viernes, 29 de noviembre de 2019

Canto jo i la muntanya balla, de Irene Solà



Irene Solà (Osona, 1990)
CANTO JO I LA MUNTANYA BALLA
Anagrama, 2019 - 192 pàgs. - inicio

· Una fiesta de la imaginación, Babelia
· Confirmación de una voz narrativa y lírica, LVang.
· La natura té un punt cruelment optimista, J. Nopca
[fascinante]

«Jo n'era, de bonica i de rebonica. Els ulls més blaus de Camprodon. I això, jo també ho sabia. Era bonica com la mare, que era nascuda en una casa que deien ca la Ufana, de tan ufanes i reboniques com eren en aquella casa totes les dones. I es casà amb el pare i visqueren al poble perquè el pare hi treballava d'encarregat a la fàbrica de galetes. Però jo volia un home que estimés la terra i també les idees. Un home que en sabés, d'arbres i de plantes i de bèsties. La mare es va morir quan jo vaig néixer perqué van haver de tallar-la molt, i era menudeta. Però la tieta Carme, que era la germana del pare, i també el pare em deien, com una nina, com una nina, de totes, totes, la més bonica, i em compraven anissos i llaços i llibres i cordes de saltar, i jo no estava mai trista de no tenir mare. La tieta em feia trenes i deia, trobaràs un home i et voldrà molt i tu el voldràs molt a ell, i jo li demanava a la tieta com seria l'home. I vinga a abocar-me verí i verí dins de les venes innocents. I el pare, que deia que ja no es podria tornar a casar, perquè cap dona seria mai tan bonica com ho era la meva mare. Només tu, només jo, Sió, princesa. I vinga més verí dintre les venes. Caseta de nines. Que t'ensenyarem a cosir, que t'ensenyarem a llegir en català d'amagades, que t'ensenyarem a cuinar i a treure la pols. I quina enfadada, la d'en Domènec, el primer dia que em va pujar a la granja i jo no havia dat mai de menjar a una vaca. Que el meu pare treballava a la fàbrica de galetes! No havia agafat mai una forca. No saps fer res!, cridava, Irene Solà Qui em manava a mi casar-me amb una noia de poble i no de muntanya! Enfadat com unes tenalles. Però si tu ja ho sabies, que totes les coses de pagès jo les hauria d'aprendre. Qui em manava a mi?!, vociferava. I jo plora que plora, que érem casats de feia set dies i n'havíem passat sis a França.» (págs. 31-32)

lunes, 25 de noviembre de 2019

Europa Automatiek, de Cristian Crusat


Cristian Crusat (Andalucía, 1983)
EUROPA AUTOMATIEK
Editorial Sigilo, 2019 - 222 págs.
[extrañeza y desarraigo; prefiero Sujeto elíptico]
Si en un sendero chino un gato bajo la lluvia (Prácticas
de la repetición y el recuerdo en la obra de Enrique Vila-Matas), por Cristian Crusat
«Ámsterdam, finales de 2011. Las secuelas del colapso económico de 2008 campan por España. Los jóvenes han sido despojados de la vieja idea de futuro y están sumidos en nuevas formas de precariedad. Muchos se largan a otros países en busca de los sueños prometidos por el ideal europeo. Entre ellos, un traductor almeriense a punto de cumplir los 30. Sentado en el salón de su casa alquilada en el centro de Ámsterdam, sigue por la tele el funeral de un dictador norcoreano y encadena un capítulo tras otro de Los Soprano. Lleva varios años vagando por distintos países europeos, sacándose másters y formando parte del eterno lumpen-profesorado; ha llegado a Holanda a dar clases de español en un instituto local. Gana poco, apenas habla neerlandés y está sobrecualificado. Vive retraído, se aferra a su trabajo, da paseos por la ciudad. No es capaz de imaginar ningún futuro y ha perdido la noción de pertenencia, de intimidad, de lo que podría significar un hogar. Sin embargo, un día recibirá una visita inesperada que desencadenará un cambio crucial en su vida. La enigmática figura de Tajana –hija de refugiados croatas que habían huido de las guerras balcánicas para instalarse en Ámsterdam– significará para él una nueva contraseña sentimental. Y, asimismo, personificará el fantasma de la pesadilla étnica de las Guerras Yugoslavas, ese turbador emblema de los conflictos que amenazan continuamente el proyecto europeo.» (de la contraportada)
Cristian Crusat «Un día, soñé que Cristian Crusat era un cosmopolita del espíritu y que como ensayista mostraba un incansable afán por el descubrimiento de territorios literarios inéditos. Pero es que además, soñé que Crusat, más allá de sus admirados Schwob y Bolaño, había escrito bellas y arriesgadas narraciones, donde sueño y vida se fundían con fuerza», Enrique Vila-Matas

