«No todos los trenes van hacia Tokio: sólo los que tomo yo. Siempre que entro en un tren, y me siento, y me convierto en pasajero por unos minutos (a veces por unas horas) sueño que voy hacia Tokio, que me llevan a la gran metrópoli, al cenáculo del dinero y del rímel y de las grandes pantallas de televisión. Luego, el tren, sus puertas, se abren a la decepción, una decepción provinciana, con poco dinero, ojeras y televisioncitas.
Pero cuando las puertas de este vagón se abren y salgo, resulta que estoy en Tokio. A veces los sueños se cumplen y entonces uno no sabe qué mover. A veces los sueños se cumplen y una chica te espera en Harajuku, una chica con el nombre más bonito del mundo: Ai.»
Pero cuando las puertas de este vagón se abren y salgo, resulta que estoy en Tokio. A veces los sueños se cumplen y entonces uno no sabe qué mover. A veces los sueños se cumplen y una chica te espera en Harajuku, una chica con el nombre más bonito del mundo: Ai.»
Trenes hacia Tokio (p. 115), Alberto Olmos. Lengua de Trapo, Madrid, 2006
5 comentarios:
Parece que no habrá muchos pasajeros en los trenes hacia Tokyo en un futuro próximo.
Why not, Sister? Yo estoy deseando ser uno de esos apretujados pasajeros de los trenes japoneses. Incluso de la renfe.
http://www.youtube.com/watch?v=o0-ED4e-r-U&feature=related
Olmos también nos cuenta lo que pasa en otros trenes:
"La chica de las piernas bonitas está a medio metro de mí y se aproxima dándome la espalda. Finalmente su cuerpo se encaja con el mío. Noto sus gluteos, toda esa convexidad, arropando mi sexo, casi devorándolo. La chica sigue hablando tranquilamente con sus amigas.../... La chica sigue hablando con tranquilidad mientras mi sexo explora sus nalgas. En un momento dado se separa de mi. Respiro. / Los endurecimientos empiezan a declinar cuando la chica de las piernas bonitas se dobla para coger algo de su bolso, que está en el suelo. Al doblarse me clava el culo en la polla. Durante todo el trayecto la chica no deja de doblarse para coger algo de su bolso. Durante todo el trayecto me clava el culo en la polla y sigue hablando animadamente con sus amigas. Realmente no estoy poniendo todo de mi parte en este estupro; ni siquiera me estoy esforzando. La chica vuelve a agacharse y sus glúteos, tensos como frutas, me abrillantan la bragueta.
En la parada de Sano la chica de las piernas bonitas se baja. La sigo con la mirada para ver si vuelve la cabeza y me confirma quién manda dentro del vagón. No lo hace. / El tren reanuda su marcha. Si viviera en Tokio no me pasaría esto. Defenderé hasta la muerte la necesidad de vagones solo para mujeres."
"Es raro volver."
Publicar un comentario