En una hipotética lista de mis autores favoritos Paul Auster ocuparía un lugar muy importante. Me enganché a él cuando McTildes me dejó El Palacio de la Luna hace casi mil años (o casi mil libros), y este texto marcó un antes y un después en mi relación con el placer de leer: creo que es el libro que más veces he leído y regalado. Desde entonces he disfrutado un montón con casi todas sus obras, entre las que, además de El Palacio de la Luna, destacaría Mr. Vértigo, El libro de las ilusiones, La noche del oráculo y Brooklyn Follies. Han sido páginas y páginas de felicidad las que Mr. Auster y Mr. Herralde me han proporcionado.
El problema es que su último libro, Viajes por el Scriptorium, se me atascó. Pendiente de su publicación, lo compré el primer día que se puso a la venta el pasado mes de enero, y llegué a casa deseando aislarme del mundo y empezar su lectura. Pero ya en la primera página empezó mi desconcierto pues no entendía nada: ni el argumento, ni la situación, ni los personajes. Muy aburrida, con grandes esfuerzos y leyendo en diagonal, conseguí llegar a la página 72, dónde aun permanece la señal que allí dejé. Confesé mi problema a McTildes, pero a ella el libro le había gustado, y había visto claro desde el principio un juego de símbolos en el que los personajes eran los protagonistas de las obras anteriores de Auster.
Con esta referencia, y otras elogiosas críticas leídas, estaba convencida de que el problema era yo hasta que la semana pasada Jordi Llovet (profesor de Teoría de la Literatura de la UB), en su sección Els nostres clàssics del suplemento Quadern de El País, hablaba de este libro y, entre otras cosas, decía:
- “[…] Este chiste, que se lee al final del libro, es una de las pocas cosas que se entienden de este libro de casi 200 páginas. El resto es de una confusión tan grande y tan estrafalaria que se llega a tener dudas sobre si vale la pena leer todo un libro de Auster sólo para reír francamente en una página y media.”
- “[…] ¿Qué puede haber sucedido para que el autor de libros tan notables cómo La trilogía de Nueva York, El Palacio de la Luna, La música del azar, Leviatán o el reciente Brooklyn Follies se descuelgue ahora con un libro literalmente frustrado, recóndito, reconcentrado, críptico y tan absurdo que no hay manera de entreverle ningún sentido?”
[Después de leer esto respiré tranquila. Muy apenada pero tranquila, pues yo ya no era la única persona que no había entendido nada.]
Por otra parte, el mes pasado El País publicó una entrevista en la que Paul Auster reconoce que su imaginación da señales de agotamiento: “A lo mejor he llegado al final. Después de “Viajes por el Scriptorium” no he empezado nada nuevo. Tengo algunas ideas, pero muy vagas. Quizás no haya más novelas de Paul Auster”.
Quiero terminar declarando que mi admiración literaria y personal por Paul Auster sigue intacta. Y que, una vez dicho todo lo anterior, sigo recomendando vivamente todos sus libros. Y para dejar buen sabor de boca, aquí tenéis el último párrafo del discurso que pronunció en la entrega de los Premios Príncipe de Asturias de este año:
- “De todos modos, en lo que respecta al estado de la novela, al futuro de la novela, me siento bastante optimista. Hablar de cantidad no sirve de nada cuando nos referimos a los libros; porque no hay más que un lector, sólo un lector en todas y cada una de las veces. Lo que explica el particular influjo de la novela, y por qué, en mi opinión, nunca desaparecerá como forma literaria. La novela es una colaboración a partes iguales entre el escritor y el lector, y constituye el único lugar del mundo donde dos extraños pueden encontrarse en condiciones de absoluta intimidad. Me he pasado la vida entablando conversación con gente que nunca he visto, con personas que jamás conoceré, y así espero seguir hasta el día en que exhale mi último aliento. Nunca he querido trabajar en otra cosa.”
6 comentarios:
Pues es una pena que este hombre se haya quedado sin ideas, pero también es normal. Lo raro es lo otro: que una persona pueda escribir y escribir novelas o lo que sea, hasta el día de su muerte. Y que, además, las obras sean distintas (aunque todas con una casa en la montaña). A lo mejor lo normal sería que cada uno escribiera una sola obra, y que la acabara cuando ya fuera muy mayor. Sería muy larga, sí, pero sería LA OBRA de fulano.
Supongo que lo de las casas en la montaña lo dices por Murakami ¿no? Por cierto, he descubierto que además de HARUKI, hay 2 Murakamis más: RYU (autor de "Sopa de Miso") y MAKI (creadora de la serie "Gravitation", que creo que es un manga erótico).
¡Por fin ha salido el SOL!
del discurso de auster, me ha gustado lo de que sólo hay un lector, y lo del "único lugar del mundo donde dos extraños pueden encontrarse en condiciones de absoluta intimidad."
Disculpe la intromisión. Hemos empezado en www.lenguasdefuego.net una lectura de El palacio de la luna de Paul Auster. Quizá este interesado en participar.
Gracias por todo. Un saludo.
Hola Gotardo!
Me parece muy interesante esta propuesta, pero acabo de pasearme por este foro y (soy primeriza en esto) no acabo de entender muy bien como funciona una "lectura" en internet. ¿Podríais ser más explícitos en cuanto a su mecánica? Es decir, perdona mi ignorancia, pero ¿qué hay que hacer?
Por otra parte, los días correspondientes a las 3 primeras sesiones no podré acompañaros pues estaré en Nueva York :)
Está bien quedarse tranquilo con las opiniones ajenas que respetas pero a mí me está sucediendo lo contratio; llevo la Trilogía de Nuevo York a la mitad y más que un chiste, o peor que un chiste, me está pareciendo una broma de mal gusto. Yo también respeto la opinión de Llovet pero tal vez en esto vuelva a estar en desacuerdo con él...
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