miércoles, 26 de septiembre de 2018

El hijo del héroe, de Karla Suárez

Karla Suárez (La Habana, 1969)
EL HIJO DEL HÉROE
Ed. Comba, 2017 - 340 págs. - inicio
Aglomeración, Francisco Solano
[regulín (mejor ella que el libro)]
«Un día colgué una entrada en el blog que despertó unos comentarios desfavorables. Alguien escribió que no estaba de acuerdo con lo que yo decía, porque las cosas no habían sido exactamente así y luego otro lo apoyó. Por los argumentos y el tono, que era muy amable, eso sí, supe que se trataba de hombres de la generación de Berto. Entonces aproveché esa coyuntura para llamarlo por teléfono. Necesitaba contarle algo le dije. Aunque mi intención principal era medir qué tal andaban las cosas entre nosotros. Él se mostró contento de escucharme.

Aquella conversación fue larga. Empecé contándole lo sucedido con el blog y por ahí seguí, mis lectores me habían hecho reflexionar sobre lo complejo que era intentar poner orden en aquella guerra [Angola]. La historia es muy complicada, le dije. Cuando están pasando las cosas, uno sólo puede alcanzar lo ínfimo que sucede a su alrededor y entonces no entiende nada. Cuando pasa el tiempo y alguien se pone a recopilar información para tratar de entender lo sucedido entonces, tampoco se entiende nada, porque hay más puntos de vista, fuentes que aseguran cosas que desmienten los otros y partes que no revelan la verdad. En fin, ¿dónde estará la verdad? Yo mientras más leía, menos entendía y mientras más escribía en mi blog, más voces distintas aparecían para decirme que estaba equivocado, que no había sido exactamente así o que estaban de acuerdo porque así mismo era. Me pareció que Berto sonreía des del otro lado del teléfono al decirme que me iba a volver loco pero, antes de hacerlo, debía comprender que ése era el problema de las guerras: tenían siempre varias verdades juntas y ninguna era suficiente para merecer ir a la guerra. Pero yo debía seguir con mi investigación, era importante.

— Tú sabes por qué a los gobiernos le gustan los jóvenes? —me preguntó—, porque los jóvenes no tienen memoria, sus mentes están frescas y vacías, lo único que tienen es pasión y ésa no hay que ser un genio para saber manipularla. Por eso es importante la memoria, para no ser manipulados —concluyó.

Berto no parecía molesto conmigo y entonces aproveché, finalmente, para comentarle lo que más me preocupaba. Hace rato quería decirte una cosa, comencé como para tomar impulso. Él dijo dime y continué. Le agradecía enormemente su confianza hacía mí, él se había convertido en uno de mis mejores amigos y esperaba que no fuera a pensar que me parecía mal lo que me había contado la última vez que nos habíamos visto. Volví a sentir su sonrisa, él no pensaba nada, afirmó, la guerra estaba llena de historias y él tan sólo me había contado la suya. Yo era un buen muchacho y para él era como un hijo, no debía preocuparme. Sonreí aliviado. Antes de colgar anunció que volvería a Lisboa para el cumpleaños de su hija, que me avisaría para vernos. Dije que por supuesto y nos despedimos.» (págs. 226-227)


No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...