sábado, 17 de octubre de 2020

La nación de las plantas, de Stefano Mancuso


Stefano Mancuso (Italia, 1965)
LA NACION DE LAS PLANTAS
[La nazione delle piante, 2019]
Trad. David Paradela López
Galaxia Gutenberg, 2020 - 120 págs.

- El hombre que habla con las plantas, JCarrión en NYT
- “No somos mejores que las plantas, como especie somos estúpidos”, JBarranco en LV
[más sobre el apasionante mundo vegetal]

«Las plantas y los animales se separaron hace entre 350 y 700 millones de años, durante un periodo decisivo para la historia de nuestro planeta. De resultas de este alejamiento, la vida siguió avanzando por dos sendas distintas que desembocarían, por un lado, en el nacimiento de las plantas y, por otro, en el de los animales. Las primeras, gracias a su prodigiosa habilidad fotosintetizadora, consiguieron ser energéticamente autónomas y no tuvieron necesidad de desplazarse para buscar alimento. Los segundos, por el contrario, obligados a depredar otros organismos vivos para sobrevivir, quedaron condenados a desplazarse en búsqueda contaste de la misma energía química que las plantas obtienen a partir de la luz solar. Una elección inicial de la cual derivaron organismos sumamente distintos en términos de organización y funcionamiento.
    El hecho de vivir anclado al suelo, sin posibilidad de alejarse del lugar de nacimiento, tiene consecuencias decisivas. Las plantas no huyen ante un depredador; no van en busca de comida; no migran hacia hábitats más agradables. Las plantas no pueden adoptar la principal solución que los animales aplican a la hora de resolver cualquier dificultad: el movimiento. Pero, si no pueden escapar, ¿cómo se las arreglan para enfrentarse a los depredadores? El truco está en no tener ningún órgano fundamental simple o doble, y, en lugar de ello, distribuir por todo el cuerpo las funciones que los animales concentran en órganos especializados. Los animales ven con los ojos, oyen con los oídos, respiran con los pulmones, razonan con el cerebro, etc. Las plantas ven, oyen, respiran y razonan con todo el cuerpo. Concentración frente a distribución: una diferencia clave cuyas implicaciones para la vida animal resulta difícil intuir a primera vista.» (págs. 49-50)


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