«(...) y una vez más Nina W. salió a hablar, de nuevo sin conseguir captar la centésima parte de la belleza que acababas de contemplar, y así siguió el espectáculo, de acá para allá durante una hora, los bailarines turnándose con la coreógrafa, cuerpos en movimiento seguidos de palabras, belleza seguida de un rumor sin sentido, júbilo seguido de aburrimiento, y en cierto momento algo empezó a abrirse en tu interior, te encontraste cayendo por la fisura entre el mundo y la palabra, el abismo que separa la existencia humana de nuestra capacidad de entender o expresar la verdad de la vida, y por motivos que te siguen desconcertando, aquella súbita caída por el aire vacío y sin límites te inundó de una sensación de libertad y felicidad, y cuando acabó la actuación, ya no estabas bloqueado, ya no te preocupaban las dudas que venían pesando sobre ti desde el año anterior. Volviste a tu casa de Dutchess County, al cuarto de trabajo en donde dormías desde el fin de tu matrimonio, y al día siguiente empezaste a escribir, trabajaste durante tres semanas en un texto de género indefinible, ni poema ni prosa narrativa, tratando de describir lo que habías visto y sentido mientras contemplabas las evoluciones de los bailarines y oías hablar a la coreógrafa en el gimnasio de aquel instituto de Manhattan, escribiendo al principio muchas páginas y luego reduciéndolas a ocho, la primera obra de tu segunda encarnación como escritor, el puente hacia todo lo que has escrito a lo largo de los años transcurridos desde entonces, y recuerdas haberlo terminado durante una tormenta de nieve a altas horas de la noche de un sábado, a las dos de la madrugada, la única persona despierta en la casa silenciosa, y lo terrible de aquella noche, lo que continúa persiguiéndote, es que justo cuando estabas terminando tu composición, que acabaste titulando Espacios en blanco, tu padre agonizaba en brazos de su novia. La trigonometría macabra del destino. Justo cuando estabas volviendo a la vida, la vida de tu padre tocaba a su fin.» (pp. 236-237)
- Paul Auster. Diario de invierno (Winter Journal). Traducción de Benito Gómez Ibáñez. Anagrama 2012.
- Viaje al paraíso de la memoria. Javier Aparicio Maydeu. El País, 4/2/2012.
- Mapa de lectura de Paul Auster. Antonio Lozano. La Vanguardia, 1/2/2012.
- "Mis errores me siguen torturando". Álex Vicente. Público, 22/1/2012
- El león en invierno. Álex Vicente. Qué leer. Enero 2012.
- "Decidí usar mi propio cuerpo como guía": Auster en Barcelona a través de Moleskine Literario. 21/2/2012.
4 comentarios:
En este Diario de invierno, Auster hace un sorprendente recuento de su vida, o mejor dicho, de la vida de su cuerpo:
“Habla ya antes de que sea demasiado tarde y confía luego en seguir hablando hasta que no haya más que decir. Después de todo, se acaba el tiempo. Quizá sea mejor que de momento dejes tus historias a un lado y trates de indagar lo que ha sido vivir en el interior de este cuerpo desde el primer día que recuerdas estar vivo hasta hoy. Un catálogo de datos sensoriales. Lo que cabría denominar fenomenología de la respiración.”
Ojalá después de este Diario de invierno venga un diario del resto del año centrado en su obra. O fenomenología del pensamiento.
Un olvido: el libro ha sido una estupenda gentileza de ecr.
"(...) afirmó con toda seguridad que a tu apéndice no le pasaba nada. Sufrías un ataque agudo de gastritis. Tómese estas pastillas, te recetó, evite las comidas picantes, y poco a poco empezará a encontrarse mejor. Ambos diagnósticos resultaron ser correctos, y sólo más adelante, muchos años después, entendiste lo que te había pasado. Estabas asustados: tenías miedo, pero sin saberlo. La perspectiva de desarraigo te había producido un estado de extrema ansiedad, aunque enteramente reprimida; la idea de romper con tu novia era sin duda mucho más perturbadora de lo que habías imaginado. Querías ir a París solo, pero en buena medida te aterrorizaba ese cambio radical, y por eso se te descompuso el estómago y empezó a partirse en dos. Esa ha sido la historia de tu vida. Siempre que llegas a una encrucijada en el camino, se te destroza el organismo, porque tu cuerpo siempre ha sabido lo que tu intelecto desconocía, y sea cual sea la forma que elija para descomponerse, con mononucleosis, gastritis o ataques de pánico, tu cuerpo siempre es la zona más afectada por tus miedos y batallas interiores, y acusa los golpes que tu mente no puede o no quiere encajar."
'Diario de Invierno' es un Auster menor! No acabo de pillar ese recurso a la segunda persona para hablar de sí mismo. Aún así, es Paul Auster!!!!
Paréceme deducir que no te ha encantado mucho, mientras que a mí, sí. La verdad es que (por suerte) no tuve ningún problema con esa chocante segunda persona y disfruté un montón con la lectura de este libro. (Para mí, mayor.)
Why manipulador de alimentos? ¿Es que estás haciendo ensaladilla rusa???
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