«[...] Así fue como el gran rabino Judah Loew, para defender a los judios de Praga contra sus depre- dadores, emprendió la tarea de forjar un golem. Puttermesser conocía bien el método de creación de golem del gran rabino Judah Loew. Era clásico, es decir, ordinario. Para empezar, ingresaba en un sueño que lo llevaba al Paraíso, donde pedía consejo a los ángeles. La respuesta llegaba en orden alfabético: afar, esh, mayim, ruach: tierra, fuego, agua, espectro. Con su yerno, Isaac ben Shimshon, y su pupilo, Jacob ben Chayim Sasson, el gran rabino Judah Loew buscaba la pureza interior y la santificación a través de la plegaria y el baño ritual; luego, los tres se dirigían a un lecho de barro a orillas del río Moldau para crear un hombre de arcilla. Partieron tres, regresaron cuatro. Trabajaban a la luz de las antorchas, recitando salmos sin parar, moldeando una figura humana. Isaac ben Shimshon, descendiente de los sacerdotes del templo, caminó siete veces alrededor del montículo de arcilla que sobresalía del suelo. Jacob ben Chayim Sasson, un levita, también dio siete vueltas alrededor. Luego, el propio gran rabino Judah Loew rodeó el montículo una sola vez y colocó un trozo de pergamino donde estaba escrito el Nombre dentro de la boca del hombre de arcilla. El sacerdote representaba el fuego; el levita, el agua; el gran rabino Judah Loew se consagró a sí mismo espíritu y espectro, o el aire mismo. El hombre de tierra yacía inerte sobre la tierra, materia sobre materia. Fuego, agua, aire, todos cantaron al unísono, “Y él sopló en su nariz el aliento de la vida; y el hombre se tornó un alma viviente”, luego de lo cual el golem entró en calor, adquirió un color rojizo, ¡y se alzó! Se alzó para transformarse en el salvador de los judíos de Praga. En su frente estaban escritas las tres palabras que en hebreo significan "verdad": aleph, mem, tav.» (págs. 71-72) |
Los papeles de Puttermesser Cynthia Ozick (NY, 1927) Trad. Ernesto Montequin Mardulce, 2014 (Argentina) 336 págs. | 16 € [primeras páginas] «La golem apareció en la puerta del dormitorio con una expresión de suficiencia, tendiéndole su anotador: “Tengo muchos otros usos, además de las tareas domésticas”. —Si crees que eres demasiado buena para trabajar en la cocina —replicó Puttermesser—, no te hagas llamar Jantipa. Si eres tan ambi- ciosa, deberías cortar por lo sano y hacerte llamar Sócrates.» (pág. 77) |
miércoles, 17 de diciembre de 2014
Cynthia Ozick: Los papeles de Puttermesser
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario