«En una ocasión le preguntó a Edward por qué quería ser escritor. No por qué quería ser escritor, sino por qué quería escribir. Sus respuestas eran diferentes cada día. Es un alimento para mí. Escribes porque todo muere, para salvar lo que muere. Escribes porque el mundo es un caos en el que sólo puedes ver cuando trazas un mapa con palabras. Te fallan los ojos y escribir es como ponerte las gafas. No: escribes porque lees, para rehacer a tu modo las historias que hay en tu vida. Escribes porque tu mente es una confusión de ruidos y abres una senda en ella para orientarte acerca de ti mismo. No: escribes porque estás encerrado en la cápsula de tu propia cabeza. Envías sondas a otras personas que están en sus cápsulas craneales y aguardas una respuesta. En fin, la única forma de mostrarte por qué escribo es mostrarte lo que escribo, para lo cual no estoy preparado.» (p. 140) |
«Bueno, era una lectora. Si Edward no podía vivir sin escribir, ella no podía vivir sin leer. Y sin mí, Edward, no tendrías razón de existir, pensó. Él era un transmisor que agotaba sus recursos; ella, una receptora que se volvía más rica cuanto más recibía. Para escapar al caos de su mente utilizaba las articulaciones de otros, es decir: vidas con ayuda de las cuales ella creaba la interesante arquitectura y geografía de sí misma. Con el paso de los años había construido una patria interior rica y civi- lizada, plena de historia y cultura, con obje- tivos y perspectivas con los que nunca había soñado en los días en que Edward quería dar a conocer sus propias visiones.» (p. 141) |
miércoles, 6 de febrero de 2013
Austin Wright: Tres noches (Tony and Susan)
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1 comentario:
Félix de Azúa: Restos religiosos.
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