“En ese tiempo, una de las particularidades más sorprendentes de la naturaleza humana que se reveló fue la sumisión. Hubo episodios en que se formaron enormes colas en las inmediaciones del lugar de la ejecución y eran las propias víctimas las que regulaban el movimiento de las colas. Se dieron casos en que algunas madres previsoras, sabiendo que habría que hacer cola desde la mañana hasta bien entrada la noche en espera de la ejecución, que tendrían un día largo y caluroso por delante, se llevaban botellas de agua y pan para sus hijos. Millones de inocentes, presintiendo un arresto inminente, preparaban con antelación fardos con ropa blanca, toallas, y se despedían de sus más allegados. Millones de seres humanos vivieron en campos gigantescos, no sólo construidos sino también custodiados por ellos mismos. Y no ya decenas de miles, ni siquiera decenas de millones, sino masas ingentes de hombres fueron testigos sumisos de la masacre de inocentes. Pero no sólo fueron testigos sumisos: cuando era preciso votaban a favor de la aniquilación en medio de un barullo de voces aprobador. Había algo insólito en aquella extrema sumisión. Por supuesto, hubo resistencia, hubo valentía y tenacidad por parte de los condenados, alzamientos, incluso sacrificios llegado el caso cuando, para salvar a un hombre desconocido y lejano, otros hombres arriesgaban su propia vida y la de su familia. Pero la sumisión de las masas es un hecho irrebatible.”“Todo, todo engendraba sumisión, tanto la esperanza como la desesperación. Sin embargo, los hombres, aunque sometidos a la misma suerte, no tienen el mismo carácter. Es necesario reflexionar sobre qué debió de soportar y experimentar un hombre para llegar a considerar la muerte inminente como una alegría. Son muchas las personas que deberían reflexionar, y sobre todo las que tienen tendencia a aleccionar sobre cómo debería de haberse luchado en unas condiciones de las que, por suerte, esos frívolos profesores no tienen ni la menor idea. Una vez establecida la disposición del hombre a someterse ante una violencia ilimitada, cabe extraer la última conclusión, de gran relevancia para entender la humanidad y su futuro.” “He aquí que las grandes insurrecciones en el gueto de Varsovia, en Treblinka y Sobibor, el gran movimiento partisano que inflamó decenas de países subyugados por Hitler, las insurrecciones postestalinianas en Berlín en 1953 o en Hungría en 1956, los levantamientos que estallaron en los campos de Siberia y Extremo Oriente tras la muerte de Stalin, los disturbios en Polonia, los movimientos estudiantiles de protesta contra la represión del derecho de opinión que se extendió por muchas ciudades, las huelgas en numerosas fábricas, todo ello demostró que el instinto de libertad en el hombre es invencible. Había sido reprimido, pero existía. El hombre condenado a la esclavitud se convierte en esclavo por necesidad, pero no por naturaleza. La aspiración innata del hombre a la libertad es invencible; puede ser aplastada, pero no aniquilada.”
Vida y destino (Galaxia Gutemberg, 2007)
Vasili Grossman (Unión Soviética, 1905-1964)
Vida y destino (Galaxia Gutemberg, 2007)
Vasili Grossman (Unión Soviética, 1905-1964)
5 comentarios:
Tengo la novela de Grossman, compa Elena, ahí en la estantería, haciendo cola para "llegar a destino" tras mis lecturas actuales (a saber cuándo, ojalá pronto...). Interesante tu blog, espero frecuentarlo más...
Un abrazo.
Tengo que confesar, entre nosotros, que esta lectura me está costando un poco. Tras casi 500 páginas (la mitad del libro), la variedad de situaciones y personajes, sumada a la diversidad de sus nombres, hace que con frecuencia me sienta un poco perdida.
Uf, pues feo me lo pones, compa. De la extensión del libro, apabullante (algo parecido me pasa con Las benévolas, otra a la que le tengo muchas ganas...), ya me había hecho cargo con sólo ver el volumen. Pero si encima es farragosillo a base de acumular personajes, la cuestión se complica. Gracias en todo caso por la advertencia (quién avisado va...).
Un abrazo.
Cuando un libro te gusta mucho, que sea muy largo es una ventaja, pues se alarga el placer. Yo con Las benévolas me he divertido bastante, y también disfruto aunque a ráfagas con Grossman. Pero quien me lo ha aconsejado, que merece todo mi respeto, dice que siga, que vale la pena. Y yo sigo.
Y por cierto, dos comentarios sobre Vida y Destino que me han parecido muy interesantes:
- El de Antonio Muñoz Molina en Letras libres.
- Y el de Rafael Narbona en El cultural.
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