lunes, 6 de agosto de 2012

McCullers: Iluminación y fulgor nocturno

Carson McCullers: Illumination and Night Glare «He empleado la palabra “iluminación” varias veces. Esto podría prestarse a malentendidos, pues fueron muchos los momentos espantosos en que no tuve absolutamente ninguna iluminación y tuve miedo de no escribir nunca más. Este miedo es uno de los horrores de la vida de un escritor. ¿De dónde proviene la obra? ¿Qué azar, qué ínfimo episodio dará comienzo a la cadena de la creación?
   Una vez escribí un cuento sobre un escritor que no podía escribir más y mi amigo Tennesse Williams dijo: "Cómo te atreviste a escribir algo así, es lo más aterrador que he leído en mi vida."
   Yo estaba desalentada mientras lo escribía y me alegré muchísimo cuando lo terminé. Si mis lectores tienen paciencia, me permitiré referir las iluminaciones que he tenido, tal como me sucedieron. Cuando estaba escribiendo El corazón es un cazador solitario, después de años de frustración, me puse a caminar de un lado al otro de la alfombra cuando, súbitamente, me di cuenta de que Singer era sordomudo. En Frankie y la boda, salí corriendo a la calle a causa de una alarma de incendio que hubo aquella tarde de Acción de Gracias y, en cierto modo, el aire ventoso después de una cena pesada, no sé cómo, iluminó mi espíritu. Clock Without Hands [Reloj sin manecillas] fue más metódico, incluso escribí un plan de varias páginas para que me sirviera de guía, de manera que hubo mil iluminacioes en lugar de una sola. Reflejos en un ojo dorado sobrevino como por casualidad cuando mi marido dijo que en la base había un mirón. Yo estaba cuidando de Reeves, que se había infectado un pie. Cuando fui al mercado tenía tanto sueño que me quedé dormida sobre el mostrador. El vendedor me llevó a casa. Un árbol. Una roca. Una nube llegó tras un largo periodo de enfermedad durante el que, realmente, levanté una piedra, contemplé un árbol y, de repente, llegó la iluminación mágica. No escribiré más sobre iluminaciones porque son muy misteriosas y porque yo no las entiendo más de lo que puedan entenderlas mis lectores. Me fascinan, eso es todo.» (pp. 72-73)

1 comentario:

[Reeves a Carson] dijo...

22 de noviembre de 1944
Alemania
[...]
Resulta un poco extraño y cómico estar haciendo algo tan normal como escribir una carta, pues, al instante siguiente, puede que el cerebro y los huesos queden desparramados por el suelo debido a una descarga de acción retardada contra la bodega, que es donde hoy nos hemos refugiado. Ni nosotros ni los más veteranos hemos visto nunca algo más infernal que esto. El estruendo afuera es inimaginable: el fuego de las armas cortas crepita como gotas de lluvia. Los muertos de ambos ejércitos y de todas las naciones yacen desparramados por todas partes. No queda sitio donde no haya un agujero de metralla. En lo que fue un pueblo de cierto tamaño, solo un edificio conserva aún sus paredes. Afuera, delante de la puerta, hace dos días que hay un alemán muerto, un gato come dos o tres veces al día de su costado abierto. Luego se pasea por los escalones, tranquilamente, esperando que lo mimen. Esto irrita a los hombres. Más de uno tiene ganas de agarrarlo por la cola y arrojarlo lejos para que se vaya a chillar al infierno. En una ocasión, el gato volvió y se acurrucó bajo el brazo del alemán para dormir. Lleva una vida estupenda, probablemente vivirá más que cualquiera de los hombres que lo están observando desde hace cuarenta y ocho horas.
[...]

DE LA CORRESPONDENCIA DE CARSON Y REEVES McCULLERS DURANTE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL.

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