«No tenía ganas de guardar la foto; la mantuvo un rato más ante sus ojos, luego guardó la cartera, y sacó del bolsillo un viejo ejemplar de un libro titulado Hopalong Cassidy.
-Fíjese en esto; es un libro de cuando era chico... Ya verá...
Abrió la cubierta posterior y me la enseñó. En la última hoja se leía la palabra HORARIO, la fecha 12 de septiembre de 1906, y más abajo:
-Encontré el libro casualmente -siguió el anciano-. ¿Verdad que demuestra que Jimmy estaba destinado a salir adelante? Siempre tenía resoluciones de esta clase. ¿Se ha fijado en lo que dice de mejorar su cerebro? Siempre estaba atento a todo. Una vez me dijo que yo comía como un cerdo, y le pegué...
No tenía ganas de cerrar el libro; leía cada apartado en voz alta, y me miraba ansiosamente. Creo que esperaba que me copiara la lista.»
-Fíjese en esto; es un libro de cuando era chico... Ya verá...
Abrió la cubierta posterior y me la enseñó. En la última hoja se leía la palabra HORARIO, la fecha 12 de septiembre de 1906, y más abajo:
Levantarme de la cama | 6.00- | Mañana |
Ejercicios gimnásticos | 6.15-6.40 | ,, |
Estudio de electricidad, etc. | 7.15-8.15 | ,, |
Trabajar | 8.30-4.30 | Tarde |
Béisbol y deportes | 4.30-5.00 | ,, |
Practicar dicción, postura y cómo obtenerla | 5.00-6.00 | ,, |
Estudiar inventos necesarios | 7.00-9.00 | ,, |
RESOLUCIONES DE TIPO GENERAL |
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No perder el tiempo en Shafters o [nombre ininteligible]. No fumar ni mascar chicle. Bañarme días alternos. Leer un libro o revista buena cada semana. Ahorrar $ 5,00 [tachado] $ 3,00 a la semana. Ser mejor con mis padres |
-Encontré el libro casualmente -siguió el anciano-. ¿Verdad que demuestra que Jimmy estaba destinado a salir adelante? Siempre tenía resoluciones de esta clase. ¿Se ha fijado en lo que dice de mejorar su cerebro? Siempre estaba atento a todo. Una vez me dijo que yo comía como un cerdo, y le pegué...
No tenía ganas de cerrar el libro; leía cada apartado en voz alta, y me miraba ansiosamente. Creo que esperaba que me copiara la lista.»
The Great Gatsby (1925)
Francis Scott Fitzgerald (1896-1940) “Toda la buena escritura es nadar bajo el agua aguantando la respiración”
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2 comentarios:
Dos notas con comentarios de Vila-Matas sobre el gran Fitgerald:
De ANATOMÍA DEL DESASTRE:
«Con su primera novela, A este lado del paraíso (1920), fue aclamado de la noche a la mañana como el portavoz de una rebelde generación de posguerra, la de la época del jazz, la de quienes 'crecieron para encontrar muertos todos los dioses, libradas todas las batallas, destruida toda la fe en los hombres'. Con esa primera novela, y sobre todo con El gran Gatsby (1925), conoció el éxito prematuro, subió a la cima de la gloria y se las ingenió para vivir como uno de sus héroes, con la suma de 40.000 dólares al año. Casado con 'la maravillosa Zelda', se sentía tan increíblemente feliz que acabó por advertir que su situación no podía durar, y ya en 1921 escribió: 'Tenía todo lo que quería y sabía que nunca volvería a ser tan feliz'.»
De MÚSICA PARA MALOGRADOS:
«(...) imagina, por un momento, que vas por ese último trayecto que le queda a la literatura y estás con los personajes de tu propia música en la última frontera, perdido en el desierto de Sonora, por ejemplo, al final de todas las búsquedas, o en la biblioteca gótica del gran Gatsby y te llamas Ojos de Búho y eres aquel tipo de grandes lentes que va siempre aturdido después de haber comprobado con asombro que los libros de la casa de Gatsby no son falsos.
Pongamos, además, que hay luna llena y banjos en el jardín.
-¿No lo ven? –dices-. Lo he comprobado. Los libros son de verdad.»
«Leía mucho, lo que no quiere decir que leyera muchos libros. Más bien prefería releer las obras que me habían gustado. En esa época mis escritores favoritos eran Truman Capote, John Updike, Scott Fitzgerald, Raymond Chandler (...)
A los dieciocho años, mi libro favorito era El centauro, de John Updike, pero cuando lo hube releído varias veces, perdió su chispa y cedió la primera posición a El gran Gatsby, de Fitzgerald, obra que continuó encabezando mi lista de favoritos durante mucho tiempo. Tomar El gran Gatsby de la estantería, abrirlo al azar y leer unos párrafos se convirtió en una costumbre, y jamás me decepcionó. No había una sola página de más. «¡Es una novela extraordinaria!», pensaba. Me hubiera gustado hacer partícipes a los otros chicos de tal maravilla. Pero a mi alrededor no había nadie que leyera El gran Gatsby. Dudo que lo hubieran apreciado. En 1968 leer El gran Gatsby no llegaba a ser un acto reaccionario, pero tampoco podía calificarse de encomiable.
Pese a todo, conocí a una persona que había leído El gran Gatsby, y nos hicimos amigos precisamente por ello. Se llamaba Nagasawa y estudiaba Derecho en la Universidad de Tokio, dos cursos por encima de mí. Nos conocíamos de vista, ya que vivíamos en la misma residencia, hasta que, un día en que yo estaba leyendo El gran Gatsby en un rincón soleado del comedor, él se sentó a mi lado y me preguntó qué leía. «El gran Gatsby», le dije. «¿Es interesante?», me preguntó. Le respondí que lo había leído tres veces, pero que cuanto más lo releía más párrafos interesantes encontraba. «Un hombre que ha leído tres veces El gran Gatsby bien puede ser mi amigo», repuso como hablando para sí mismo. Y nos hicimos amigos. Corría el mes de octubre.» (pp. 46-47)
Haruki Murakami
Tokio blues (Norwegian Wood, 1987)
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