Mary Karr (Texas, 1955)
EL CLUB DE LOS MENTIROSOS
[The Liar's Club, 1995]
Trad. Regina López Muñoz
Errata Naturae y Periférica, 2017 - 520 págs. - inicio
The Truth Keeps You Young, L.Dunhan, The Paris Review
[saber contar]
[Eduardo Lago dixit:] «Mary Karr (Grove, Texas, 1955) tenía cuatro años cuando su padre, al final de su jornada laboral en la refinería de petróleo donde trabajaba, se la llevaba con él a los antros donde quedaba para beber, jugar a las cartas e intercambiar historias con sus amigos, broncos texanos excombatientes de la Segunda Guerra Mundial [y ese era el club de los mentirosos]. Después de Texas vendrían otros paisajes: las drogas y el surf en California; la escena punk durante los años del college, en Minnesota; Vermont, donde cursó un máster en escritura creativa y conoció a su futuro marido, poeta como ella. Siguieron el nacimiento de su hijo, Dev, y su primer trabajo, como profesora de la Universidad de Siracusa. En cada uno de estos lugares surgió de manera fragmentaria un entramado que apenas logra ocultar una espiral de episodios aterradores: una violación perpetrada por un compañero de juegos a una edad temprana; la imagen de su madre amenazándola con un cuchillo, presa de un brote psicótico; la sombra aciaga de la depresión; un intento de suicidio; tétricas sesiones en los locales de Alcohólicos Anónimos; la religión, como única salida posible. La búsqueda de una tabla de salvación en la escritura recuerda a la de Sylvia Plath, cuando hacía frente a sus demonios en el terror de la madrugada. El resultado fue un libro de memorias que, conforme al dictamen de la crítica cuando se publicó en 1995, cambiaba las reglas del género. El club de los mentirosos es un libro difícil de caracterizar. Durante un año se mantuvo en la lista de best sellers del New York Times, mientras su autora recibía a diario cientos de cartas desgarradoras escritas por mujeres que le daban las gracias por haber logrado algo que ellas no sabían hacer: contar la crónica de su estancia en el infierno dejando espacio a la esperanza [...]»
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