«(…) En “Código Best Seller” (temas de hoy, 2010) de Sergio Vila-Sanjuán –libro que te recomiendo- el prólogo lo escribe José Antonio Marina. En la página 16 escribe el filósofo que los best sellers activan las tres clases diferentes de deseos de la persona: de placer, de socialización y de ampliación de posibilidades.
Te cito, a partir de ahora, textualmente:
“El primer gran deseo es la búsqueda de placer: ¿Qué placer se busca en el best seller? Ante todo, el que acompaña a nuestra necesidad de escuchar historias, por eso suelen ser libros en los que pasan muchas cosas. En segundo lugar, a nuestra necesidad de emocionarnos. Ya lo dijo Virginia Woolf: “A la gente le gusta sentir”, por eso los best sellers usan mecanismos eficaces para suscitar emociones universales: (…) Por último acudimos a esos libros –como a la TV o al cine- para huir del aburrimiento, para divertirnos, para descansar, entretenernos, matar el tiempo, y por eso deben captar la atención inmediatamente, “interesarnos” (-inter-esse- es meternos en medio del asunto)”
Yo (como mujer que soy, dirán algunos) tengo una mente muy complicada, de lo cual me alegro. Tan complicada es mi cabeza que hay días que necesito sentimientos en vena, que vayan directos al lugar dentro de mi cerebro que procesa los placeres. Esos días no quiero pensar, no quiero razonar. Esos días no quiero leer dos veces la misma frase. Esos días necesito que me complazcan con rapidez. Me gusta la literatura y me gusta leer. Mucho. Por eso soy omnívora. No tengo prejuicios y busco el placer. Unos días ese placer puede venir de un libro de Dostoievski y otros de un libro de María Dueñas. Los prejuicios –tú lo sabes bien, no hace falta que te lo diga- son el cáncer del amante de la literatura.
Hay que comer de todo como nos decían nuestras madres cuando no queríamos terminar las judía verdes de la cena (…)»
2 comentarios:
¿Para qué compra alguien libros al peso?
Sólo se me ocurre un motivo: para ponerlos en un mueble vacío y, cuando vengan visitas, que crean que sabemos leer. Y si encima están viejos, mejor, porque esos sí que están leídos.
¡Qué pena da verlos!
Los cestos con los libros estaban en el suelo, sobre la acera, y, no sé, pero quizás no los compra nadie.
Publicar un comentario