«Imaginé la posibilidad de hacer algo en esa superficie que pudiera pasar inadvertido aún estando a la vista de todos. En primera instancia, pensé en escribir o pintar algo casi invisible, en blanco, algo cuya presencia ni siquiera pudiera intuirse. Pero enseguida caí en la cuenta de que quizá eso estaría más cercano a la invisibilidad que a esa visualidad no visible que buscaba. Pensé unos momentos más. Y sólo al final se me ocurrió la idea: un lienzo en blanco con una línea negra sobre él. Una línea que sería en realidad una frase escrita de tal modo que pudiera pasar inadvertida a los ojos de quien no se fijase con atención. Sería un modo de jugar con la ambigüedad de la mirada y trabajar con aquello que está delante de nuestra visión pero que no vemos si no prestamos atención. Una línea que fuese una frase. Pero ¿qué frase? No debía ser una mera declaración sólo para ser leída, sino que tendría que ser algo capaz de producir una acción, algo que el espectador tuviera que hacer para que la obra adquiriese sentido. Le di varias vueltas a la idea. Y al final se me ocurrió escribir: "Para experimentar artísticamente esta obra es necesario llamar al teléfono X."
» (pàg. 101)
4 comentarios:
Interesante historia imbricada alrededor de conceptos tan dispares como el arte contemporáneo y la emigración. Las reflexiones sobre arte y su formato de "novela-ensayo" recuerdan a (las posteriores en el tiempo) Kassel no invita a la lógica y Marienbad eléctrico, de Enrique Vila-Matas.
Obra que ha rebasado todas mis expectativas (también es verdad que no tenía muchas; cosas del paisanaje).
Hay que fijarse mucho, pero ahí están las hormigas equilibristas.
Es verdad, y las he visto incluso antes de leer el comentario anterior, pero, ¿la foto era así, con tanto cielo arriba y abajo? ¿O es un montaje?
Nada de montaje, sólo zoom. He aquí la foto original.
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