sábado, 23 de noviembre de 2019

Contra Amazon, de Jorge Carrión

Jorge Carrión (Tarragona, 1973)
CONTRA AMAZON
Galaxia Gutenberg, 2019 - 180 págs. - inicio
De Contra Amazon. Siete razones / un manifiesto
JotDown (Abril de 2017)
I: Porque no quiero ser cómplice de la expropiación simbólica
[...] Si escribes en Google «Amazon librería» te aparecen decenas de links a páginas de Amazon donde se venden estanterías. No me cansaré de repetirlo: Amazon no es una librería, sino un hipermercado. En sus almacenes los libros están colocados al lado de las tostadoras, los juguetes o los monopatines [...]
Librería Laie
Librería La Central II: Porque todos somos cíborgs, pero no robots
[...] El trabajo que deben realizar los empleados de Amazon es robótico. Lo ha sido desde el principio: en 1994, cuando eran cinco personas trabajando en el garaje de la casa de Jeff Bezos en Seattle, ya estaban obsesionados con la rapidez. Lo ha sido durante veinte años, llenos de historias de estrés laboral y de acoso y de trato inhumano para lograr la maldita eficiencia extrema que solo es posible si eres una máquina [...]
III. Porque rechazo la hipocresía
[...] Aparentemente lo único que importa es la rapidez y eficacia del servicio. Parece que no hay mediación. Que todo es automático, casi instantáneo. Pero detrás de todas esas operaciones individuales existe una gran estructura económica y política. Una estructura que presiona a las editoriales para obtener el máximo beneficio del producto, como hace con los fabricantes de monopatines o con los productores de pizzas congeladas. Una macroestructura que decide la visibilidad, el acceso, la influencia: que está moldeando nuestro futuro.
Librería Nollegiu
Librería Casa Usher IV: Porque no quiero ser cómplice del neoimperio
En Amazon no hay libreros. La prescripción humana fue eliminada por ineficaz. Por torpedear la rapidez, el único valor de la empresa. La prescripción está en manos de un algoritmo. El algoritmo es el colmo de la fluidez. La máquina convierte al cliente en prescriptor. «Los clientes que compraron este producto también compraron…». La autoedición deja el proceso en manos del productor. Amazon elimina a los intermediarios o los hace invisibles (equivalentes a robots). Parece una máquina de ordenar. Aspira a ser tan fluida que parezca invisible. Eliminando los gastos de envío, regateando con sus grandes clientes para conseguir el menor precio posible para el cliente individual, Amazon parece barato. Muy barato. Pero ya sabemos que lo barato sale caro. Muy caro. Porque la invisibilidad es un camuflaje: todo es tan rápido, tan transparente, tan fluido, que parece que no hay intermediación. Pero sí la hay. La pagas en dinero y en datos [...]
V: Porque no quiero que me espíen mientras leo
[...] El pasado Día del Libro Amazon reveló cuáles son las frases más subrayadas durante estos cinco años de plataforma Kindle. Si lees en su dispositivo, lo saben todo sobre tus lecturas. En qué páginas las abandonas. Cuáles concluyes. A qué ritmo lees. Qué subrayas. La gran ventaja del libro en papel no es su portabilidad, su duración, su autonomía ni su relación íntima con nuestros procesos de memoria y aprendizaje, sino su desconexión permanente. Cuando lees un libro en papel la energía y los datos que emites a través de tus ojos y tus dedos son solo tuyos. El Gran Hermano no puede espiarte. Nadie puede quitarte esa experiencia ni analizarla ni interpretarla: es solo tuya
Librería Altaïr
Librería Calders
La Calders
VI: Porque defiendo la lentitud acelerada, la relativa proximidad
[...] O, mejor aún, olvidemos las categorías nacionales como olvidamos los géneros aristotélicos. No existen ya las unidades de tiempo ni las de espacio. En el siglo XXI no tienen sentido las fronteras. Ordenemos los anaqueles temáticamente, mezclemos en ellos los libros con los cómics, los DVD con los CD, los juegos con los mapas. Apropiémonos de la mezcla de los almacenes de Amazon, pero creando sentidos. Itinerarios de lectura y de viaje. Porque, aunque dependamos de las pantallas, no somos robots. Y necesitamos las librerías de cada día para que sigan generando las cartografías de todas esas lejanías que nos permiten ubicarnos en el mundo.
VII. Porque no soy ingenuo
[...] No soy ingenuo. Veo series de Amazon. Compro libros que no se pueden conseguir de otro modo en iberlibro.com, que pertenece a abebooks.com, que en 2008 fue comprada por Amazon. Busco constantemente información en Google. Y le regalo constantemente mis datos, más o menos maquillados, a Facebook también. Sé que son los tres tenores de la globalización. Sé que su música es la del mundo. Pero creo en la resistencia mínima y necesaria. En la preservación de ciertos rituales. En la conversación, que es arte del tiempo; en el deseo, que es tiempo hecho arte. En silbar, mientras paseo entre mi casa y una librería, melodías que solo yo escucho, que no pertenecen a nadie más [...]
Librería Lata Peinada
Pero Carlos también tiene razón.

