sábado, 3 de noviembre de 2018

La muerte del comendador, de Haruki Murakami

Haruki Murakami (Kioto, 1949)
LA MUERTE DEL COMENDADOR (Libro I)
[Kishidancho Goroshi #1-2, 2017]
Trad. Yoo Ogihara y Fernando Cordobés
Tusquets, 2018 - 480 págs. - inicio - fragmento
[horroroso y plano (y dejà vu) libro de preguntas;
las respuestas deben estar en el segundo tomo]
«En la escena aparecía otro personaje misterioso. Estaba en la parte inferior izquierda del lienzo, como una nota a pie de página. Asomaba la cabeza tras una trampilla cuadrada de madera que había en el suelo. Me recordaba a la trampilla del armario por donde había subido al desván. El misterioso personaje observaba desde allí al resto de las personas que componían la escena del cuadro.
    ¿Un agujero en el suelo, una trampilla, un desagüe? No podía ser. En el periodo Asuka no existían canalizaciones ni nada por el estilo. Además, el escenario donde tenía lugar el duelo era un paisaje exterior, y allí no había nada. Al fondo tan solo se veía un pino solitario de ramas bajas. ¿Por qué había entonces un agujero en el suelo oculto tras una trampilla? No tenía ninguna lógica.
    ¿Quién era ese personaje? ¿Por qué asomaba por allí? ¿Por qué se escondía bajo la tierra de ese mundo antiguo? ¿Por qué le había pintado Tomohiko Amada en un extremo del cuadro? ¿Cuál era su intención al poner allí a un hombre tan enigmático, tan extraño, que rompía el equilibrio de la composición? ¿Por qué había titulado el cuadro La muerte del comendador? [...] ¿Qué significaba aquel personaje, de cara larga, asomando por una especie de trampilla como si saliera del interior de la tierra? [...] ¿Era acaso un demonio saliendo del infierno? ¿Estaba allí para llevarse a don Giovanni? [...] No podía apartar la vista de ese “cara larga” situado en la parte inferior del lienzo. La trampilla que abría parecía incitar a seguirle a un mundo subterráneo. Pero no a cualquier persona, sino a mí en concreto. Ese mundo oculto tras la trampilla me llamaba poderosamente la atención. ¿De dónde venía cara larga? ¿Qué diablos hacía allí? ¿Iba a cerrar la trampilla en algún momento o la dejaría abierta para siempre?» (págs. 103-108)
From The New York Times: “Killing Commendatore” is a baggy monster, a disappointment from a writer who has made much better work. As the narrator says, awkwardly, about one of his minor supernatural experiences: “That might have just been a piece of a fragmentary dream.

No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...