jueves, 7 de enero de 2016

Laird Hunt: Neverhome

«Su guerra, tal como se la oí contar, era la que uno puede leer en los libros si le apetece. Tengo algunos de esos libros aquí a mano. Los he examinado detenidamente. A juzgar por muchos de ellos, uno pensaría que solo había capitanes y coroneles y generales encabezando una preciosa carga tras otra. Todo a fecha de tal, batalla de cual. Los hombres eran soldados de a pie en la guerra celestial. Un considerable número de mujeres que sí aparecían descritas eran santas, y algunas ángeles, sagradas e indemnes. Yo vi con mis propios ojos a Clara Barton trabajar con los heridos después de nuestros combates en Antietam. Llevaba suministros a los matasanos, ofrecía consuelo dondequiera que fuese, y no cejó hasta que contrajo el tifus y tuvieron que llevársela de allí. Pero no era una santa ni un ángel. Era solo una mujer con un delantal y un vestido recio. Y dicho sea de paso, habría sido de una belleza feroz con un arma en las manos. Pero en la pila de libros que tengo ninguna mujer empuña un arma. En esos relatos las mujeres son santas y ángeles y los hombres son personas nobles y valiosas, todo lo que hacen lo hacen bien y deprisa y nada huele a sangre.


  Un libro sobre Petersburg lo presentaba como si hubiese sido cosa de cinco minutos. Como si unos cuantos oficiales hubiesen dejado sus naipes y su whisky un momento y hubiesen salido tranquilamente de sus mansiones y utilizado su poder de oficiales para echar abajo las puertas de Petersburg.» (pág. 158)

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