«(...) Seguía turbándole la sospecha de que el reiterado aplazamiento de su visita pudiera haber contribuido a la depresión de Fenimore. El hallazgo que más le trastornó, sin embargo, era un pasaje en su cuaderno, al parecer una idea para un relato. “Imagino a un hombre nacido sin corazón. Es bueno, al menos no es cruel; no es un libertino, se comporta bien, pero no tiene corazón.” ¿Estaba ella pensando en él? No era verdad, por supuesto, que no tuviese corazón, pero ¿acaso daba esa impresión? Las palabras de Fenimore sintonizaban con algo que Flaubert le había dicho, allá por los años setenta, en una de las reuniones dominicales de escritores en su guarida de un quinto piso en el Faubourg St. Honoré, al referir con sosiego una devastadora acusación formulada por la madre del francés, y sin ánimo de negar su veracidad: “Tu manía de hacer frases te ha secado el corazón”, había escrito la señora Flaubert a su hijo. Ya entonces, y aunque estas palabras iban dirigidas a otro hombre, había sentido el pequeño escrúpulo aprensivo de que algún día pudieran achacárselo a él, porque compartía con Flaubert la manía de las frases, de hacer frases de un equilibrio perfecto, una construcción intrincada, una cadencia sutil y un sentido de una densidad tan apretada como un relleno de carne. ¿Resecaba el corazón una obsesión así? ¿Era el precio inevitable que había de pagar por el logro artístico? A veces se temía que sí.» (p. 274) [about Henry James (1843-1916)]
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DAVID LODGE ¡El autor, el autor! (Author, Author, 2004) Trad. de Jaime Zulaika Anagrama, 2006 495 páginas |
martes, 8 de octubre de 2013
"Henry, dondequiera que estés... sal a saludar"
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