Cuando leo me suelen gustar los libros gordos y consistentes en todos los sentidos, o al menos en alguno de ellos pues es cierto que también hay libritos fascinantes. Pero nunca me había sentido atraída por los cuentos, quizás porque creía que era un formato que no permite decir muchas cosas, o decirlas en profundidad, quizás por pereza ante el esfuerzo de tener que situarse en un nuevo contexto cada pocas páginas.
Bien, pues acabo de leer un libro de relatos cortos que me ha hecho superar esas manías. Se trata de Si te comes un limón sin hacer muecas, Anagrama en castellano, o Si menges una llimona sense fer ganyotes, Quaderns Crema en catalán. Ambas versiones están escritas por el autor, Sergi Pàmies, cosa no muy frecuente por aquí pues a muchos escritores más o menos bilingües les he oído decir que traducirse a sí mismos es un trabajo que no les suele apetecer.
El libro lo encontré casualmente en la librería de la estación de trenes de Atocha (qué haríamos sin esas pequeñas librerías de estaciones y aeropuertos que nos dan tantas alegrías) y fue una agradable sorpresa y una inmejorable compañía de viaje. La lectura comienza con un delicioso prólogo de Enrique Vila-Matas titulado Presentación: si te comes el infinito sin estrellas donde, además de declararse rendido admirador del libro y del autor, Vila-Matas acaba confesándonos que él también es un cuento de Pàmies. A mí este libro también me ha encantado, y me ha devuelto el placer de leer cuentos. Su lenguaje, su cotidianidad en contraste con el surrealismo de las situaciones y con el proceder de los personajes, hacen de él un libro tan próximo y tan divertido que, como dice Vila-Matas en la presentación, cuando acabas te dan ganas de volverlo a leer. [Pero antes creo que debo ir a por Carver.]
Bien, pues acabo de leer un libro de relatos cortos que me ha hecho superar esas manías. Se trata de Si te comes un limón sin hacer muecas, Anagrama en castellano, o Si menges una llimona sense fer ganyotes, Quaderns Crema en catalán. Ambas versiones están escritas por el autor, Sergi Pàmies, cosa no muy frecuente por aquí pues a muchos escritores más o menos bilingües les he oído decir que traducirse a sí mismos es un trabajo que no les suele apetecer.
El libro lo encontré casualmente en la librería de la estación de trenes de Atocha (qué haríamos sin esas pequeñas librerías de estaciones y aeropuertos que nos dan tantas alegrías) y fue una agradable sorpresa y una inmejorable compañía de viaje. La lectura comienza con un delicioso prólogo de Enrique Vila-Matas titulado Presentación: si te comes el infinito sin estrellas donde, además de declararse rendido admirador del libro y del autor, Vila-Matas acaba confesándonos que él también es un cuento de Pàmies. A mí este libro también me ha encantado, y me ha devuelto el placer de leer cuentos. Su lenguaje, su cotidianidad en contraste con el surrealismo de las situaciones y con el proceder de los personajes, hacen de él un libro tan próximo y tan divertido que, como dice Vila-Matas en la presentación, cuando acabas te dan ganas de volverlo a leer. [Pero antes creo que debo ir a por Carver.]
4 comentarios:
Hablando de distancias cortas, te recomiendo a Jim Thompson. Vivió escribiendo por encargo y todas sus novelas tienen las mismas páginas, pues si escribía de más, esas no las cobraba. Murió en la pobreza, alcoholizado, y ahora se le considera "el Dostoievski de las novelas baratas". También trabajó con Kubrik, pero por eso se le recuerda menos.
¿Murakami? No, esa atmosfera no me va.
Gracias, Claudio. Como no conocía a Jim Thompson he buscado su biografía en la red y, entre otras cosas, he encontrado esto: http://gangsterera.free.fr/fichaJimTompson.htm.
Menudo personaje. Buscaré alguno de sus libros en la biblioteca. ¿Recomiendas alguno en particular para empezar? ¿Quizás 1280 Almas?
1280 ALMAS es su clásico, aunque a mi me gustó más SOLO UN ASESINATO. De cualquier forma, es un buen título para comenzar.
Ya he leído y disfrutado estos dos libros. Gracias por el regalo: me ha encantado el amigo Thompson.
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