«Las transferencias (de dinero) entre China y España son inexistentes. Este país, aparte de no fiarse ni de ellos mismos, anda con importantes retrasos. Es incomprensible la cantidad de papeles que uno tiene que llegar a firmar para hacer movimientos presumiblemente sencillos. Los bosques, aquí, importan una buena mierda. —¿Está segura que este es el papel para enviar? —Sí. —Es que aquí pone "recibir". —¡Ah! Perdone, es este otro. La necedad es calificativo contiguo al chino de etnia "han". No falla. Tantas décadas oprimidos, desaprovechados, alejados de la cultura sobre una charca de odio y heces, que ahora les es difícil dar con la tecla. Sobre todo, teniendo en cuenta a la velocidad que marcha este país, que engulle vidas como días tiene el calendario. De pronto, no ya sólo deben dar más de sí, sino que además deben parecer occidentales. —Perdona, ¿me puedes dar un número para mi turno? —Aquí lo tiene. —¿El ciento veintisiete? Pero si va por el noventa y dos. —Lo siento, tiene que esperar. Puede tomar asiento allí. El ciudadano, en general, es ganado. Y en China, aún menos que eso. Por eso debo esperarme una hora a que un insulso señor descamisado y repelente me atienda, cometa cien errores, no sepa decir en inglés ni "yes", y envíe mi dinero sin saber a ciencia cierta si llegará o se quedará en el limbo. Mientras llega el turno para mi sufrimiento infinito debo esperar en una silla de plástico, de la peor calidad, rodeado de todo tipo de carroña social: unos fuman, otros sorben el paquete de "noodles", alguno da una cabezada. Se salva una hermosa señora, entrada en años, que me mira risueña sin saber la que se le podría caer encima. El aire acondicionado, como no podía ser de otro modo, emana congelación absoluta. Y el gordo que tengo a mi lado, clara muestra del crecimiento chino que ha dejado de lado las hambrunas para en poquísimo tiempo crear obesos mórbidos, se saca un moco de la nariz con un dedo ennegrecido. El guarda de seguridad, que va vestido como un fontanero magrebí, ni pone orden ni sabe realmente a qué se dedica [...] El inane me está poniendo de los nervios. Aparte de esperar una hora y cuarto para que la sucia megafonía cantara mi turno, lleva leyendo los papeles que rellené hace ya rato como si no entendiera nada [...] Me cansa este país, me cansan sus ciudadanos incompetentes: me hacen perder el tiempo, gastar energía, me sacan todo lo malo que llevo dentro.» (Faltan moscas, pp. 99-101) |
Faltan moscas para tanta mierda Joaquín Campos Espuela de Plata, 2014 300 págs. | 17 € Cómo subir a un tren en China
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martes, 25 de noviembre de 2014
China today según Joaquín Campos (y otras)
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4 comentarios:
¡Ay, ay, ay! ¡Y ellos allí!
Me parece que este libro no se lo voy a llevar a China. Algún fontanero magrebí me detendría en la frontera.
Ahora en serio: el autor (que vivió 6 años en Shangai que se supone que es lo más cosmopolita del país) se pasa el 90% del libro practicando sexo y el 10% restante quejándose absolutamente de todo.
Pero, ¿tú crees que no lleva razón? En las quejas, me refiero, no en lo del sexo.
He leído el segundo enlace y me ha parecido tremendo todo lo que cuenta. Si es que fuera verdad...
Claro que, lo que tenemos aquí. Esta mañana me he tragado el pleno sobre las medidas anti-corrupción.
Nos creemos que somos un país civilizado, y esto es una república bananera.
Creo que tiene razón porque, además, coincide bastante con lo que A. nos cuenta directamente desde Guanzhou.
Algunos ejemplos del libro:
- ¿Quién quiere ser chino hoy en día?
- Los chinos trabajan mucho pero lo hacen muy mal.
- ¿Hay algún producto chino que se asocie con la calidad?
- China es el país más duro que ha generado esta humanidad.
- Las relaciones personales no existen en el país más antihumano de la tierra.
- En China nadie sufre cuando no es tratado como un ser humano.
- Si aquí tienes 30 años y eres soltera, date por muerta.
- No hay zonas comunes en China por las que alguien se preocupe.
(Y muchas más cosas relacionados con el tema de las falsificaciones o la corrupción que no voy a copiar aquí porque dentro de una semana espero que me dejen entrar allí.)
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