lunes, 18 de noviembre de 2019

Me llamo Vila-Matas, como todo el mundo, A. G. Porta


A.G. Porta (Barcelona, 1954)
Me llamo Vila-Matas, como todo el mundo
Acantilado, 2019 - 80 págs. - inicio
«Mejor que cien ensayos que trataran de explicar
lo que escribo», Enrique Vila-Matas dixit.

Retrato dialogado de E.V-M., Iñaki Urdanibia
inteligentísima píldora gamberra, Rubén D. Fdez.
[sorprendente juego literario]

«16 de enero de 2014. Enrique Vila-Matas anuncia a Porta que ha sido invitado a participar como actor en un teatro alternativo de Broadway. Sin embargo, el alma del proyecto, una mujer llamada Allison, ha desaparecido, y ni Vila-Matas ni su amigo neoyorquino Eduardo Lago consiguen dar con ella. Al despedirse, ambos fantasean, enfrascados en un diálogo cada vez más absurdo, sobre la posibilidad de que el desvarío relacionado con la obra acabe plasmado en dos textos, titulados Buscando a Allison y Off Off Off Broadway. Ya en casa, Porta escribe una obra paródica sobre la conversación. Considera mandársela a Vila-Matas pero no lo hace. Así nace Me llamo Vila-Matas, como todo el mundo, un diálogo que, fiel al absurdo en que surgió, acercará al lector al personal mundo de Enrique Vila-Matas.» (de la contraportada)
«Puede parecer paradójico, pero he buscado siempre mi originalidad de escritor en la asimilación de otras voces. Las ideas o frases adquieren otro sentido al ser glosadas, levemente retocadas, situadas en un contexto insólito. “Me llamo Erik Satie, como todo mundo”», Enrique Vila-Matas. «La crítica clásica no se ha ocupado nunca del lector; para ella no hay en la literatura otro hombre que el que la escribe. Hoy en día estamos empezando a no caer en la trampa [...] sabemos que para devolverle su porvenir a la escritura hay que darle la vuelta al mito: el nacimiento del lector se paga con la muerte del Autor», Roland Barthes.

martes, 12 de noviembre de 2019

El pasajero, de Ulrich-Alexander Boschwitz


Ulrich-Alexander Boschwitz (1915-1941)
EL VIAJERO
[Der Reisende, 1939]
Trad. José Aníbal Campos
Sexto Piso, 2019 - 248 págs.
EL VIATGER
Trad. Carlota Gurt
L'Altra Editorial, 2019 - 240 pàgs. - inici
[soporífero para Tongoy y para mí,
pero a muchos les ha gustado]

«Da igual en quien recaiga. He sido yo el que ha pasado por esa tortura. Me han pintado el escaparate una docena de veces con consignas como «Itzig» * o «Judío», y luego he tenido que borrarlas con todo el vecindario viendo la escena. Y la mayoria de las veces lo hizo Willi Schröder. En una ocasión llevé a su padre a juicio, porque no quería pagarme. Uno no es un estúpido. Y esas cosas no pasan sin dejar consecuencias. ¿Qué va a ser de todo esto? ¡Dígame! Uno no podrá librarse más de esa sensación Ulrich-Alexander Boschwitz que ya se ha instalado ahí. Si yo fuera un judío practicante, diría: «Me importa un bledo». Pero no lo soy. ¡Estuve en la guerra! ¡Que no me venga nadie con cuentos! Uno, además, se vuelve hipersensible y en todo huele alguna canallada. Pero lo único que uno quiere es tener tranquilidad y hacer su trabajo.» (pág. 107)

* Itzig: insulto derivado de Yitzhak (Isaac), nombre propio y apellido hebreo, y empleado en alemán, por extensión, para denigrar a los judíos. [nota del traductor]

jueves, 7 de noviembre de 2019

La peor parte, de Fernando Savater (y la mejor de Auden)



Fernando Savater (San Sebastián, 1947)
LA PEOR PARTE
Memorias de amor
Ariel, 2019 - 264 págs. - inicio
[infumable]



Parad los relojes, W.H. Auden, trad. Javier Calvo
Stop all the clocks, cut off the telephone,
Prevent the dog from barking with a juicy bone,
Silence the pianos and with muffled drum
Bring out the coffin, let the mourners come.

