Jordi Amat (Barcelona, 1978)
EL HIJO DEL CHÓFER
Tusquets, 2020 - 256 págs. - inicio
- La gran promiscuidad, I. Sánchez-Cuenca en ctxt
- El monstruo era él, Jordi Amat en LV 2017
[interesante y frustrante]
«Josep Pla tiene poder. Su poder es poder decir la verdad. No es poder político ni económico. Tampoco institucional. No es el poder del cuarto poder porque ése es un poder menguado cuando no hay libertad de expresión para poder decir la verdad. El poder de Pla es intelectual. Blando e informal. Lo atesora y lo desprende. Lo nutre su experiencia, sus lecturas y su sagacidad. Y ese poder llama a los otros, porque las ideas, en última instancia, actúan como el fundamento donde el poder no se transmite pero sí se regenera. Durante medio siglo Pla ha seducido a elites sucesivas con ese poder. A catalanas y no pocas españolas. Elites políticas, económicas, culturales o periodísticas. El lugar donde Pla despliega su seducción es una mesa donde se come y se bebe y el eje son sus palabras. Con su mirada, incapaz de esconder sus emociones, y su discurso, que podía partir de una anécdota y tras un chascarrillo, Pla tenía la capacidad de hacer viajar en el tiempo a su interlocutor y trasladarlo a la memoria del siglo o al corazón del mundo. El poder intelectual es el de la influencia de las ideas.
En el ejercicio material de esa influencia, Josep Quintà actúa como un instrumento indispensable. A veces en mesas distinguidas de Barcelona, pero casi siempre en restaurantes de comida tradicional del Ampurdán. En especial cuando llega el verano y los hombres del poder duro se instalan en sus segundas residencias. Y es así como Quintà, entre plato y plato, acaba siendo uno más de la red de Josep Pla. Es un círculo que se va ensanchando en torno a Pla. No son solo los amigos de Palafrugell. No es solo Vicens. Serán empresarios, financieros y economistas. Quintà los conoce, los ve y les habla de tú a tú porque él también tiene su poder: el capital social que significa haberse convertido en la mejor vía de entrada para acceder a Josep Pla. Para mantener ese capital, que se ha ganado conduciendo, se necesita dominar algunos códigos. La buena educación, el capital que da la información y una agenda. Así puede asistir al despliegue del poder intelectual de Pla, aprender cuál es la dinámica de la influencia. Cuando ha podido la ha usado en beneficio propio, de los suyos o de sus amigos. ¿Podría pedirle a ese profesor, amigo Vicens, que apruebe a mi hijo? Ése es su poder. Poder es la producción de los efectos deseados. Si no eres influyente —si no puedes descolgar el teléfono o pedir un favor cuchicheando al oído cuando los otros apenas se dan cuenta y al fin conseguir lo que pretendes— no estás dentro. Quintà lo está. Su hijo Alfons, mientras acumula resentimiento, lo ve.» (págs. 23-24)
No hay comentarios:
Publicar un comentario