Manuel Vilas (Barbastro, 1962)
AMÉRICA (Bibl. Lesseps)
Círculo de Tiza, 2017 - 215 págs. - fragmento
[una mirada peculiar]
«La forma de llegar a Iowa City, viniendo desde España o desde Europa, es a través del aeropuerto de Cedar Rapids. Es un aeropuerto pequeño, luminoso, tranquilo; se agradece que haya un aeropuerto humano en un mundo lleno de aeropuertos gigantescos. Hay wifi gratis, lo que te pone de buen humor inmediatamente.
[...]
La vida en Iowa City gira entorno a la universidad. Cabe hacer un símil, Iowa es como una especie de Salamanca. Aunque en proporción demográfica, estaría más cerca de ser como Soria. Iowa es una Salamanca cuyo pilar intelectual más sólido es la literatura. Los estudios de escritura creativa aquí tienen rango de estudios universitarios reglados. Claro, lo que la gente quiere es ser escritor, y lo que la gente no quiere es que le den la brasa con estudios históricos o filológicos sobre la literatura. Uno quiere ser Luis Cernuda o Ernest Hemingway, y uno lo que no quiere ser es Menéndez Pidal o Harold Bloom. A lo mejor Harold Bloom sí, no sé.
[...]
Iowa fue declarada por la Unesco ciudad de la literatura, como lo fue también el Dublín de Joyce. Y en Iowa han ejercido la docencia en esa escurridiza disciplina a la que se llama «escritura creativa» nombres legendarios de las letras estadounidenses como Flannery O’Connor, Robert Lowell, Raymond Carver, John Cheever, Kurt Vonnegut o Philip Roth y también nombres de las letras en español como José Donoso u Óscar Hahn. Donoso, además, cedió a la Universidad de Iowa buena parte de sus diarios. La hija de Donoso, Pilar Donoso, quien tuvo un final innecesariamente triste, habla de Iowa en sus memorias familiares, tituladas Correr el tupido velo (2009).» (págs. 27-29)
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