Let aeroplanes circle moaning overhead
Scribbling on the sky the message He Is Dead,
Put crepe bows round the white necks of the public doves,
Let the traffic policemen wear black cotton gloves.

He was my North, my South, my East and West,
My working week and my Sunday rest,
My noon, my midnight, my talk, my song;
I thought that love would last for ever: I was wrong.

The stars are not wanted now: put out every one;
Pack up the moon and dismantle the sun;
Pour away the ocean and sweep up the wood.
For nothing now can ever come to any good.
Parad los relojes y desconectad el teléfono,
dadle un hueso jugoso al perro para que no ladre,
haced callar a los pianos, tocad tambores con sordina,
sacad el ataúd y llamad a las plañideras.

Que los aviones den vueltas en señal de luto
y escriban en el cielo el mensaje “Él ha muerto”,
ponedles crespones en el cuello a las palomas callejeras,
que los agentes de tráfico lleven guantes negros de algodón.

Él era mi norte y mi sur, mi este y mi oeste,
mi semana de trabajo y mi descanso dominical,
mi día y mi noche, mi charla y mi música.
Pensé que el amor era eterno; estaba equivocado.

Ya no hacen falta estrellas: quitadlas todas,
guardad la luna y desmontad el sol,
tirad el mar por el desagüe y podad los bosques,
porque ahora ya nada puede tener utilidad.

domingo, 3 de noviembre de 2019

El colgajo, de Philippe Lançon


Philippe Lançon (Vanves, 1963)
EL COLGAJO
[Le Lambeau, 2018]
Trad. Juan de Sola
Anagrama, 2019 - 448 págs.
Narrar lo impensable, Marta Ramoneda
[magnífico]
«Después de más de un mes de interrupción, Charlie acaba de volver a los quioscos. Nuevos cronistas y nuevos dibujantes se añadieron a los que habían sobrevivido. Ni se me había ocurrido no figurar en esas páginas, de modo que la víspera del gran trasplante, perdiendo saliva por todas partes, escribí mi primera crónica para el número de resurrección. ¿De qué podía escribir en aquella habitación, si no era de mi viaje alrededor de la habitación? Escribir sobre mi propio caso era la mejor manera de comprenderlo, de asimilarlo, pero también de pensar en otra cosa, puesto que quien escribía dejaba de ser por unos minutos, por una hora, el paciente sobre el cual escribía: era un reportero y el cronista de una reconstrucción. Estaba como nunca agradecido a mi oficio, que era también una manera de ser y de vivir, a fin de cuentas: haberlo ejercido tantos años me permitía mantener a distancia mis propias penas justo cuando más lo necesitaba, y transformarlas, como un alquimista, en objetos de curiosidad [...]

    Gabriela veía las cosas de otro modo. Pensaba que esas crónicas me hundían todavía más en mi miseria y hacían que me perdiera en un laberinto del que habría sido mejor salir. A mí entender era justo lo contrario: al describirla así, escapaba a mi condición. Había tenido que terminar allí, en ese estado, no solo para poner a prueba mi oficio, sino también para sentir lo que había leído cientos de veces en diversos autores sin acabar de entenderlo del todo: escribir es la mejor manera de salir de uno mismo, aunque uno no hable de otra cosa. Así las cosas, la separación entre ficción y no ficción era inútil: todo era ficción puesto que todo era relato —selección de los hechos, enfoque de las escenas, escritura, composición—. Lo que contaba era la sensación de verdad y el sentimiento de libertad que se daban tanto a quien escribía como a quienes leían. Cuando escribía en la cama, primero con tres dedos, luego con cinco y después con siete, con la mandíbula primero agujereada y después reconstruida, con o sin posibilidad de hablar, Philippe Lançon, antes y después yo no era el paciente que describía; era un hombre que observaba a este paciente y lo daba a conocer contando su historia con una benevolencia y una alegría que esperaba compartir. Me convertía en una ficción. Era la realidad, era absurdo y yo era libre.» (págs. 314-315)


Claves para una supervivencia:
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