Hemingway, Scott Fitgerald, Berryman, Cheever, Carver, T. Williams
«El 2 de mayo lo ingresaron de urgencia en el Centro del Tratamiento Intensivo del Alcoholismo en el hospital Saint Mary's de Minneapolis para su segundo intento de desintoxicación. Allí dio el Primer Paso y admitió que no tenía control sobre el alcohol y que su vida se había vuelto ingobernable. Mientras intentaba comprender las enormes y terroríficas implicaciones de esa frase, Berryman escribió y más tarde leyó ante su grupo de tratamiento esta biografía a cámara rápida y, al parecer, sincera y sin censura, de su vida como alcohólico.
Bebí socialmente hasta 1947 durante una aventura sentimental larga y terrible, mi primer infidelidad a mi mujer tras cinco años de matrimonio. Mi amante bebía mucho y yo bebía con ella. Culpable, homicida y suicida. Alucinaciones un día de vuelta a casa. Oía voces. Siete años de psicoanálisis y terapia de grupo en Nueva York. Caminé de arriba abajo por un parapeto de treinta centímetros de ancho y ocho pisos de alto. Me insinúo a las mujeres borracho, a menudo con éxito. Mi mujer me dejó tras once años de matrimonio por la bebida. Desesperación, beber mucho y solo, sin trabajo, sin un centavo, en Nueva York. Perdido cuando olvidé por un apagón de memoria provocado por la bebida la carta profesional más importante que jamás he recibido. Seduje borracho a estudiantes. Insinuaciones homosexuales borracho, cuatro o cinco veces. Tomé Antabuse en una ocasión durante algunos días, agonizando en el suelo después de una cerveza. Me peleé con el casero, borracho a medianoche, sobre las llaves de mi apartamento, llamó a la policía, pasé la noche en el calabozo, la noticia llegó de algún modo a la prensa y la radio, me vi obligado a dimitir. Dos meses de intenso autoanálisis e interpretación de sueños, etc. Me volví a casar. El rector me dijo que había llamado a una estudiante borracho a media noche y había amenazado con matarla. Mi mujer me dejó por mi alcoholismo. Di una charla en público estando borracho. Borracho en Calcuta, caminé por las calles, perdido toda la noche, incapaz de recordar mi dirección. Me casé con mi actual esposa hace ocho años. Muchos barbitúricos y tranquilizantes durante los últimos diez años. Muchas hospitalizaciones. Muchas excusas para beber, mintiendo sobre ello. Grave pérdida de memoria. El delirium tremens ya en Abbott duró horas. Un cuarto de whisky al día durante meses, trabajando duro en un poema largo. Seco cuatro meses hace dos años. Mi mujer me escondía botellas, yo escondía botellas. Mojé la cama borracho en un hotel de Londres, el director del hotel estaba furioso, tuve que pagar un colchón nuevo, cien dólares. Di una conferencia demasiado débil como para sostenerme, tuve que sentarme. Di conferencias mal preparadas. Demasiado enfermo para supervisar exámenes, un compañero se ocupó. El trabajo se apilaba literalmente durante meses. Mi mujer, desesperada, amenazó con abandonarme a menos que parara. Dos doctores me llevaron a Hazelden el noviembre pasado, una semana en la unidad de cuidados intensivos, cinco semanas de tratamiento. A.A. tres veces, aburrido, sin hacer amigos. Primera bebida en la fiesta de Newlbars. Dos meses de bebida ligera, con trabajo biográfico duro. De repente empecé nuevos poemas hace nueve semanas, más y más bebida con más y más intensidad, hasta un litro al día. Defequé de forma incontrolable en el pasillo de la universidad, me fui a casa sin ser visto. Terminé el libro en cinco semanas, el trabajo más intenso de toda mi vida, excepto quizá las dos primeras semanas de 1953. Mi mujer dijo Saint Mary o te dejo. Vine aquí.» (Recuperación, 1973) (236-238)
El viaje a Echo Spring Por qué beben los escritores Olivia Laing [The Trip to Echo Spring, 2013] Trad. Núria de la Rosa Ático de los Libros, 2016 Vivir, beber, escribir No hacíamos más que beber Literatura y alcohol |
(coincido con Patricio) |
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