Eduardo Savienko 'Limónov' | ||
(p. 29) “Cuando le pregunté al propio Limónov cómo era la cárcel, al principio se contentó con responder: «Normalno», que en ruso quiere decir bien, sin problemas, nada que señalar, y sólo más tarde me contó la pequeña anécdota siguiente. De Lefórtovo le trasladaron al campo de Engels, a la orilla del Volga. Es un centro modélico, novísimo, fruto de las reflexiones de arquitectos ambiciosos, y que muestran de buena gana a los visitantes extranjeros para que saquen conclusiones halagüeñas sobre los progresos de la situación penitenciaria en Rusia. De hecho, los reclusos de Engels llaman a su campo «Eurogulag», y Limónov asegura que los refinamientos de su arquitectura no hacen la vida allí más agradable que en los barracones clásicos rodeados de alambre de espino: más bien menos. El hecho es que los lavabos de este campo, construidos con una placa de acero cepillado, coronada por un tubo de hierro fundido, de una línea sobria y pura, son exactamente los mismos que los de un hotel concebido por el diseñador Philippe Starck, donde el editor norteamericano de Limónov le alojó durante la última estancia de éste en Nueva York, a finales de los años ochenta. La coincidencia le dejó pensativo. Ninguno de sus camaradas de cárcel estaba en condiciones de hacer la misma comparación. Tampoco podía hacerla ninguno de los clientes elegantes del elegante hotel neoyorquino. Se preguntó si habría en el mundo muchos otros hombres como él, Eduard Limónov, cuya experiencia incluyese universo tan diversos como el del preso de derecho común en un campo de trabajos forzados a orillas del Volga y el del escritor de moda que se mueve en un decorado de Philippe Starck. Llegó a la conclusión de que no, sin duda, y extrajo de ello un orgullo que yo comprendo, que es incluso el que me ha despertado el deseo de escribir este libro.” |
(p. 30) “Limónov, en cambio, fue un gamberro en Ucrania; ídolo del underground soviético; mendigo y después ayuda de cámara de un multimillonario de Manhattan; escritor de moda en París; soldado perdido en los Balcanes; y ahora, en el inmenso desmadre del poscomunismo, viejo jefe carismático de un partido de jóvenes desesperados. Él mismo se ve como un héroe y se le puede considerar un canalla: me reservo la opinión sobre este punto. Pero lo que pensé, después de haberme parecido meramente divertida la anécdota de los lavabos de Sarátov, es que su vida novelesca y peligrosa decía algo. No sólo sobre él, Limónov, no sólo sobre Rusia, sino sobre la historia de todos nosotros desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Algo, sí, pero ¿qué? Emprendo este libro para averiguarlo.” | |
Emmanuel Carrère |
lunes, 25 de febrero de 2013
Limónov según Emmanuel Carrère
sábado, 23 de febrero de 2013
jueves, 21 de febrero de 2013
Marina Abramovic: La artista está presente
Marina Abramović: The Artist Is Present (MoMa, 2010)
For this exhibition, The Museum of Modern Art's first performance retrospective, Abramović performed in an Atrium every day the Museum was open between March 14 and May 31, 2010. Visitors were encouraged to sit silently across from the artist for a duration of their choosing, becoming participants in the artwork.
Marina Abramović: The Artist is Present es también un fantástico
(y emocionante) documental de HBO que acabo de ver en el cine Verdi.
lunes, 18 de febrero de 2013
Percival Everett: No soy Sidney Poitier
No soy Sidney Poitier
(I am not Sidney Poitier, 2009) Percival Everett Trad. Damià Alou Blackie Books, 2013 [Everett y J. Pérez Andújar mañana en La Central] |
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«Ted miró fijamente a Everett. —Percival Everett. ¿No escribió usted un libro llamado X? Everett asintió. —No me gustó —dijo Ted. —Ni a mí —dijo Everett—. No me gustó escribirlo y no me gustó cuando estaba acabado. -Sin embargo, me encantó la novela dentro de la novela. Esa historia me pareció realmente fascinante. Ya sabe, Como lo vida misma. -Ya he oído ese comentario.» (p. 276) |
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Javier Pérez Andújar & Percival Everett. La Central, 19/02/2013 |
...and Everett reading from his book I am Not Sidney Poitier
“I managed to register for all my classes, just as the other freshmen so managed, and I assumed without much less surprise than I. It was a complicated matter that might or might not have had a computer involved. My classes were what one could expect, predictable survey courses, composition, rudimentary introduction to calculus, I decided to get into an upper division English course titled « the Philosophy of nonsense » taught by some guy named Percival Everett. I needed his signature to get the course so I went to his office. I found his door open. Before I tapped on the jam to announce myself, I saw that the room was lousy. There was sports equipment, basketballs, inflated and not, tennis and squash rackets, a hockey stick, a baseball bat, a baseball glove on the desk, and a pair of boxing gloves hanging on the wall between portrait drawings of James Joyce and Terry Mcmillan. There was a photograph of another man high on the wall above the others. I knocked.
