DEL DISCURSO DE RECEPCIÓN DEL PREMIO FIL DE LITERATURA 2015 OTORGADO A
ENRIQUE VILA-MATAS (GUADALAJARA, MÉXICO):
ENRIQUE VILA-MATAS (GUADALAJARA, MÉXICO):
«[...] he venido a hablarles del futuro, que para mí durante años ha sido algo que llegaba como llegó el rock el año en que nací, con aquella reposada lentitud de lo verdaderamente imprevisto [...] desde siempre he escrito en la necesidad de encontrar escrituras que nos interroguen desde la estricta contemporaneidad, en la necesidad de encontrar estructuras que no se limiten a reproducir modelos que ya estaban obsoletos hace cien años [...] es tal mi costumbre de buscar nuevas escrituras que voy a decirles ahora, no cómo escribo, sino cómo me gustaría escribir; y recurro para ello a Robert Walser, aquel escritor suizo al que Christopher Domínguez Michael llamó en cierta ocasión “mi héroe moral” [...] parece que Walser se vio realmente liberado de sí mismo el día en que hizo un viaje nocturno en globo, un viaje sobre una Alemania dormida en la oscuridad [...] “subieron a la barquilla, a la extraña casa, tres personas y soltaron las cuerdas de sujeción, y el globo voló lentamente hacia lo alto”, escribió Walser, el paseante por excelencia, un caminante que en realidad había nacido para ese recorrido silencioso por el aire, pues siempre en todos sus trabajos en prosa, quiso alzarse sobre la pesada vida terrestre, desaparecer suavemente y sin ruido hacia un reino más libre [...] me gustaría escribir alzándome sobre la pesada vida terrestre; pero en caso de lograrlo, ¿coincidirían mis itinerarios con los trayectos nocturnos que sospecho que seguirá la novela en el futuro? [...] a principios de este siglo, aún habría dicho que sí, que algunos recorridos coincidirían [...] quizás entonces aún era optimista, porque me sentía aliado con estas líneas de Borges: “¿qué soñará el indescifrable futuro? Soñará que Alonso Quijano puede ser don Quijote sin dejar su aldea y sus libros” [...] pensaba que en las novelas por venir no sería necesario dejar la aldea y salir al campo abierto porque la acción se difuminaría en favor del pensamiento [...] una prosa brumosa y compacta, estilo Sebald [...] ese tipo de prosa compacta en la que el autor disolvía las fronteras entre los géneros, haciendo que desaparecieran los índices y los textos consistieran en fragmentos unidos por una estructura de unidad perfecta; una prosa a cuerpo descubierto, la prosa del nuevo siglo [...] pensaba que en ese siglo se cedería el paso a un tipo de novela ya felizmente instalada en la frontera; una novela en la que sin problemas se mezclarían lo autobiográfico con el ensayo, con el libro de viajes, con el diario, con la ficción pura, con la realidad traída al texto como tal; pensaba que iríamos hacia una literatura acorde con el espíritu del tiempo, una literatura mixta, donde los límites se confundirían y la realidad podría bailar en la frontera con la ficción, y el ritmo borraría esa frontera [...] le preguntaron a Roberto Bolaño qué novelas serían las que veríamos en el futuro [...] y Bolaño respondió literalmente que una novela que sólo se sostiene por el argumento —con un formato más o menos archiconocido, pero no archiconocido en este siglo, sino ya en el XIX— es un tipo de novela que se acabó [...] “se va a seguir haciendo y, además, va a seguir haciéndose durante muchísimo tiempo”, dijo Bolaño, “pero esa novela ya está acabada, y no está acabada porque yo lo diga, está acabada desde hace muchísimos años [...] después de La invención de Morel no se puede escribir una novela así, en donde lo único que aguanta el libro es el argumento, en donde no hay estructura, no hay juego, no hay cruce de voces” [...] creía que se abriría paso ese arte difícil y que espectadores y lectores devendrían artistas y poetas; y creía que surgirían libros, donde la forma fuera el contenido y el contenido fuera la forma [...] su escritura no es acerca de algo, es algo en sí mismo [...] los novelistas engendran obras discursivas porque se centran en hablar sobre las cosas, sobre un asunto, mientras que el arte auténtico no hace eso: el arte auténtico es la cosa y no algo sobre las cosas: no es arte sobre algo, es el arte en sí [...] por eso me gustaban más Bouvard y Pecuchet y Finnegans Wake, las obras imperfectas que se abren paso en Flaubert y Joyce después de sus grandes obras, Madame Bovary y Ulises, respectivamente; veía en esas obras desatadas e imperfectas caminos geniales hacia el futuro; creía que todos devendríamos artistas y poetas, pero luego las cosas se torcieron y [...] ahora triunfa la corriente de aire, siempre tan limitada, de los novelistas con tendencia obtusa al “desfile cinematográfico de las cosas”, por no hablar de la corriente de los libros que nos jactamos groseramente de haber leído de un tirón [...] mi biografía va del nacimiento del rock and roll a los atentados de este noviembre en París [...] he podido seguir los pasos de George Didi-Huberman en el momento de abrir la puerta de una habitación de hospital en París, y he entrado con él en el cuarto de Simon, un joven de 33 años gravemente herido en la columna vertebral por una bala de Kalachnikov en el atentado de Charlie Hebdo; en ese cuarto, este superviviente, nos dice Didi-Huberman, “trabaja para vivir”; su cuerpo lentamente se pone en movimiento y él está intentando levantarse, literalmente elevarse, para volver a ser [...] desde ese cuarto de hospital francés he pensado en los emigrantes de la guerra de Siria que, después de haber arriesgado la vida, ponen pie en tierra en una isla del Mediterráneo, y luego lentamente se van alzando, se van elevando, también para sentir que vuelven a ser [...] y al pensar en ellos he oído el eco de las voces de los supervivientes que nos hablan en el documento de Svetlana Alexievitch sobre Chernóbil [...] el libro no trata tanto de la catástrofe general como del mundo después de esa catástrofe; el libro habla de cómo la gente se adapta a la nueva realidad [...] esa realidad que ya ha sucedido, pero aún no se percibe del todo, pero está aquí ya, entre todos nosotros, susurra el coro trágico [...] y lo que dicen las voces de Chernóbil, el gran coro, es el futuro» [extracto de EL FUTURO, discurso de Enrique Vila-Matas en la recepción del premio FIL de Literatura 2015]
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