Manuel Moyano
Dietario Mágico.
Curanderos, Zahoríes, Videntes e Iluminados en
la Murcia del Siglo XXI
Nausícaä, 2002
[curioso regalo de ECO]
El ELEGIDO
«Cuatro son según la tradición las señales del curandero, las señales de que un hijo recién nacido ha venido a este mundo ungido con la gracia para sanar. La primera, ser mellizo; la segunda, nacer de pie; la tercera, llorar en el vientre materno; la última y definitiva, ser el vástago que hace siete de los mismos padres (lo que los franceses denominan marcou). Miguel García Cerezuela cumplía con creces dos de estos requisitos. Así, la abuela oyó llorar al niño durante la preñez de su hija, y a nadie reveló este prodigio hasta después de que hubo nacido, pues esa indiscrección hubiera supuesto la irremisible pérdida de la gracia. Y aunque Miguel no era séptimo, sino el noveno hijo de entre diez hermanos, esto se le acercaba bastante y también podía valer [...] Cerezuela trata enfermedades de la sangre o de la piel, y también el mal de ojo; pero ante todo su especialidad es el susto. Esto del susto no es fácil de definir. El susto se puede coger por un accidente o por cosas más peregrinas, como el ladrido súbito de un perro, y los síntomas son el mal humor, el dormir poco o dormir demasiado, la ictericia, la paralización de la sangre o la inflamación de la garganta [...] También trata enfermedades de la piel, como los eczemas, el herpezón, la roña, la tiña o la culebrina, que es un herpes que se corre por todo el cuerpo. No promete milagros contra la psoriasis pues, según afirma, es un derivado de la espuma de la sangre que no tiene cura. » (p. 33 y 36)
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