martes, 5 de abril de 2011

Tokio de noche

Japón 2008
«Cuando me harté de andar, entré en una cafetería que permanecía abierta toda la noche y me dispuse a esperar el primer tren leyendo y tomando otra taza de café. Poco después la cafetería se llenó de personas que, al igual que yo, esperaban el primer tren. El camarero se acercó y me preguntó si me importaba compartir la mesa con otros clientes. Accedí. Total, estaba leyendo. ¿Por qué iba a molestarme que se sentara alguien enfrente?
   Dos chicas tomaron asiento. Tendrían una edad similar a la mía. Aunque no eran dos bellezas, no estaban mal. Tanto el vestido como el maquillaje de ambas eran discretos, y no parecían la clase de chicas que ronda a las cinco de la madrugada por Kabukichō. Pensé que algo debía de haberles sucedido para que hubieran perdido el último tren. Ellas suspiraron aliviadas al verme. Yo iba correctamente vestido, me había afeitado aquella misma tarde y, además, estaba absorto en la lectura de La montaña mágica, de Thomas Mann.
   Una de las dos chicas era alta y corpulenta, vestía una parka de color gris y unos vaqueros blancos, en las orejas lucía unos grandes pendientes con forma de concha, y cargaba una cartera de plástico grande. La otra era menuda, llevaba gafas, vestía una camisa a cuadros, una chaqueta azul y, en un dedo, lucía una sortija con una turquesa. Tenía dos tics: quitarse y ponerse las gafas y presionarse los ojos con las puntas de los dedos.
   Ambas pidieron café con leche y dos trozos de pastel, y se lo tomaron despacio mientras discutían algo en voz baja. La chica alta inclinó varias veces la cabeza en ademán dubitativo, la menuda asintió otras tantas. La música de Marvin Gaye, o de los Bee Gees, me impidió entender lo que estaban diciendo, pero, por lo que pude colegir, la menuda estaba triste, o enfadada, y la otra intentaba tranquilizarla. Yo leía el libro y las observaba, alternativamente.
   Cuando la chica menuda, bolso al hombro, se dirigió a los servicios, la otra me abordó. Yo dejé el libro y la miré.
   —Disculpa. ¿Conoces algún bar por aquí cerca donde podamos tomar una copa?
   —¿A las cinco de la madrugada? —le pregunté sorprendido.
   —Sí.
   —A las cinco y veinte de la mañana, la gente está tratando de que se le pase la borrachera o bien deseando llegar a casa.
   —Lo sé —dijo ella avergonzada—. Pero a mi amiga le apetece tomar una copa. Tiene sus razones y...
   —Me parece que no tendréis otro remedio que beber en casa.
   —Ya... Pero yo tomo un tren para Nagano a las siete y media de la mañana.
   —En ese caso, lo único que se me ocurre es que compréis unas bebidas en una máquina expendedora y os sentéis en la calle.
   Me pidió que las acompañara porque dos chicas no podían hacer semejante cosa. Yo había tenido varias experiencias extrañas en Shinjuku a aquellas horas, pero era la primera vez que dos desconocidas me invitaban a beber a las cinco y veinte de la madrugada. Me daba pereza negarme, y tampoco tenía otra cosa que hacer, así que me acerqué a una máquina expendedora de allí cerca, compré varias botellas de sake y algo para picar, y los tres nos dirigimos a la salida oeste de la estación y allí iniciamos nuestro improvisado festín.»

Tokio Blues (p. 114-116). Haruki Murakami.
Traducción de Lourdes Porta. Tusquets, 2005.

9 comentarios:

Álex dijo...

Nada nos desborda, todo puede ser cierto.

Elena dijo...

Ostras, un mensaje desde el más allá. ¿Será que ahora allí también hay ADSL? En cualquier caso, nice to read you again, Álex.

Andrés dijo...

Hola Elena: me alegro de que Í haya vuelto a Tokio, y de que vosotros les visitéis en Mayo. Te encargaré unas fotos, ¡Besos! Andrés.

Elena dijo...

Eso está hecho, Andrés, pues me acompaña(rá) un buen fotógrafo.

Noticias de allí dijo...

Hola, por aquí todo es muy normal ("normal" versión Tokyo). Las restricciones eléctricas no afectan al centro de Tokyo. Ciertos productos de primera necesidad siguen siendo difíciles de conseguir, pero en general hay casi de todo en las tiendas. Ninguna restricción; una de las primeras cosas que pregunté es si se puede beber el agua del grifo... por lo visto se puede sin ningun peligro. Ayer me compré una bici y hoy he empezado a trabajar. Hace muy buen tiempo y los cerezos están floreciendo. Hasta pronto.

Dialogo dijo...

IA: Has notado las sacudidas de anoche? natsukashii
LR: Yo ya estoy acostumbrado XD

La cosa no ha acabado dijo...

Alerta de tsunami en Japón tras un seísmo de 7,4 en la costa noreste.

SuperWoman dijo...

?Vas para alla? Que envidia... Yo que habia visto un resquicito para intentarlo y resulta que en mi companyia han prohibido el viaje mas alla de Osaka...
B.t.w., tengo mi primer libro de Murakami en casa, tanto tu como A. me haceis crecer en mis gustos literarios...
Un supersaludo

Elena dijo...

Hola, SW.
Sí, lo previsto es ir para allá el mes que viene, así que espero que las cosas estén cada vez mejor. Aunque me conformaría con que no empeoren.
Haruki Murakami, del que me acabo de enterar que su nombre se pronuncia Jarki, es un autor bastante cuestionado. A mí me han encantado la mayoría de sus libros pero, como ya sabes, esa opinión sólo es válida para mí. BTW, ¿por dónde vas a empezar(lo)?

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