viernes, 26 de diciembre de 2014

Jean Echenoz: Relámpagos

«Su memoria es en efecto tan precisa como la fotografía reciente- mente descubierta y, sobre todo, Gregor posee el don de represen- tarse interiormente las cosas como si existiesen previamente a su exis- tencia, de verlas con tal precisión tridimensional que, en el impulso de su invención, no necesita boceto, esquema, maqueta ni experiencia previa. [...] Cuando le vienen las ideas a la cabeza, surgen raudas de arriba, de muy arriba, de la inmensidad cósmica y el interés universal.

Y así, una de las primeras es la de un tubo instalado en el fondo del Atlántico que, entre otras presta- ciones, debería permitir intercam- biar rápidamente correo entre Amé- rica y Europa. Gregor pergeña primero los planos detallados de un sistema de bombeo encargado de enviar agua a presión por ese conducto con el fin de impulsar los recipientes esféricos que contienen correspondencia. Pero el problema de la resistencia originada por el frotamiento del agua en el tubo, demasiado fuerte, lo lleva a aban- donar el proyecto en beneficio de otro no menos ambicioso.

Se trataría de construir un gigan- tesco anillo en torno a nuestro pla- neta, por encima del ecuador y girando libremente a la misma velo- cidad que aquél. Comoquiera que la fuerza de reacción permitiría inmo- vilizar ese anillo, podríamos subir dentro y girar alrededor de la tierra a mil seiscientos kilómetros por ho- ra, admirando sus paisajes. [...] Y muy pronto le embarga la certeza de que podría hacer una cosilla, por ejemplo, con la fuerza mareomo- triz, los movimientos tectónicos o la radiación solar, o, por qué no, con las cataratas del Niágara.»
Nikola Tesla
Nikola Tesla
(1856-1943)



Jean Echenoz
Relámpagos
(Des éclairs, 2010)
Trad. Javier Albiñana
Anagrama, 2012
150 páginas








«Será imprescindible, por ejem- plo —viejo proyecto—, que se envuelva un día de éstos en una sábana de fuego frío que, a su juicio, bastaría para calentar a un hombre desnudo en el Polo Norte y del que éste saldría no solo indemne sino mejorado: mente tonificada, órganos renovados, piel regenerada. Desde una perspectiva médica asimismo convendrá también implantar, en los hospitales, su idea de anestesia de alto voltaje. Será interesante también enterrar cables de alta tensión bajo las escuelas al objeto de estimular a los malos alumnos, y en los teatros instalar salas de vestuario eléctrico para poner a los actores en condiciones y acabar con el fenómeno del miedo escénico. Habrá que ocuparse de todo eso.

Pero todo eso no son sino detalles, nimiedades comparado con su nueva invención, más grandiosa, consistente en la instalación de una luz nocturna terrestre. Se trata de alumbrar todo el planeta con una sola iluminación. Para ello bastaría enviar flujos de frecuencia bastante elevada a la alta atmósfera, donde reina un vacío parcial y donde los gases son de la misma naturaleza que los que contienen ciertas bombillas imaginadas por Gregor. Además, de ese modo podrán iluminarse las ciudades sin recurrir a las farolas clásicas, tan costosas como poco elegantes, también mejorará enormemente la seguridad de la circulación terrestre, marítima y aérea.»

(págs. 12-13 y 56-57)

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