“Come in and sit down.” Everett said, continuing to read sporting news. “What do you need ?”.
“Your signature.” I told him, “I want to take your nonsense course.”
“What year are you in?”
Still he didn’t quite look at me.
“I’m a freshman.”
“Anybody ever tell you you look like Harry Belafonte?”
“Never.”
“I’m not surprised. Where is your card?”
I pushed my blue card toward him and he looked at me, as if for the first time.
“Like Belafonte.” He said. “Not Sidney?”
“That really is my name.” I said.
“Or else it wouldn’t be on the card.” He said. “I like it. Do you play golf? And I don’t mean miniature golf.”
“I never have.”
“Good. It’s a stupid game. A damn waste of water keeping all that lawn alive and green. How about lunch, do you eat lunch?”
“Occasionally.”
“Me too. Come on and I’ll buy you what passes for lunch on this campus. What do people call you?”
“They seldom call me and when they do, they call me Not Sidney.”
He looked at me.
“That’s too bad.”
Then he studied his desktop.
“Tell me, do you see my glasses?”
“They’re on your head.” I pointed.
He nodded.
“Well, that’s a good place for them. I think I’ll leave them there. Come along, Mr. Poitier.”
“Come in and sit down.” Everett said, continuing to read sporting news. “What do you need ?”.
“Your signature.” I told him, “I want to take your nonsense course.”
“What year are you in?”
Still he didn’t quite look at me.
“I’m a freshman.”
“Anybody ever tell you you look like Harry Belafonte?”
“Never.”
“I’m not surprised. Where is your card?”
I pushed my blue card toward him and he looked at me, as if for the first time.
“Like Belafonte.” He said. “Not Sidney?”
“That really is my name.” I said.
“Or else it wouldn’t be on the card.” He said. “I like it. Do you play golf? And I don’t mean miniature golf.”
“I never have.”
“Good. It’s a stupid game. A damn waste of water keeping all that lawn alive and green. How about lunch, do you eat lunch?”
“Occasionally.”
“Me too. Come on and I’ll buy you what passes for lunch on this campus. What do people call you?”
“They seldom call me and when they do, they call me Not Sidney.”
He looked at me.
“That’s too bad.”
Then he studied his desktop.
“Tell me, do you see my glasses?”
“They’re on your head.” I pointed.
He nodded.
“Well, that’s a good place for them. I think I’ll leave them there. Come along, Mr. Poitier.”
domingo, 17 de febrero de 2013
Barcelona today
La grapadora de la plaza de las Glòries.
Parece que la calle Avenir se ha convertido en carril bici (y yo sin saberlo).
jueves, 14 de febrero de 2013
¿Quién era Franz Kafka?
