, el lector dispondrá de un retrato en letra impresa de nuestra vida en el planeta. Los artículos no incluirán detalles concretos como los que se encuentran en los diarios normales, porque aquí la verdadera noticia es la Forma Universal de la que cualquier detalle concreto sería sólo un ejemplo. El lector estará siempre al día y al corriente de lo que sucede. Tendrá la certeza de que lee las verdades indiscutibles del momento, incluso la de su propia muerte inminente, que, como corresponde, constará en forma de número en la casilla en blanco de la última página bajo el encabezamiento «Necrológicas».
Naturalmente a mi todo esto me despertaba ciertas dudas. ¿Quién iba a comprar semejante periódico? Me imaginaba una crónica que te asegurase que ocurría algo pero no te informase de dónde, ni cuándo ni a quién le ocurría.
Mi hermano se rio, Pero Homer, dijo, ¿no gastarías cinco centavos por un periódico así si no tuvieras que volver a comprar otro nunca más? Reconozco que sería malo para las pescaderías, pero hay que pensar siempre en el bien de la mayoría.
¿Y los deportes?, pregunté.
Sea cual sea el deporte, dijo Langley, alguien gana y alguien pierde.
¿Y el arte?
Si es arte, ofenderá antes de ser venerado. Se exige su destrucción y luego empieza la puja.
¿Y si ocurre algo sin precedentes?, pregunté. ¿En qué situación quedará entonces tu periódico?
¿Como qué?
Como la teoría de la evolución de Darwin. O la teoría de la relatividad de ese tal Einstein.
Bueno, podría decirse que esas teorías reemplazan a las antiguas. Albert Einstein reemplaza a Newton, y Darwin reemplaza el Génesis. Tampoco es que hayan aclarado nada. Pero tienes razón en que son dos teorías sin precedentes. ¿Y qué? ¿Qué sabemos en realidad? Si se encuentra respuesta a todas las preguntas de modo que al final sepamos todo lo que hay que saber sobre la vida y el universo, ¿qué vendrá después? ¿Qué será distinto? Será como conocer el funcionamiento de un motor de combustión. Así de simple. La oscuridad seguirá allí.
¿Qué oscuridad?, pregunté.
La oscuridad más profunda. Ya sabes: la oscuridad más profunda que cualquier fosa abisal.
Langley nunca concluiría su proyecto periodístico. Yo lo sabía y seguro que él también lo sabía. Era un plan absurdo y descabellado, que le generaba grandes expectativas y le mantenía el ánimo en el punto que a él le gustaba. Parecía darle el impulso mental que requería para seguir adelante: un trabajo sin más finalidad que sistematizar su propia versión lúgubre de la vida. A veces su energía me parecía antinatural. Como si hiciera todo lo que hacía para permanecer entre los vivos. Aún así, caía durante días y días en un estado de apatía desalentador. Desalentador para mí, quiero decir. A veces me contagiaba. Parecía que no valía la pena hacer nada y la casa era como una tumba.”
Homer y Langley (pp. 53-55). E. L. Doctorow
Trad. I. Ferrer y C. Milla. Miscelanéa, 2010
Trad. I. Ferrer y C. Milla. Miscelanéa, 2010
3 comentarios:
Enterrados por la basura, la historia de los hermanos Collyer contada por Eduardo Lago que me llevó al libro escrito por Doctorow.
Billy bathgate
Doñita, leí algo de este señor hace un puñado de años, más de diez. y posiblemente más de quince. De lo poco que recuerdo, las cosas discurrían en un ambiente de mafiosos, y un niño que asistía a escenas impropias de caballeros. Si mal no recuerdo dos hombres se daban un lote homosexual sin que eso pareciera tan sorprendente. Es decir, este doctorow, va contando, va contando, y de pronto te sale con una calentura de mucho cuidado. Después no diga que no la avisééé!!!
salute niu yorkina
Gracias por el aviso, pero ya me habría gustado encontrar algún tipo de desmadre en este libro. Es frío como el hielo.
Y gracias también por la sugerencia: no conocía la película Billy Bathgate, pero intentaré conseguirla.
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