jueves, 7 de marzo de 2019

Desembalo mi bibiblioteca, de Walter Benjamin


Walter Benjamin (Berlín, 1892 - Portbou, 1940)
DESEMBALO MI BIBLIOTECA
EL ARTE DE COLECCIONAR
Trad. y prólogo de Fernando Ortega
José J. de Olañeta, Editor, 2018 - 156 págs.
[curioso texto y extrañas traducciones]

«De todos los modos de adquirir libros, escribirlos uno mismo es considerado el método más digno de alabanza. En este punto muchos de ustedes recordarán con placer la inmensa biblioteca que Wuz, el pobre maestro de escuela de Jean Paul, adquirió gradualmente al escribir, él mismo, todos los trabajos cuyos títulos en catálogos de ferias de libros le resultaran interesantes; después de todo, él no tenía los medios para comprarlos. Los escritores son realmente personas que escriben libros no porque sean pobres, sino porque están insatisfechos con los libros que pueden comprar pero que no les gustan. Ustedes, damas y caballeros, podrían considerar ésta como una definición caprichosa de un escritor. Pero es que todo lo dicho desde el punto de vista del coleccionista verdadero resulta caprichoso. De los modos comunes de adquirir libros, el más apropiado para el coleccionista sería el de pedir un libro en préstamo sin que este tenga su correspondiente devolución. El auténtico prestatario de categoría, que consideramos aquí, demuestra ser un coleccionista empedernido no tanto por el fervor con el que guarda sus tesoros prestados, ni por los oídos sordos que opone a cualquier recordatorio de la legalidad proveniente desde el mundo cotidiano, sino porque no lee estos libros. Si mi experiencia ha de servir como evidencia, un hombre está más dispuesto a devolver un libro prestado, que a leerlo. Ustedes objetarán: ¿Y la no-lectura de libros debe ser característica de los coleccionistas? Podrían decir que para ustedes éstas son novedades. No lo son en absoluto. Los expertos me apoyarán cuando digo que es la cosa más vieja del mundo. Sea suficiente aquí con citar la respuesta que Anatole France tenía preparada para las personas vulgares que admirando su biblioteca terminaban con la pregunta de rigor: “¿Y usted ha leído todos estos libros, señor France?” “Ni la décima parte. ¿Supongo que usted no usa su vajilla Sèvres todos los días?”» (págs. 38-39) (De la traducción de A. Martín López Saldaña)


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