«De Suecia ya no faltaba mucho para dar el salto hasta el escritor noruego Knut Hamsum y al hambre que pasó en Cristiania, a la que puso fin huyendo a Chicago. El último escritor del que trató mi conferencia de ese día fue Frankz Kafka. Hablé de su ciudad natal, Praga, que yo sólo conocía por los libros. Mi ignorancia acrecentaba mi apasionamiento. Hablaba de Franz Kafka como si lo conociera personalmente y como si cada día supiera algo nuevo sobre su vida. Y hasta cierto punto era así. En aquella época yo leía todo lo que podía comprar de él y sobre él e inmediatamente le pasaba a Gudrun cada nuevo detalle. A veces la miraba mientras caminábamos y le sonreía, no, controlaba un poquitín si me escuchaba o si estaba aburriéndola. Mi conferencia se prolongó hasta que llegamos a la puerta del piso del sótano. Entré con Gudrun en el pasillo y la besé con una excitación que nosotros tomábamos por un signo de nuestro amor y de nuestro futuro. En realidad yo barruntaba que mis besos no tenían que ver con Gudrun y que allí, detrás de ella, estaba Franz Kafka, a quién yo le agradecía que me hubiera dado una vez más tanta vitalidad.» (p. 16) | Wilhem Genazino (Mannheim, 1943) UNA MUJER, UNA CASA, UNA NOVELA Eine Frau, eine Wohnung, ein Roman (2003) Trad. Carmen Gauger Galaxia Gutemberg, 2004 |
(un gustazo) |
martes, 1 de julio de 2014
Genazino: Una mujer, una casa, una novela
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