miércoles, 13 de septiembre de 2017

Animal doméstico, de Mario Hinojos

Mario Hinojos
ANIMAL DOMÉSTICO
Caballo de Troya, 2017 - 320 páginas - fragmento
Perturbadora novela para Francisco Lozano (Babelia)
[asombroso artefacto literario]
«[25 de marzo] Últimamente pienso que lo que hago no es otra cosa que escribir un diario. Nunca antes había llevado uno. Nunca antes había intentado resguardar nada. No tuve ni mascotas ni colecciones. De pequeño no hubo otra responsabilidad más allá de las obligaciones escolares y, de pronto, intento que mi vida se pueble de sentido y sea digna de ser atesorada. Quizá se deba a que todo ha terminado para mí; el futuro se abre a una vida desconocida en la que no hay espacio para la posteridad, donde no hay tiempo para el porvenir, acaso, únicamente, para la supervivencia. Sin embargo una extraña libertad recorre de forma íntegra este periodo. Como si a partir de ahora todo lo que hiciese estuviera despojado de yugos y ataduras. Porque la guerra se conjuga siempre en tiempo presente. Durante la guerra no ocurre nada más que lo que está sucediendo en ese instante: lo que está siempre a punto de terminar en el segundo siguiente, ahora mismo, o ahora. Lo cierto es que la vida no termina, solo cambia; la frase es en apariencia de la Biblia, en realidad la he copiado de un libro que me dio el doctor Meyer. Es un diario de guerra, lo escribe una mujer durante el segundo conflicto de Kosovo. Debo de haber leído hasta ahora un tercio de las anotaciones que lo forman. Apenas unos días después del inicio de su diario, en la página 18, encuentro este fragmento: "25 de marzo de 1998. Siento como si mi universo se hubiese vaciado de líquido amniótico. Me estoy secando y sofocando, privada del amor, la seguridad y los sentimientos. No soy feliz, no soy valiente, no tengo opiniones. Esto no es normal, es estar fuera de una vida que tampoco te necesita y de una historia que no te toma en cuenta. Mi futuro es un muro contra mi cara, mi pasado es un abismo. Así pues, estoy aprendiendo a bailar sin moverme, a bailar con la mente. Dicen que la mente es una de las primeras cosas que muere; yo creo que la mente muere antes si uno está devastado. Para preservar la mente hay que defender todo lo que contribuye a conformarla. ¿Y qué es eso?¿Es la libertad, el amor, la belleza? ¿Es la democracia, la compasión el arte? ¿O es otra cosa, un centro invisible, una energía que gira eternamente? No sé dónde está ese centro. No sé dónde estoy: el afuera invade al adentro. Lucho por salvar mi interior para cuando vengan tiempos mejores". Fin de la cita. Podrían ser mis palabras; literales.Desde que comencé a leer el libro siento que no hago otra cosa que copiar a Jasmina Tešanović, sus palabras podrían ser las mías, sus palabras son las mías, mi diario es el Diario de Jasmina. No sé a qué se debe esa constante sensación de remedo. ¿Qué tan cerca o qué tan lejos debe ocurrir la guerra para que sientas que la guerra es cosa tuya? El doctor Meyer me ha sugerido un ejercicio, escriba usted, ha dicho, como si fuera otro. Si le resulta complicado, me ha dicho Meyer, procure usted ausentarse, mirarlo todo con distancia, ha remarcado. Yo siento sin embargo que la distancia se reduce. Se confunden las rocas con los perros, se trasponen los gritos con gemidos salvajes. Todo es y no es al mismo tiempo, el final y el principio de los tiempos. Solo ahora se me ocurre, de repente, que quizá la demanda es por un orden, la exigencia es mi necesidad de encontrar una manera de organizar la destrucción luego de toda esta catástrofe. ¿Será que uno escribe, acaso, para ordenar el caos?» (págs. 81-83)

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interior y exterior
Fragmento de la camisa de la edición intervenida por el autor

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