«Si me quedara encallado en el primer párrafo, dijo, ni este mejoraría ni yo descubriría jamás cómo mejorarlo. Solo el último párrafo puede indicarnos si el primer párrafo está
bien, dijo, solo la última palabra puede dar sentido a la primera. No existe el mot juste, dijo, al menos no hasta que el libro entero sea más o menos juste. La búsqueda del mot juste, dijo, conduce a la ampulosidad, al aburrimiento y a la proliferación fatal de adjetivos. El adjetivo, dijo, es el mayor enemigo del escritor. La gente que no sabe escribir ni pensar y que sin embargo se tiene por amante de la literatura está enamorada de los adjetivos, dijo, para esta gente la literatura es sinónimo de adjetivos, se pasan la vida en un baño de espuma con burbujas de adjetivos. Yo, en cambio, soy incapaz de leer un libro lleno de adjetivos, dijo. Me ponen literalmente enfermo, dijo. Los adjetivos y todos esos otros mots justes se me atragantan y me dan ganas de vomitar. No tiene nada que ver con el gusto, dijo, es una cuestión de metabolismo y fisiología. Al menos en eso no estoy solo, dijo. Los mejores escritores saben que los adjetivos son la muerte de la narración. Por eso Raymond Chandler no escribe: «Entré en la habitación. En el suelo había una alfombra extraordinariamente gruesa hecha de etcétera, etcétera". En lugar de eso, escribe: "Entré en la habitación. La alfombra me hizo cosquillas en los tobillos".» (p. 14)
8 comentarios:
«La máquina de escribir manual, dijo ese día en Hampstead Heath, es uno de los grandes inventos del espíritu humano, como la bicicleta, inventada más o menos en la misma época. Dijo que de chico montaba mucho en bicicleta, y también cuando era joven. Pero ir en bicicleta es cosa de estudiantes y enamorados, dijo, es para esas personas que han dicho todo cuanto tenían que decirse por la noche y les basta con visitar iglesias juntos, cansarse juntos y terminar juntos en hosterías desconocidas. Caminar, en cambio, es cosa de amigos, dijo. Hemos caminado juntos por Hampstead Heath y Wimbledon Common, hemos cruzado a pie Hyde Park y (...), hemos ido a Greenwich y a Richmond Park, y a Epping Forest. No hay mejor manera de conversar, dice, que caminar por un parque de Londres o cruzar a pie el brezal londinense (...)»
¿Lo ves?
Sí, Pteri, supongo que lo veo. Pero la verdad es que no sé si te refieres al mot juste, a los enamorados de los adjetivos, a la máquina de escribir, a ir en bicicleta (para cansarse) o a caminar para conversar (y pensar). ¿?
Pues a lo último, of course.
No hay mejor manera de conversar que caminar por los parajes de la Maneta o cruzar a pie el valle hacia la Umbría del Factor, ¿quieres decir?
Dudaba en leer este libro y me has ha animado a hacerlo.
E.
Pues le darás una alegría a Jordi Iglesias, editor de Cómplices y compañero de todos los Gabinetes de Lectura de la Central.
Y aquí el resultado de la lectura de Vila-Matas: Usted y yo ahora (Café Perec, El País, 8/01/2013).
Publicar un comentario