Con su permiso Elena, añado a su imagen, un recuerdo reciente. (Joan)
dijo...
Inclino ligeramente el torso, apoyo la barbilla en el brazo derecho y miro por la ventanilla del avión observando el mar de nubes. Atrás quedan ya los días en Washington DC. Jaume, hermano, te imagino sonriente, volviendo a Quebec. Emergen, agolpándose en la memoria, todos los principios y los finales, todas las ventanillas de avión, todos los mares de sueños de algodón. Y pienso en los que quedan. ¿Volveremos algún día juntos al DC? ¿O es éste ya el primer final de muchos? ¿Ahora que te has ido lejos, cuántos paseos nos quedan? ¿Cuántos abrazos? ¿Cuantas discusiones? ¿Cuantas veces nos sentaremos juntos a escuchar la vida con los ojos cerrados, sobre el sofá de nuestra casa, sobre la hierba del jardín recién cortada, sobre las piedras grises de la playa de nuestra infancia? ¿Cuantas veces volveremos a tenernos cerca? Ése número ya está fijado: refleja una vida entera cada uno a un lado del atlántico.
Un número que se ahoga bailando en un mar de infinitas ausencias, silencios, olvidos. ¿Qué lugar es ése al que nos lleva nuestra libertad?
Los mares de nubes, sobre todo vistos desde arriba, dan para mucho. Incluidos los bellos recuerdos y las tristes reflexiones. O viceversa. ¿Qué lugar es éste en el que dos desconocidos (usted y yo) los comparten?
Éste lugar que usted posee al otro lado del espejo, es para mí un reflejo del caos cotidiano que son nuestras vidas (ése conjunto de imágenes, pensamientos, sentimientos); pero a diferencia de éstas, no necesita un argumento para que mantengamos la cordura y puede mostrarse sin más. Estoy sentado en la oficina mirando atentamente la pantalla del ordenador y en segundos mi existencia deriva hacia el colapso. Inicio el navegador y tras una búsqueda rapidísima empiezo a leer, viajando más allá, del otro lado de la realidad. Paulatinamente con la lectura, me transformo, cobrando sentido, aunque tan solo sea durante un tiempo limitado y de forma ficticia. Apago el navegador, me levanto y observo por la ventana la inmutable realidad: nada ha cambiado, afuera sigue sin pasar nada, pero bajo mi mirada, que todavía parece bailar suavemente con fragmentos de exquisita literatura, la realidad adquiere la estructura de una ficción y ésa nada se transforma en puro arte (hasta la cadencia de paso de los transeúntes me provoca un singular sentimiento de felicidad). Tan sólo puede que eche de menos, un poco más tarde, el roce suave de la piel.
Como me interesa mucho el turismo disfruto de viajar y llegar en avión a bellas ciudades en todo el mundo. Es por ello que cada vez que consigo Pasajes Baratos a un destino, no lo dudo y viajo
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Inclino ligeramente el torso, apoyo la barbilla en el brazo derecho y miro por la ventanilla del avión observando el mar de nubes. Atrás quedan ya los días en Washington DC. Jaume, hermano, te imagino sonriente, volviendo a Quebec. Emergen, agolpándose en la memoria, todos los principios y los finales, todas las ventanillas de avión, todos los mares de sueños de algodón. Y pienso en los que quedan. ¿Volveremos algún día juntos al DC? ¿O es éste ya el primer final de muchos? ¿Ahora que te has ido lejos, cuántos paseos nos quedan? ¿Cuántos abrazos? ¿Cuantas discusiones? ¿Cuantas veces nos sentaremos juntos a escuchar la vida con los ojos cerrados, sobre el sofá de nuestra casa, sobre la hierba del jardín recién cortada, sobre las piedras grises de la playa de nuestra infancia? ¿Cuantas veces volveremos a tenernos cerca? Ése número ya está fijado: refleja una vida entera cada uno a un lado del atlántico.
Un número que se ahoga bailando en un mar de infinitas ausencias, silencios, olvidos. ¿Qué lugar es ése al que nos lleva nuestra libertad?
Los mares de nubes, sobre todo vistos desde arriba, dan para mucho. Incluidos los bellos recuerdos y las tristes reflexiones. O viceversa. ¿Qué lugar es éste en el que dos desconocidos (usted y yo) los comparten?
Éste lugar que usted posee al otro lado del espejo, es para mí un reflejo del caos cotidiano que son nuestras vidas (ése conjunto de imágenes, pensamientos, sentimientos); pero a diferencia de éstas, no necesita un argumento para que mantengamos la cordura y puede mostrarse sin más. Estoy sentado en la oficina mirando atentamente la pantalla del ordenador y en segundos mi existencia deriva hacia el colapso. Inicio el navegador y tras una búsqueda rapidísima empiezo a leer, viajando más allá, del otro lado de la realidad. Paulatinamente con la lectura, me transformo, cobrando sentido, aunque tan solo sea durante un tiempo limitado y de forma ficticia. Apago el navegador, me levanto y observo por la ventana la inmutable realidad: nada ha cambiado, afuera sigue sin pasar nada, pero bajo mi mirada, que todavía parece bailar suavemente con fragmentos de exquisita literatura, la realidad adquiere la estructura de una ficción y ésa nada se transforma en puro arte (hasta la cadencia de paso de los transeúntes me provoca un singular sentimiento de felicidad). Tan sólo puede que eche de menos, un poco más tarde, el roce suave de la piel.
Como me interesa mucho el turismo disfruto de viajar y llegar en avión a bellas ciudades en todo el mundo. Es por ello que cada vez que consigo Pasajes Baratos a un destino, no lo dudo y viajo
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