¿Quién era Franz Kafka? / Qui était Kafka? / Wer war Kafka? Pelicula Documental de Richard Dindo |
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«Si no fuera por las noches horribles, agonizantes, insomnes, yo nunca hubiese escrito.» / «Después de haber escrito algo bueno por la noche, podría haber seguido escribiendo toda la noche, y el día y la noche y el día... y así por siempre. ¡Qué mundo prodigioso tengo en mi cabeza!» |
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«Esta mañana, el placer por primera vez en mucho tiempo en la idea de un cuchillo que se ha retorcido en mi corazón. Seguramente lo escribí desesperado por mi cuerpo, y por el futuro de ese cuerpo.» / «Quiero que mi frente tiemble cuando escribo.» | |
«La verdad es siempre un abismo.» / «Hay una meta, pero no el camino. Lo que llamamos el camino es la indecisión.» | |
«Si no escribo me siento expulsado fuera de la vida por una mano inflexible.» | |
«Franz no tenía la habilidad para vivir.» (Milena) | |
«Pero Franz quería vivir, siguió las instrucciones de su médico más meticuloso de lo que había sido hasta entonces. Si hubiese conocido antes a Dora, su voluntad de vivir se hubiese fortalecido más pronto.» (Brod) | «...un iniciado, un aterrorizado por el mundo. Un hombre que había visto el mundo con tanta claridad que no podía soportarlo y no tuvo más remedio que morir.» (Dora) |
DocuTube - "En este documental, el director suizo Richard Dindo desea crear en el espectador la sensación de estar escuchando a quienes conocieron a Kafka. Para esto se vale de actores que encarnan a Max Brod (amigo, biógrafo y editor de Kafka), Gustav Janouch, Milena Jesenská, Felice Bauer, Dora Diamant y Max Pulver; y cuentan en primera persona detalles sobre la vida que estos personajes compartieron con el escritor checo. Los parlamentos de los personajes del documental se construyen a partir de fragmentos de: Cartas a Milena, Cartas a Felice y Carta al padre de Kafka; la biografía realizada por Max Brod; Conversaciones con Kafka de Gustav Janouch; y los testimonios reunidos por Hans-Gerd Koch. El documental aborda, entre otros temas, la presencia opresiva que la figura paterna representó en la vida y obra de Kafka, el trabajo que realizó en el Instituto de Seguros contra Accidentes de Trabajo de Praga (experiencia que le serviría para prefigurar el ambiente burocrático creado en sus novelas), su relación con Milena, Felice y Dora, y el padecimiento de tuberculosis en sus últimos años de vida." [aquí, sí] |
lunes, 11 de febrero de 2013
Juan Arnau: Leyenda de Buda
»Y sabed que como una burbuja, como un sueño, como el hueso de la cebolla, como el tronco del kadali, así es el yo. Acuciado por su sed, el ignorante se dice: "yo soy el que hablo", "yo soy el que pienso", "yo soy el que voy", "yo soy el que vengo". Y su mente desatenta se identifica con ese yo, reduciendo su alcance y cegando su visión.
»Sea lo que sea el cuerpo, interno o externo, tosco o sutil, presente o futuro, deciros: "ese cuerpo no soy yo, no es mío, no me pertenece". Sea lo que sea la mente, interna o externa, tosca o sutil, presente o futura, deciros: "esa mente no soy yo, no es mía, no me pertenece" (...)
»Incluso los mismos dioses, impelidos por la sed, son engañados por la ilusión de lo "mío", y acaban por creer que ellos son los que ven, los que piensan y los que oyen, y así son arrastrados por la corriente impetuosa del nacimiento y la muerte. (pp. 118-119)
»Sea lo que sea el cuerpo, interno o externo, tosco o sutil, presente o futuro, deciros: "ese cuerpo no soy yo, no es mío, no me pertenece". Sea lo que sea la mente, interna o externa, tosca o sutil, presente o futura, deciros: "esa mente no soy yo, no es mía, no me pertenece" (...)
»Incluso los mismos dioses, impelidos por la sed, son engañados por la ilusión de lo "mío", y acaban por creer que ellos son los que ven, los que piensan y los que oyen, y así son arrastrados por la corriente impetuosa del nacimiento y la muerte. (pp. 118-119)
Leyenda de Buda.
Juan Arnau.
Alianza Editorial, 2011
jueves, 7 de febrero de 2013
miércoles, 6 de febrero de 2013
Austin Wright: Tres noches (Tony and Susan)
«En una ocasión le preguntó a Edward por qué quería ser escritor. No por qué quería ser escritor, sino por qué quería escribir. Sus respuestas eran diferentes cada día. Es un alimento para mí. Escribes porque todo muere, para salvar lo que muere. Escribes porque el mundo es un caos en el que sólo puedes ver cuando trazas un mapa con palabras. Te fallan los ojos y escribir es como ponerte las gafas. No: escribes porque lees, para rehacer a tu modo las historias que hay en tu vida. Escribes porque tu mente es una confusión de ruidos y abres una senda en ella para orientarte acerca de ti mismo. No: escribes porque estás encerrado en la cápsula de tu propia cabeza. Envías sondas a otras personas que están en sus cápsulas craneales y aguardas una respuesta. En fin, la única forma de mostrarte por qué escribo es mostrarte lo que escribo, para lo cual no estoy preparado.» (p. 140) |
