Hay casas
«Que por su aspecto me permiten soñar. Imagino que las habitan viejos humanistas con bibliotecas generosas y sillones donde se lee y se escucha música celestial. Gente cultivada como hubo en la República, amantes de los libros y las tertulias. Por eso me gusta mirar las fachadas, porque imagino un país, una ciudad que ya no existe. Algunos de esos edificios tienen adornos escultóricos, rostros en relieve que presiden puertas o ventanas, tal vez a imagen y semejanza de alguien que mandó construir la casa, según cuenta la leyenda.
Yo me siento acompañada por esos habitantes imaginarios y esas bibliotecas invisibles, que me acogen con una hospitalidad extranjera, y puedo permitirme no mirar ni escuchar los gritos o la mala educación de gente que pasa y que hace mucho tiempo olvidó lo que eran los libros, si lo supo alguna vez.
Esas casas fueron construidas con otro espíritu y a mí me permiten imaginar que vivo en otro mundo, más europeo, y donde la cultura sea importante no en lo espectacular, sino en lo reflexivo y en el cuidado de las palabras.
Es una lástima que mi cámara no me permita fotografiar otro efecto. Al atardecer, cuando empiezan a encenderse las primeras luces en las ventanas, algunas casas parecen ocultar algún secreto interesante. Mirándolas, es imposible deducir que en su interior viven mutantes sin libros, gente que sólo piensa en dinero, comida, rebajas y aparcamientos. Cualquier casa se dignifica con una lamparita encendida. Dice el poeta chino Du Fu: "El halo de la lámpara ilumina el insomnio". Un simple globo de luz dibuja una atmósfera sutil, de personajes atrayentes desde la calle, lugares de una vida llena de matices e intercambio de pensamientos.» (p. 144)
Yo me siento acompañada por esos habitantes imaginarios y esas bibliotecas invisibles, que me acogen con una hospitalidad extranjera, y puedo permitirme no mirar ni escuchar los gritos o la mala educación de gente que pasa y que hace mucho tiempo olvidó lo que eran los libros, si lo supo alguna vez.
Esas casas fueron construidas con otro espíritu y a mí me permiten imaginar que vivo en otro mundo, más europeo, y donde la cultura sea importante no en lo espectacular, sino en lo reflexivo y en el cuidado de las palabras.
Es una lástima que mi cámara no me permita fotografiar otro efecto. Al atardecer, cuando empiezan a encenderse las primeras luces en las ventanas, algunas casas parecen ocultar algún secreto interesante. Mirándolas, es imposible deducir que en su interior viven mutantes sin libros, gente que sólo piensa en dinero, comida, rebajas y aparcamientos. Cualquier casa se dignifica con una lamparita encendida. Dice el poeta chino Du Fu: "El halo de la lámpara ilumina el insomnio". Un simple globo de luz dibuja una atmósfera sutil, de personajes atrayentes desde la calle, lugares de una vida llena de matices e intercambio de pensamientos.» (p. 144)
«Envidio un bellísimo libro que Isabel Núñez acaba de publicar, Mis postales de Barcelona (Triangle), descripción de un íntimo paisaje urbano, la ciudad que mi generación ha perdido. Leerlo ha sido una experiencia extraña (...)»
[Enrique Vila-Matas, La brisa Dickinson, 20/4/2012]
6 comentarios:
Manuel Vicent habla sobre la lectura.
(Kosmopolis 2011, CCCB).
Pobre alma, centro de culpable limo
a la que burla, indócil, quien la ciñe,
¿por qué adentro sufrir afán y hambre
si pintas lo exterior de alegre lujo?
Si el contrato es tan breve, ¿por qué gastas
ornando tu morada pasajera?
¿Tendrá por fin tu cuerpo sustentar
al gusano que herede tu derroche?
Vive, alma, a expensas de tu servidor;
que aumenten sus fatigas tu tesoro;
y cambia horas de espuma por divinas.
Sé rica adentro, en vez de serlo afuera.
Devora tú a la Muerte y no la nutras,
pues si ella muere, no podrás morir.
Traducido por Manuel Mújica Láinez.
Me han gustado mucho los secretos que se esconden tras esas ventanas cálidamente iluminadas por una lámpara a cuya luz quizá alguien está leyendo...
(Sin comas.)
Pero no he entendido la relación que tiene el soneto de Will con el libro que comentas.
¿Es porque acaba de morir la autora?
Dear Pteridactyl,
El motivo por el que ese soneto está aquí es porque este libro, que me ha parecido delicioso, acaba así:
"La buena noticia es que, de momento, no he perdido mi casa y no hay razón para seguir penando. Me quedan cinco años de soñar con otras casas, aunque mientras escribía haya estado a punto de perder ese otro alquiler corpóreo mucho más importante que a Shakespeare le parecía tan corto en su Soneto CXLVI."
[PS: y mañana mucha más muerte. Aviso.]
¡Me ha encantado! Me lo compro. 1beso, AM.
Me alegro, Andrés.
Creo que te (os) gustará mucho.
Yo se lo voy a regalar a mi amiga N. que, además, estudió con I.
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