«Bueno, era una lectora. Si Edward no podía vivir sin escribir, ella no podía vivir sin leer. Y sin mí, Edward, no tendrías razón de existir, pensó. Él era un transmisor que agotaba sus recursos; ella, una receptora que se volvía más rica cuanto más recibía. Para escapar al caos de su mente utilizaba las articulaciones de otros, es decir: vidas con ayuda de las cuales ella creaba la interesante arquitectura y geografía de sí misma. Con el paso de los años había construido una patria interior rica y civi- lizada, plena de historia y cultura, con obje- tivos y perspectivas con los que nunca había soñado en los días en que Edward quería dar a conocer sus propias visiones.» (p. 141) |
lunes, 4 de febrero de 2013
José Agustín Goytisolo: Quiero todo esto
Quiero ser informado sobre lo que ocurre al más alto nivel Quiero ver a la gente uno por uno Quiero que me amnistíen por todo lo que pienso hacer de ahora en adelante Quiero entrar en los cines sin pagar Quiero que una persona de fiar escoja mis camisas y nunca se equivoque Quiero un informe sobre el comportamiento sexual de los sexólogos Quiero que los cocineros no sean obscenos Quiero que ordenen llevar camisa azul a todos los que en su día la llevaron Quiero que no me den gato por liebre Quiero que el socialismo vaya sin más directamente al grano Quiero aprender inglés en 15 días Quiero saber con precisión exacta la verdadera forma del universo Quiero que los croissants siempre estén calentitos y sabrosos Quiero misas de culo y en latín Quiero saber si el papel higiénico de la Real Academia limpia fija y da esplendor Quiero ser la Madre Abadesa Quiero que se prohiban los canalones y la plusvalía Quiero que el Imperio Romano no siga decayendo de este modo Quiero que fichen a la policía Quiero comer Potitos Bledine Quiero el control de la natalidad con carácter retroactivo Quiero que se sepa que el presidente de los Estados Unidos barre para su casa de una manera descarada Quiero amor Quiero lanzarme en plancha y rematar marcando el sexto gol al Real Madrid Quiero que Manolo no se quede calvo Quiero saber si alguien me está robando los calzoncillos Quiero entablar un juicio Quiero volver a merendar en la terraza con mis primas y Tía Catalina Quiero que me homologuen en Ohio Quiero que alguien me nombre su Delegado en el Exterior Quiero que Reus sea puerto de mar Quiero que me devuelvan la gabardina que me quitaron el diecisiete de Noviembre de 1949 en el Cine Carretas Quiero que dios exista Quiero que los Catedráticos de Estética no sean tan feos Quiero ser de derechas Quiero jugar al mus Quiero que no menoscaben mi integridad Quiero tener aparcamiento reservado dondequiera que vaya Quiero bailar el rock Quiero que le salga un sarpullido al Santo Padre Quiero una mantita en la barriga a la hora de la siesta Quiero que se firmen todos los acuerdos Quiero destituir a Bing Crosby de un modo fulminante Quiero fugarme con la morterada Quiero comer centollo con la Julia y con la Ton Quiero triunfar como una bestia Quiero que no se me invite otra vez a disolverme pacíficamente Quiero que emplumen a San Valentín Quiero que Cataluña llegue hasta el Tirol Quiero un felpudo igual que el del vecino Quiero considerar seriamente la posibilidad de que me expulsen de cualquier país Quiero unas garantías mínimas Quiero que se suprima la circulación periférica Quiero que en las cajas de quesitos hayan más quesitos Quiero ir a las islas Filipinas Quiero que se eliminen las condiciones objetivas ya que por culpa de ellas todo sale mal Quiero que no se tiren más a nuestras mujeres Quiero tirarme a alguien Quiero controlar el gasto Público partida por partida Quiero ser bueno Quiero que se me paguen daños y perjuicios Quiero que cada pueblo tenga el gobierno que no se merezca Quiero que no me avergüencen más en las autopistas Quiero que no haya clase obrera Quiero que trasladen las Fallas de Valencia Quiero que no vuelvan los buenos tiempos Quiero revolcarme en la alfombra del Hotel des Templaires Quiero ser hábilmente interrogado para cantarlo todo a la primera friega Quiero sardinas en escabeche y pan tostado con aceite y sal Quiero ascender por méritos de guerra Quiero que se me incapacite legalmente para no ser ya nunca más responsable de nada Quiero que no me maten la ilusión Quiero que no vuelvan a salir goteras en el techo Quiero que todo el mundo cobre más Quiero que no se me hinche la barriga Quiero que me convenzan Quiero un poco de caridad cristiana Quiero que todos pasen por el tubo Quiero un nuevo cepillo de dientes Quiero todo esto yo no puedo seguir viviendo así: es una decisión irrevocable José Agustín Goytisolo[Con Queco Novell, Toni Sala, Martí Gironell, Màrius Serra, Ada Castells, Godoy,
Sergi Pompermayer, Mercè Sàrrias, Carles Flavià, Constantino Romero y Rosa Badia.]
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